

Alberto’s Choice
Season 1 Episode 9 | 1h 19m 16sVideo has Closed Captions
As the wedding approaches, Alberto must choose between Ana and Cristina.
As the wedding approaches, Alberto sees Ana with another man and must choose between her and Cristina. Luisa’s husband, Juan, gets sick again.
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback

Alberto’s Choice
Season 1 Episode 9 | 1h 19m 16sVideo has Closed Captions
As the wedding approaches, Alberto sees Ana with another man and must choose between her and Cristina. Luisa’s husband, Juan, gets sick again.
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback
How to Watch Velvet
Velvet is available to stream on pbs.org and the free PBS App, available on iPhone, Apple TV, Android TV, Android smartphones, Amazon Fire TV, Amazon Fire Tablet, Roku, Samsung Smart TV, and Vizio.
Providing Support for PBS.org
Learn Moreabout PBS online sponsorship-Vamos a usar la cabeza, por favor.
-Esa es la única parte de mi anatomía que no pienso usar esta noche.
-Yo no te estoy traicionando, Ana.
Yo me estoy sacrificando por los dos porque tú me lo pediste.
-Yo te quiero, Ana.
-Y yo.
Pero ya no es suficiente.
-Necesito que aclares lo que sientes por ella.
-Yo tengo muy claro lo que siento por ella.
-¿Sabes lo que sentías por ella al principio, cuando estar con ella era una obligación?
-Lo que me pides no tiene sentido, Ana.
-Ana.
-Él es mi amigo Antonio.
-Encantado, Ana.
-¿Qué tal?
Mañana tengo que levantarme pronto, ya es muy tarde.
-Bueno, pero ya sabes.
Si algún día necesitas a alguien con quien pasear, me ofrezco voluntario.
-Mi nombre es Maximiliano Espósito.
Me crie en el orfanato Virgen del Carmen.
Cuando tenía siete años conocí a Eduardo.
Su madre también le había abandonado y sabía su nombre.
Blanca Soto Fernández.
-¿Dónde está mi hijo?
-Falleció hace tres meses.
-¿De verdad quiere recuperarse?
Le aconsejo que haga algo por remediarlo.
[golpes en la puerta] -¿Carmen?
-¿Sí?
-No voy a ser capaz de descansar hasta que te cuente algo importante.
Sobre él.
Tu hermano.
-¿Juan?
¡Madre mía!
[risas] -Me han dado la alta.
Creen que la enfermedad se ha remitido del todo.
Estoy mejor, Luisa.
-Es un hombre muy generoso.
Abandonar el hospital cuando aún está enfermo es todo un detalle por su parte.
-Le han dado el alta.
-Eso es lo que te ha dicho.
-¿Por qué me has mentido?
No lo entiendo.
-Porque sé lo que pasó entre ese hombre y tú.
Luisa me lo contó y no voy a permitir que siga haciéndolo.
-¿Y tu tratamiento?
-Te prometo que lo hablaremos mañana.
-¡Clara!
¿Te quieres casar conmigo?
-¿Estás rezando, Pedro?
-Creo que deberíamos darnos un tiempo, para saber qué es lo que queremos los dos.
Lo he dejado con él.
-Pedro.
-¿Qué?
-Se llama Manolito.
Es mi hijo.
Bueno, mi hijo y el tuyo.
-María, ¿me estás pidiendo que me quede con el niño?
-¿De dónde ha salido este niño?
-Me llamo Manuel, pero me puedes llamar Manolito.
-Es mi hijo.
Ha venido un hombre a hablar conmigo.
Sabe lo de Cuba, señora.
-¿Cuánto quiere ahora?
-El doble de lo que me dio la última vez.
-Es usted un desgraciado.
-Si no quiere ver estas fotos, en los periódicos deja un maletín con 100.000 pesetas en la calle Alcalá 158.
Hoy a las 10 de la noche.
-Hoy es día de cobro.
Utiliza las nóminas.
-Hay una serie de pagos pendientes que no pueden retrasarse y no me queda más remedio que utilizarlo.
-¿Va a dejar a los trabajadores sin cobrar?
-¿Usted cree que lo haría si no tuviera otra opción?
-Me están chantajeando, Emilio.
Me amenazan con llevar las galerías a la ruina si no pago 100.000 pesetas y, lamentablemente, este es el único dinero que tengo.
-¿Con qué le están chantajeando?
Qué curioso cómo se parece ese maletín al que ha sacado Don Alberto de las galerías.
Voy a llevarme el maletín.
♪♪♪ ♪♪♪ [♪Alba Llibre: "Falling in Love"] [♪Alba Llibre: "Falling in Love"] [♪Alba Llibre: "Falling in Love"] [pasos] -Con una del pueblo, ¿qué te parece?
Manolito se llama.
Un cielo de crío, eh, también te digo.
Que el pobre se nota que se hace a lo que le toque.
-Vamos, que ya te has encariñado con el niño, ¿no?
-¿Qué dices?
-Ay, Rita.
Habíamos quedado que cuando llegáramos a Madrid te ibas a olvidar de Pedro y ibas a hacer tu vida.
¿Y qué es lo primero que haces?
Dejar a un chico guapo plantado en un bar y hacer de madre de su hijo.
No tienes remedio, hija.
-Bueno, de madre tampoco, eh.
-No exageres, de... de amiga.
De amiga que echa una mano cuando se necesita.
[golpes en la puerta] No me digas que has traído a ese chico aquí.
-No le digas memeces y vete a abrir.
-¿Don Emilio?
-Ana, ¿podemos hablar?
-Sí, claro, tío.
♪♪♪ -Te escucho.
-No tengo nada más que decirle.
-A mí me parece que sí, y prefiero oírtelo a ti que tener que ir a ver a don Alberto Márquez.
-Si quiere hablar con él, allá usted.
-No hace falta.
Lo sé todo, como te puedas imaginar.
Pero ¿por qué no me lo has contado tú?
Te pedí que no me defraudaras y has acabado siendo poco menos que una fulana, la querida de un hombre que ya está comprometido con otra mujer.
-A nadie le duele eso más que a mí.
-¡A mí!
A mí.
Porque no es sólo tu vida, es también la mía.
Y la de los demás.
¿Tú te imaginas qué será de estos almacenes cuando todo esto salga a la luz?
¿Tú crees que don Gerardo va a seguir poniendo dinero cuando descubra que el prometido de su hija se acuesta con otra?
¿Pero cómo has podido llegar a ser tan egoísta?
-Yo no he sido egoísta.
Si hubiera sido egoísta ahora mismo estaría casada con Alberto y estas galerías llevarían meses cerradas.
-¿De qué estás hablando?
-Gerardo le ofreció a Alberto el dinero para salvar las galerías a cambio de que se casara con Cristina.
-Y aceptó.
-¡No!
Fui yo la que le empujó a hacerlo.
Yo, esa egoísta.
No podía permitir que usted y los demás se quedaran en la calle.
Y lo volvería a hacer otra vez.
Mi error fue no irme, pero no podía separarme de él.
♪♪♪ [♪ Robert J Walsh: "All The Things You Are"] [♪ Robert J Walsh: "All The Things You Are"] [♪ Robert J Walsh: "All The Things You Are"] -Ana, ¿qué ha pasado?
[sollozos] [♪ Robert J Walsh: "All The Things You Are"] [♪ Robert J Walsh: "All The Things You Are"] [sollozos] [♪ Robert J Walsh: "All The Things You Are"] [♪ Robert J Walsh: "All The Things You Are"] [♪ Robert J Walsh: "All The Things You Are"] [♪ Robert J Walsh: "All The Things You Are"] ¿Juan?
-¿Tú siempre te desayunas así, Manolito?
-Cuando hay.
¿Me das otro churro?
-Que no hay churros.
Manolito, te has comido todo.
Te has comido mi churro.
Vete a limpiar, por favor.
Mira cómo tiene la boca.
Deja las migas.
Me voy a ensuciar todo y todo.
-¿Habrás pensado qué vas a hacer?
-Sí, sí, por supuesto.
Dejadla aquí mientras que yo trabajo.
-Pedro, por favor, que el niño tiene 7 años.
-Que voy a venir a verle cada 6 horas.
Bueno, cada 4.
Bueno, que vendré a verle, vaya.
Que yo le voy a traer Pues le voy a traer queso.
Le voy a traer longaniza.
Le voy a traer chorizo.
Que se tiene que alimentar.
Que el niño tiene un saque.
-De verdad que tienes cada idea.
Que ni los chorlitos.
-Vale, Rita, no sé qué hacer.
Te lo digo, no sé qué hacer.
-Bueno, pues deberías ir pensándolo y buscarle una escuela, por ejemplo.
-Pues sí.
Eso es una buena idea.
Fíjate, Manolito, las ideas que tiene tu tía Rita.
-Sí, y un sitio donde vivir.
-Eso sí, lo había pensado.
Había pensado en alquilar una habitación para los dos.
En una casa de huéspedes.
Eso es una buena solución.
-La mejor solución, una casa de huéspedes con un viajante de provincias que habla solo y dos jubilados que no se duchan ni por accidente.
-Bueno, eh, cuidado, eh.
Cuidado que hay jubilados que huelen la mar de bien.
-Este niño no lo vas a llevar a una casa de huéspedes, hombre.
Eso ya te lo digo yo.
-Bueno, eso lo tendré que decidir yo, que para eso soy el padre.
-Lo de la casa de huéspedes no es buena idea, padre.
La tía Rita tiene razón.
-¿Ves?
Tía Rita... -Anda, que eres un zalamero como tu padre.
Me voy antes de que Doña Blanca me eche de menos.
-Sí, venga, vámonos.
-Dile algo, niño.
-Pórtate bien.
Pórtate bien.
¿Te vas a portar bien?
-¿Me traerás más churros?
-Sí.
-Y yo me portaré bien.
-Vale, muy bien.
-Vale.
-Venga.
No te subas a la cama.
No te subas a la cama.
No te subas a la cama que la vas a... ¡Manolito!
[traqueteo] -¿Le habrás dejado un libro?
Al menos, ¿no?
O algo para que juegue, porque el pobre, tantas horas solo he metido ya [inaudible].
Le tendríamos que haber dejado una peonza.
Seguro que le gusta una peonza.
-Yo no puedo con esto, no voy a poder.
-¿Cómo no vas a poder, Pedro?
-Es que tú tienes malo, Rita, y eso se ve.
-¿Yo malo?
Venga.
-Pero si a los cinco minutos lo tenías colgando de tus brazos.
Yo no sabía ni de lo que hacer.
A la media hora que me lo dejase su madre, estaba fastidiándote la noche.
-No, fastidiándome tampoco.
-Fastidiándote la noche, Rita.
Mira, que encima estabas con el... Bueno, con el chico de este ascensor.
-Mi primera cita en tres años.
Que no me mires así, hombre, que vine porque quise.
Si además no me obligaste ni nada.
-Casi casi, ¿no?
-Rita, ¿puedes venir un momento, por favor?
-Sí, claro.
-¿Pero por qué se habrá ido ahora?
Que está curado y que estáis tan bien.
No está curado me mintió.
Se fue del hospital sin alta.
-¿Y por qué ha hecho eso?
-Anoche me dijo que prefería estar muerto que verme sacrificarme por él.
-¿Sacrificar?
¿Pero a qué se refería?
-Necesito saber dónde está, dónde ha ido.
-Bueno, no te pongas así en lo peor, Luisa.
A lo mejor ha vuelto al hospital.
-Que no, que ese sitio sé que no está seguro.
-Bueno, nosotras te ayudamos.
Ya verás cómo entre las tres seguro que lo encontraremos.
-¿Y cómo me vais a ayudar?
-Oye, a lo mejor llama.
-Pues no me voy a quedar aquí esperando.
Si me quedo aquí parada, me van a dar algo.
-Pero mujer, ¿y adónde vas a ir?
Si te vas ahora a la mitad de la jornada, te despiden, seguro.
-No te preocupes, que nosotras te cubrimos con Doña Blanca.
-Gracias.
-Buenos días, chicas.
Se acabó el descanso.
A partir de ahora no quiero verlas detenerse ni un solo segundo.
Tenemos un desfile que preparar y el tiempo corre en nuestra contra.
Así que, por cada oficiala, un patrón.
Por cada patrón, dos modistas.
Con la tela asignada, a Doña Blanca les informará.
Rita, tú a mi lado.
Te voy a dar un consejo.
Para conseguir algo en esta profesión, hay que tener decisiones.
♪♪♪ Cógelo.
[♪ Lionel Wendling: "Flowers Don't Lie"] [♪ Lionel Wendling: "Flowers Don't Lie"] -Permítame mostrarle.
-El tacón es perfecto.
-Comprobaré si ha llegado su encargo.
-No me lo puedo creer.
Nosotros jugándonos el pescuezo con todo el asunto de los sueldos y tú yéndote de borrachera por ahí.
¿Por qué no me llamaste?
-No hables tan alto, por favor.
-No estoy hablando alto, lo que pasa es que tienes una resaca enorme.
¿Se puede saber qué bebiste anoche?
-Whisky.
-¿Whisky?
Pues o era del malo o te bebiste toda la licorería.
[suspiro] Anoche la vi con otro.
-¿Cómo que con otro?
-Con otro tipo.
Un tipo bastante atento, por lo visto que la quiso acompañar a la puerta de las galerías.
Bueno.
¿Habéis decidido daros un tiempo, no?
-No, no, yo no he decidido nada.
-Ella quiere darse un tiempo y por lo visto está dispuesta a aprovecharlo.
-¿Y qué si es así?
-Sería lo mejor para todos.
-Venga, Mateo, por favor.
-Alberto, así te enteras de una vez que podrías ser feliz con Cristina.
Y Ana podría encontrar a alguien que la haga feliz.
Y nosotros dejamos de gastar un dinero que no tenemos para tapar chantaje sobre vuestra relación clandestina.
[pitido] -Buenos días.
-Buenos días.
-Clara.
-¿Sí?
-Un par de cafés.
[teléfono] -Dime por Dios que está el dinero.
-Creo que sí.
-¿Pero qué demonios hace esto aquí?
Creo que sé quién lo ha traído.
-¿Quién?
¿Nuestro ángel de la guarda?
-Sí, por las noches.
Voy a darle esto a quien corresponde.
-Aquí tiene lo que me pidió.
♪♪♪ -Tú y yo, sin excusas.
♪♪♪ -Emilio.
El dinero de las nóminas.
-Me alegra ver que está de vuelta.
-Supongo que usted no tiene nada que ver.
-Lo importante es saber que el dinero está aquí dentro, ¿no le parece?
-¿Quién es el chantajista, Emilio?
-Eso no debe preocuparle ahora.
-¿No?
Muy bien.
-No.
-¿Y cómo sé que no va a volver a suceder?
-Porque yo le doy mi palabra.
-Su palabra, ya está.
¿No me va a decir cómo se ha solucionado?
-A su padre le bastaba con que lo solucionase.
-Muy bien.
Muchas gracias, Emilio.
-Don Alberto.
Mi sobrina me ha dicho que todo esto lo ha hecho por nosotros.
-Tendría que estar muy orgulloso, Emilio.
La educó para ser una mujer generosa y sacrificada, ¿no?
Muy bien.
Lo consiguió.
Es la mujer más generosa y sacrificada que he conocido en mi vida.
Mucho más de lo que a mí me gustaría, la verdad.
Y a lo mejor tenía razón.
El final de un bonito cuento de hadas no podía hundirle la vida a decenas de personas.
No.
-¿Teresa?
¿Ana?
¿Luisa?
¿Luisa?
¿Se puede saber dónde se ha metido Luisa?
-Ha ido a llevar un pedido a doña Blanca.
-Dele su sobre.
Y con ella y con Rita ya hemos terminado.
Venga y no aprovechen para perder el tiempo que no nos sobra, ¿vamos?
-Ana, quiero hablar contigo.
-Ya he oído a doña Blanca, tengo que volver a taller.
¡Ana!
-Puedo hacer que vuelva si quiere que hable con usted.
-No, no.
Todo está bien, gracias.
-A veces es muy complicado entenderles y que te entiendan.
Uno piensa que será más fácil cuando se hagan mayores, pero no es así.
Nosotros también nos hacemos mayores.
-Y no necesariamente más sabios.
[timbre de asesor] -Carmen, si estás dolida conmigo, ¿no es mejor que hablemos?
-Usted ya lo dijo todo.
Y yo no tengo nada que decirle.
-¿Le ha contado que tuvo otro hijo?
-¿Y a ti quién te ha dado vela en este entierro?
-Nadie.
-Entonces no te metas donde no te llaman.
-¿Tú crees que Luisa habrá encontrado a su marido?
-Madrid es muy grande, Rita.
-Y ya España ni te cuento.
-Pero bueno, ¿qué podemos hacer nosotras?
-Pues nosotras ni mucho, la verdad.
Pero igual hay alguien que nos puede ayudar.
-Adelante.
Creí que habíamos quedado en no vernos.
Querías que nos diéramos un tiempo, ¿no?
Que yo tuviera el tiempo suficiente para darme cuenta de lo que siento por Cristina.
-No he venido por eso.
Juan, el marido de Luisa ha desaparecido y pensé que conocerías a alguien que pudiera ayudarla.
-Haré lo que pueda.
-Gracias.
-Anoche te vi.
Vine aquí a hablar contigo.
Estabas acompañada, muy bien acompañada.
Rita se tuvo que ir del Pausa y un amigo me acompañó.
¿Qué hay de malo?
-Nada, no tiene nada de malo.
Tú puedes hacer lo que quieras.
-Vale.
-Cuando te vi con ese tipo me imaginé lo que debes de sentir tú cuando me ves a mí con Cristina.
-No, Alberto, no es lo mismo.
Yo no siento nada por él.
-Ana, lo que quiero decir... -Ya sé lo que me quieres decir, pero eso no cambia las cosas.
Si sabes algo de Juan, avísame, por favor.
[puerta se cierra] [murmullos indistintos] -Acompaña a la señora.
Buenos días, doña Paquita.
-Gracias.
-Buenos días.
-Don Emilio, ¿puedo hablar un momento con usted?
-Sí, claro.
¿Algún problema con el salario?
-Mi carta de renuncia.
Me voy.
-¿Se da cuenta de que al no tratarse de un despido pierde cualquier compensación económica por antigüedad?
-Tengo otro trabajo esperándome.
-¿Puedo saber dónde?
-En Barcelona.
-Supongo que no tengo modo de hacerle cambiar de idea.
-No.
-Espero que con el paso del tiempo no se arrepienta de esta decisión.
-Yo también confío en ello.
-Bien, lo voy a preparar todo.
Mañana.
Pasado mañana, se podrá marchar.
-Gracias.
-La vamos a echar de menos.
-Don Emilio, de momento preferiría que esto no lo supiese nadie.
-Muy bien.
-Y con nadie quiero decir también mi madre.
-Lo entiendo.
-Yo también le echaré en falta.
[♪ música animada] [♪ música animada] -"Manual, para ser la perfecta esposa, ama de casa, ama..." ¿Esto qué es, Rita, por Dios?
-Pues esto es pues ¿Qué va a ser, Pedro?
Pues mi madre, si ya la conoces, está todo el día a dale que tumba con que tengo que aprender a llevar un hogar.
No voy a ser que alguno se me espante por no saber freír un huevo.
-Así pensaba, en los paquetes, ¿eh?
Yo pensaba que te... -No me mandas a la juar porque, porque, bueno, no hay caso.
¿Que tú no querías aprender del niño?
Por si se te pone enfermo o se cae y se hace un chichón o lo que tiene que comer, Pedro, porque algo tendrá que comer.
¿Tú sabes cocinar?
-¿Qué quieres, que sea como tu madre, Rita?
-No, si no te preocupes, yo me lo he leído y tampoco te creas que es nada... -¿Cómo?
¿Tú lo has leído, esto?
-Hombre, sí, un poco por encima para no hacerle un feo a mi madre, pero vamos, que a ti te va a hacer mucha más falta que a mí.
-Pues a mí me va a hacer falta si habla de ahorrar, porque, Dios mío de mi vida, es que lo de apretarme el cinturón no lo veo.
Entre la casa, la comida, porque mira que mi hijo traga, ¿eh?
-También habla de eso, sí.
-¿Cómo?
-Creo.
Que digo yo que habla de eso, ¿no?
Bueno, me voy, antes de que me pongan de patitas en la calle.
-Oye, Rita.
-¿Qué?
-¿Tú sabes freír un huevo?
-Hombre, pero por favor, ¿pero qué insulto?
Que otra cosa es que quiera, que yo no quiero, que yo eso de lo de la mujer en la cocina... Que yo ya tengo una profesión y soy buenísima.
Doña Rita, pregúntale a Raúl.
Voy a ir yo a freír un huevo.
♪♪♪ -Pedro.
-¡Qué susto me das!
-Señorita Cristina, que subas a ayudarla.
♪♪♪ -Déjalo aquí, Pedro.
Y enchúfalo, por favor.
-¿Qué pasa?
-Pues pasa, señor Márquez, que esta boda es de los dos.
Y aunque a mí me encanta organizarla, quiero que sea especial también para ti.
Así que tenemos que elegir una canción para abrir el baile.
-Todo el mundo abre el baile con un vals.
-Gracias.
-Por eso, porque tú y yo no somos como todo el mundo, vamos a tener nuestra canción.
♪♪♪ [risas] Venga, ¿que te pareces?
-Es original, pero yo no la veo como para abrir el baile, la verdad.
-Es verdad.
De amor, amor no es.
Es más para un guateque, ¿no?
Pues otra.
[♪ Alyse Pilloix: "Oh By Golly (Glamour)"] [♪ Alyse Pilloix: "Oh By Golly (Glamour)"] ¿Qué te parece?
¿Te gusta?
-No está mal.
-A lo mejor tú tienes una, una que te guste y quieras poner.
Déjame pensarlo.
[♪ música suave] -Eso no se piensa, se tiene o no se tiene.
-Todavía tenemos tiempo para buscar una canción.
-Esta noche te quiero en la prueba del menú con mi padre y con Gloria.
-No sé si me viene muy bien a mí cenar con ellos esta noche.
-¿Cómo que no?
-¿No lo podemos aplazar?
[risa] -¿Sabes lo que decía mi madre de los trámites que no te apetecen?
Que lo mejor que puedes hacer... es pasarlos cuanto antes.
[♪ música suave] -Ya.
-Me encantan.
-¿Te gustan?
-Muchísimo.
-Este en concreto lo diseñé pensando en ti.
-¿De verdad?
-Estos diseños van a cambiar la moda en España.
-Qué opinas?
-No creo que España quiera que le cambien la moda.
-¿Es esto lo que vamos a presentar?
Pues con todo mi respeto por su trabajo, señor de la Riva, creo que no soy la única que piensa que estos modelos no les van a gustar a nuestras clientas.
¿Qué le parecen a usted, Blanca?
-No se parecen a nada de lo que hayamos hecho nunca.
-Esa es una de sus virtudes.
-Pues con todas sus virtudes yo no me pondría uno de estos vestidos ni loca.
-Bueno, están pensados para una mujer joven, una mujer moderna, elegante.
Si a usted no le gustan es buena señal.
-Supongo que lo que intentas decir es que mi opinión no cuenta.
-Supone bien.
Quiero que haga todo lo posible para que la colección esté terminada antes.
Se contratan modistas eventuales, se doblan los turnos, lo que sea necesario.
-¿Cómo, cómo, antes?
¿Antes cuándo?
-Las ventas de nuestra ropa habitual están remontando.
-Alberto.
-Gerardo.
¿Cómo está?
-Andaba por ahí y de pronto sentí curiosidad por ver lo que haces.
¿Qué tal el trabajo desde arriba?
-Es magnífico.
Júzguelo usted mismo.
¿Qué le parece?
-Es... Audaz.
-¿Audaz?
-Tiene mucho talento, Gerardo, ya sabíamos a quién contratábamos.
-¿Algún problema?
-No.
Solo pensaba en nuestras clientas, las de siempre.
¿Alguna de ellas ha visto la nueva línea?
-No, por supuesto que no.
-¿Y no crees que tal vez sería interesante que la hicieran?
Quizá un pequeño grupo, de las mejores clientas.
-Eso es absurdo Gerardo, para algo estamos preparando un desfile.
-Sí, pero sería interesante ver cómo reaccionan, ¿no te parece?
-¿No le gustan los diseños?
-No entiendo absolutamente nada de moda, me limita a pagar lo que mi hija elije.
-Y tiene muy buen gusto ¿no?
En eso estamos de acuerdo.
Su hija antes no compraba en Velvet y eso va a cambiar.
-Alberto, solo intento evitar que nos precipitemos.
Una nueva colección, presentada antes de tiempo tiene... -Presentar la colección antes de tiempo nos va a dar la posibilidad de estar en la portada de las mejores revistas de España.
A Dior le funcionó en su momento y a nosotros nos va a funcionar ahora.
-Sí, eso está muy bien si acertamos.
Veréis si falla.
-Las decisiones están tomadas.
-¿Quieres decir que las tomaste tú?
-Sí, y usted confiaba en mí.
-Dejé de hacerlo cuando empezaste a mentirme, ¿recuerdas?
Después de enterarme de un robo del que no se me informó.
Y te recuerdo que en ese momento te dije claramente que quería que se me informase de todo lo que sucedía en estas galerías.
-Y por lo que veo, otra persona lo ha hecho por mí ya.
-Desde luego sus patrones no han pasado por mis manos.
-Claro que no, porque tienen que pasar por mis manos, porque para algo soy el director.
-¿El director de qué?
De una empresa que sigue en pie gracias a mi dinero.
-Pero no tiene la patente de Corso, nunca le di la dirección de las galerías, Gerardo.
-¿Qué contrato vas a hacer valer?
Porque te recuerdo que hicimos un acuerdo muy, muy partido.
-Un acuerdo que propuso usted.
-¿Qué más da que lo propusiese?
¡Tú aceptaste!
-Lo que quiero decir que los términos de ese acuerdo los propuso usted y estaban muy claros y yo he cumplido con mi parte.
Le pedí matrimonio a su hija, ¿no?
-¿Cómo?
Vamos a ver, estamos discutiendo en los términos de ese acuerdo a estas alturas.
Porque empiezo a dudar de haber hecho lo correcto al hacer ese pacto a espaldas de mi hija.
♪♪♪ ♪♪♪ -Manolito, que traigo churros calientes como te prometí.
Manolito, ¿qué haces?
Dios mío, Dios mío, Dios mío.
-¿Por qué estás aquí?
He venido a traer algo de comer al niño.
-No está en el cuarto, no está en el cuarto.
-¿Cómo no va a estar?
-No está en el cuarto.
-Ay Dios mío, que ya te dije que no teníamos que dejarle solo.
-Bueno, esto es un sitio cerrado, no puede ir muy lejos.
-Ay, ¿y si le ha pasado algo?
-No me asustes por favor Rita, vamos a buscarlo.
-Ay, Dios mío.
♪♪♪ ♪♪♪ ¿Has visto a un niño pequeño de 7 años?
-Pues no, ¿qué demonios va a hacer aquí un niño de 7 años?
¿De quién es?
-De Rosa María, que no podía cuidarlo y me ha dicho que lo cuide yo.
-¿Y te lo [inaudible] a ti?
Digo yo que el crío tendrá un padre.
-Fue antes de estar contigo.
Me lo dijo en el Pausa cuando te iba a pedir matrimonio y me lo soltó así de sopetón.
Es que se me acaba de perder, de verdad, es que soy un desastre, pero me tienes que ayudar a buscarlo.
¡Clara, por favor!
-Aquí tampoco está.
-Bueno, a lo mejor no vas a saber identificarle, ¿no?
Porque como no lo has visto, pero es pequeño, es de mediana altura, me llegará por la cintura.
-Por Dios, Pedro, que es un niño, no creo que haya muchos niños por aquí.
-Vale, vale.
-¡Clara, tú con Pedro!
¿Pero qué tal?
¿Todo bien?
-Ya lo sabe, tranquila.
-Ah, y por lo que veo soy la última en enterarme.
-En los almacenes no está.
-Ay, por favor, por favor, por favor.
¿Manolito?
-¿Desde cuándo lo sabes?
-¡Manolito!
-Desde ayer.
-Y te lo cuenta a ti antes que a mí.
No sé por qué no me sorprende.
Tenía miedo de que le dejaras, ya ves.
[conversación indistinta] -¿Habéis oído eso?
-¿En qué?
¿En el cuarto de don Emilio?
[conversación indistinta] Tu hijo tiene un saque que ni zamora.
-Sí, mi hijo Come, come bastante, la verdad.
-Come bien, verdad.
Aquí no le puedes tener, lo sabes, ¿no?
Este no es un lugar para un chico.
-Lo sé, pero ya había pensado... -Las normas son las normas.
-Usted crió a su sobrina aquí.
-¿A ti te parece esa la forma más inteligente de hacerme cambiar de opinión?
-Disculpe, no.
Si se tiene que quedar un par de días, que se quede.
Pero búscale otro sitio.
-Gracias.
-Esto para adentro.
Estupendo.
-Clara, siento haberte mentido con lo del... Estaba buscando un mejor momento para contarte, pero tenía miedo a que me dejases.
A que tampoco pensaba que me fueses a dejar antes, claro.
-Y por eso no me pediste matrimonio, ¿no?
-Sí.
Tenía preparado al pianista para que tocase tu canción favorita.
Pero apareció Rosa María y se torció la cosa.
-¿Y qué pensabas hacer, Pedro?
¿Ibas a seguir mintiéndome toda la vida?
-No, para nada.
Pero bueno, el tema es que ya lo sabes, ¿no?
Que ha venido bien y todo, que se perdiese el niño.
-Pues no, no ha venido bien.
-Y además don Emilio tiene razón, ese niño no se puede quedar aquí.
-Vale, tienes razón.
Nos vamos a ir los tres.
-Nos vamos a una casa a vivir juntos, ¿vale?
Y nos casamos juntos si quieres.
Mira, que yo tengo aquí el anillo y todo.
-Vamos al pasillo.
-Mira, sé que el momento no es el mismo, pero... -Pedro.
-De verdad que yo sigo sintiendo lo mismo hacia ti.
Clara.
Clara Montesinos Martín, ¿te quieres casar conmigo?
-No.
-Claro, por favor.
-No, no, no, Pedro, no puedo, no puedo.
-Clara, Clara, Clara, en serio, en serio.
¿Puede, por favor?
¿Qué hago yo sin ti?
-No lo sé, pero deberías plantearte qué es lo que vas a hacer con él.
♪♪♪ -¿Estás bien?
-Que pareciera bonito.
-Que no me des sermones, Rita.
-¡Menudo momento has elegido para darle en la espalda!
-Yo lo siento mucho, pero no voy a volver con Pedro.
-Venga, que a la misma.
¡Fuera!
-¡Suéltame!
-Y supongo que don Mateo no tendrá nada que ver.
-No metas a don Mateo en esto.
-O sea que sí que tiene que ver.
-Mira, no te pienso contestar ni si ni no.
-Ya, pero como nos conocemos -Sí, pues precisamente como nos conocemos, ya sé que a Pedro no le va a faltar ayuda con el niño.
Eh, que ahí va a estar Santa Rita para apoyarte en lo que necesite.
-¡La culpa es mía!
-¡No!
¡No, no!
¡Que tú no eres la protagonista, eh!
-Aquí la culpa la tiene Pedro por no contarme las cosas cuando me las tiene que contar.
-¡Como se las cuentas tú!
-Mira, Rita, no voy a seguir discutiendo contigo esto.
Porque esto es entre Pedro y yo.
Creí que no te ibas a meter ya en nuestras cosas, que tú tenías tu vida, ¿no?
Lo que tengo muy claro también es de qué parte estás en todo esto.
-Pues sí, yo también lo tengo claro.
-Muy bien, yo soy la mala, ¿no?
Como siempre.
Si no te preocupes, mujer, que ya estoy acostumbrada.
♪♪♪ [♪ Frank Sark: "This Day"] -¿Qué pasa?
-Nada.
¿Lista para la mejor cita de tu vida?
Tengo el coche en la entrada.
Si no te importa, mejor nos vemos en otro sitio.
-¿Y eso?
-Es que prefiero que de momento no nos vean juntos.
-Guapa y discreta, la mujer perfecta.
No te preocupes, los secretos son mi fuerte.
Además, esto lo hace más excitante todavía.
-Y de paso no se enteran el resto de mujeres de esta ciudad.
♪♪♪ -No hay más mujeres que tú en esta ciudad.
[♪ Frank Sark: "This Day"] -Eso sí.
Vaya, por fin se digna complacernos con su presencia.
¿Tú eres consciente de que eres mi mano derecha y tenemos que doblar turnos, Rita?
-Siento el retraso.
-Ya, termina tú la manga.
Ana, vete por la otra parte, por favor.
Es que es increíble.
Les das la mano y te cogen el brazo.
Y yo sin brazo no puedo coser.
-De verdad que no volverá a pasar.
Es que... Bueno, que, que tenía un lío.
-Un lío, ¿eh?
¿De los que yo creo?
-¿Es que los hay de otro tipo?
-Bueno, tú y yo hablaremos de esto tranquilamente otro día, incluso con un Bloody Mary por medio, ¿de acuerdo?
Pero ahora te necesito, Rita.
Venga, a trabajar.
-Vamos.
¿Ha aparecido el crío?
-Menudo susto.
-Susto para Pedro, que es su padre.
Y está bajo su responsabilidad.
Tú no eres su madre.
-Otra, que ya sé que no es mi hijo.
¿Pero qué os creéis?
¿Que he perdido la chaveta?
-Luisa, ¿qué?
¿Nada?
-No.
He llamado al pueblo, nadie sabe nada, y en los sitios que pensé que podía estar, tampoco.
-Bueno.
Se ha ido por su propia pena, no puede haberle pasado nada malo.
-Ana, ayúdame a traer más maniquí, por favor.
-Para empezar, si les parece, ¿pueden ir eligiendo el vino?
-¿Sabe usted quién es la persona a la que estamos esperando?
-La novia.
[grillar] -Sé perfectamente que es usted la que está detrás de todo esto.
-¿A qué te refieres?
¿A tus discrepancias con tu suegro?
-Sabes perfectamente a lo que me refiero.
-Pero ¿qué importancia tiene que discrepéis?
-Claro que es verdad que esto podría poner en peligro tu compromiso con Cristina, a la que tanto amas.
Dios no lo quiera.
-¿Por qué lo hace?
-Alberto, querido, mira, al final lo único que cuentas, ¿sabes que es?
Que todos, cada uno a nuestra manera, estamos a favor de Galerías Velvet.
Supongo que no sabe que está poniendo en juego nuestras galerías, ¿verdad?
-Supones bien.
-Disculpad el retraso.
[♪ música suave] [sirenas] -Muy buenas noches, ¿ha pasado algo?.
-Muy buenas noches.
[conversación indistinta] -...sin vida... [conversación indistinta] ♪♪♪ -¿Luisa está en el taller?
-Sí, sí, está en el taller.
¿Ha pasado algo a su marido?
-Sí.
♪♪♪ Luisa.
-¿Sí?
-¿Puede salir un momento?
♪♪♪ ♪♪♪ -El resto de las pertenencias que llevaba encima pueden recogerlas en el depósito cuando vayan a hacerse cargo del cuerpo.
-¿Dónde lo encontraron?
-En uno de los bancos de la estación del norte.
Había comprado un billete a Santoña.
-Iba a irse al pueblo, sabía que iba a irse al pueblo.
Y yo no estaba ahí en la estación esperándole.
Tenía que haber obligado a que se hiciera el tratamiento y no lo hice.
No lo hice.
Se hubiera curado.
♪♪♪ [sollozos] -Bueno, ¿alguien me va a explicar qué está pasando aquí?
¿Qué os pasa a vosotros dos?
-Tu prometido no está de acuerdo con mis aportaciones empresariales.
-Es usted quien ha puesto en duda la colección de Raúl de la Riva.
-Ni siquiera pretendo tener la razón, hija, pero desde luego no pienso apostar mi dinero por algo en lo que no creo.
-A ver, papá, pero tú eras el primero que estaba de acuerdo en contratar a Raúl.
-Raúl no es el problema.
El problema es haberle dado la libertad absoluta.
-Papá, por favor.
-Mira, hija, solo le he pedido mostrarle los modelos a nuestras mejores clientes.
-Para poder paralizar el desfile en caso de que la reacción no sea la que espera.
-Hija, sinceramente, no creo que este sea ni el momento ni el lugar apropiado para hablar de esto.
Ni creo que debas meterte.
-No.
Por supuesto que no.
Las dos personas que más quiero son incapaces de mirarse a la cara un mes antes de mi boda.
Y no es de mi incumbencia.
Si no sois capaces de separar los negocios de lo personal, entonces tenemos un problema.
-A veces, hija, están demasiado ligados como para hacerlo.
-¿Y tú qué opinas, Gloria?
-Mejor el asado.
Yo creí que hoy se trataba de probar el menú de vuestra boda, hijos.
Mentiría, Cristina, si te dijera que me gustan los modelos de De La Riva, pero es que aquí mi opinión vale muy poco.
-Tu opinión vale lo mismo que la de cualquier miembro de la Junta.
Un voto, ni más ni menos.
-Yo lo único que digo es que se ha confeccionado parte de la colección.
Hemos ido a buscar las telas a París y nos ha costado mucho dinero.
¿Qué sentido tiene votar?
-Alberto tiene razón, papá.
¿De verdad piensas que es la mejor manera de solucionar esto?
-Si tú conoces a otra mejor.
[♪ música suave] ¿Por qué no confías en Alberto, papá?
Sabe mucho más que tú de moda y tiene talento para los negocios.
-No creo que seas la persona más objetiva.
Además, el talento no me molesta, sino que ignora mis observaciones.
-Papá.
-No pongas esa cara, no va a funcionar.
-Creo que estás exagerando.
-¿Te hace feliz?
-¿Cómo?
-Qué si Alberto te hace feliz.
-Claro que sí.
-¿Estás segura?
♪♪♪ -¿Pero a qué viene esto, papá?
-Hija... Todavía estás a tiempo de no casarte.
-Es el hombre de mi vida.
Le quiero.
-¿Y el a ti?
-También.
♪♪♪ -Ven.
Todo lo que hago, hija, solo tiene un objetivo.
Que seas feliz.
-Ya lo sé.
-Pues espero que no lo olvides nunca, porque eso significa que a veces voy a hacer cosas que no te gusten.
Pero todo lo hago por ti.
♪♪♪ -Al final no me queda claro si prefieres el bacalao al horno o al pilpil.
[risas] -Si te digo la verdad, no he probado ninguno de los dos.
[risas] Siento lo de esta noche.
♪♪♪ -Gracias.
Es mi padre, Alberto.
Es la única familia que tengo.
No quiero que nuestra vida se convierta en una lucha contra las personas que tenemos alrededor.
Eso hace muy difícil ser feliz.
-¿Te puedo hacer una pregunta?
-Claro.
-¿Por qué eres tan perfecta?
-¡Uy, perfecta!
-Siempre tienes la palabra perfecta para el momento oportuno.
Y yo no sé cómo lo haces, pero siempre terminas solucionando las cosas.
Uno tendría que ser imbécil para no enamorarse de ti.
-No, Alberto.
Esto es como lo de la canción.
Hay millones de canciones maravillosas, pero uno no elige la mejor.
Elige la que le llegue al corazón.
Yo no creo que tú seas el chico más guapo de todo Madrid ni que seas perfecto.
Pero... [suspiro] -Doña Blanca, ¿tiene un momento?
-Ahora no puedo, don Emilio, estoy muy ocupada.
-¿Puedo invitarla a un café?
-Usted dirá.
-Su hija quiere irse a Barcelona, ha encontrado allí un trabajo.
Me ha pedido el finiquito.
-Eso no puede ser.
-También me pidió que no le dijese nada, pero yo no tendría la conciencia tranquila si permito que se vaya sin que usted lo sepa.
-¿Cuándo le ha dicho que se va?
-En cuanto arregle el papeleo, que en realidad no hay nada que arreglar.
Yo le he dicho que he pasado mañana por ganar un poco de tiempo, pero... En fin, eso era todo.
-Gracias.
♪♪♪ ¿Carmen?
Carmen, abre, por favor.
♪♪♪ [conversaciones indistintas] -Últimamente estás de un hablador.
-Será que no tengo mucho que decir.
-¿Has discutido con tu madre?
-Veo que eres muy observador.
-No con todo el mundo.
Os he visto esta mañana.
-No quiero hablar de eso.
-¿De qué quieres hablar?
-De nada.
Otro Gin Fizz, por favor.
Déjame sola, anda.
[conversaciones indistintas] Un Manhattan.
♪♪♪ -Deberíamos habernos quedado más tiempo.
-Aún hay gente en el taller, nos puede ver tu madre.
-Llevo mucho tiempo intentando no cometer ningún fallo.
Intentando ser tan perfecta como ella.
Pero ¿sabes qué?
Que no es tan perfecta.
Y que yo ya me he cansado de obedecer.
A partir de ahora, voy a hacer solo lo que yo quiera.
-No hagas las cosas solo por llevarle la contraria.
-No es por eso.
¿No me crees?
-No.
No importa lo que yo crea, lo importante es que tú sabes cuál es la verdad.
-¿Y cuál es la verdad?
-Da igual lo mal que lo haya hecho.
La quieres y sigue siendo tu madre.
Por eso te duele, porque, porque te importa.
♪♪♪ [sollozos] -Un poco de caldo, le sentará bien.
-Este es el teléfono de la funeraria de Don Amador.
-¿Quiere que le dé esto ahora?
-Esta criatura necesita que alguien se haga cargo de todo, no creo que ella pueda.
-Yo no.
Yo no voy a hacerme cargo de cómo quiere que se entierre su marido.
-Ella no va a querer que lo hagan de ninguna de las maneras, así que lo que decidáis estará bien decidido.
-Hazme el favor.
-Queríamos tener hijos.
-No pienses en eso, Luisa.
-Siempre hemos querido tener hijos.
Ojalá los hubiese tenido.
-Papá, ¿estás triste?
-¿Por qué me preguntas eso, Manolito?
-Porque el marido de esa mujer ha muerto.
-Venga, métete a la cama.
-Es como si se marcharan lejos.
Muy lejos.
-Pero, por muy lejos que estés, siempre puedes volver.
Por el mismo camino, ¿no?
-Sí.
Pero cuando te mueres, bueno, ya no puedes volver porque el camino de vuelta se borra.
-¿Y eso es lo que le pasó a mamá?
-¿Qué?
-¿Por qué mamá ya no vuelve?
Yo la echo de menos.
Tu madre no está muerta, Manolito.
Tu madre se fue porque tenía cosas que hacer.
Como cuando me voy yo por la mañana y me voy a trabajar.
Pues tu madre va a volver, ¿vale?
Venga, duérmete.
-¿Y por qué no lo ha hecho ya?
Ya no me quiere como a ti Clara.
-Pero cómo no te va a querer, Manolito.
Oye, a ti se te quiere nada más verte.
¿Vale?
Mira, mira.
Ven aquí, anda.
Ven aquí, Ven aquí.
A principio y cuando se van no se está mucho de menos.
Pero luego se pasa, ¿eh?
Luego se pasa.
♪♪♪ [♪ música animada] -Esto sí que no me lo esperaba.
-No me digas que no es la mejor cita de tu vida.
Buenas vistas, buena música, la mejor compañía.
-Y el whisky que no podía faltar.
-¿Quién puede resistirse a una buena botella de whisky?
-Yo, lo odio.
-Pero si vas por el segundo.
-Es que soy una chica muy sacrificada.
-Ah, ya veo.
Solo que, señorita sacrificada, también tenemos champán.
-Pues al final voy a tener que dar la razón a mi madre, que no hay que mentir nunca.
-¡No!
-¿Qué?
-¡No!
-Tenías que hablarme de tu madre.
Lo más erótico que puede hacer una mujer mientras se toma una copa conmigo es hablarme de su madre.
[risa] Querías alejar toda tentación en mí.
-No.
-Es eso.
Es eso.
-No.
-Solo que hay un problema.
-¿Cuál?
-No lo has conseguido.
♪♪♪ ♪♪♪ [♪ Laurie Stras: "Waiting Blues"] -Eres preciosa, Clara, con experiencia.
[♪ Laurie Stras: "Waiting Blues"] ¿Sabes cuánto tiempo llevaba esperando esto?
-¿Cuánto?
-Demasiado.
♪♪♪ ♪♪♪ [jadeos] ♪♪♪ [♪ Laurie Stras: "Waiting Blues"] -¿Clara?
¿Llegas ahora?
¿Pero dónde has estado?
-Pasando la mejor noche de mi vida.
¿Qué hace toda esa gente en la puerta de Luisa?
-Ha muerto su marido.
-No me puedo creer que esté pasando esto.
-No, ni tú ni nadie, es la verdad.
Oye, ¿qué haces vestida así, Clara?
Por favor.
[golpes en la puerta] -Luisa, soy Clara.
-¿Qué hace vestida así, Rita?
-¿Tú crees que es momento para fijarse en eso?
-Se ve con alguien, ¿no?
Hay otro hombre, yo lo conozco, ¿no?
Pedro... ♪♪♪ ♪♪♪ ♪♪♪ -Emilio.
Emilio.
He visto a varios empleados cruzando la calle.
-Algunos me han pedido permiso para acompañar a Luisa al cementerio y no he podido negarme.
-¿Su marido?
-Sí, le encontraron muerto anoche.
Dentro de hora y media se celebrará el entierro.
Le están esperando arriba.
♪♪♪ -No te rindas.
-Bueno, a ver qué resulta de la votación.
-No parece difícil adivinar, ¿no?
-Parece como si no me conocieras, Alberto, hijo.
Sé que puedo estar equivocada y que puedo truncar una iniciativa excelente simplemente porque no he sido capaz de apreciarla.
-¿Está dispuesta a votar a favor de la colección?
-Naturalmente.
Siempre y cuando tú respondas a mi apuesta, como creo que me merezco.
-Claro.
-Cambia el reparto de las acciones Alberto, de modo que yo quede con la mayoría y entonces te doy mi palabra de que la colección de De la Riva verá la luz.
-¿Quieres que te regale la empresa también?
-Yo lo veo más como una restitución que como un regalo.
Sea lo que sea, no va a suceder, Gloria.
-Bien.
En ese caso, atente a las consecuencias.
-Todos sabéis por qué estamos aquí.
Se trata de decidir si la colección de Raúl de la Riva saldrá a la venta o no.
No perdamos más el tiempo.
Mi voto es que sí.
Gloria.
-Yo voto en contra.
Mi voto es no.
-Gerardo.
-Sé que tenéis muchas esperanzas puestas en esta colección y sé que, dadas las circunstancias, mi voto es decisivo.
Pero yo debo votar en consciencia.
No.
-¿Algún día entenderéis que hoy estamos enterrando estas galerías?
-Yo no he votado.
-No te ofendas, Patricia.
-No me ofendas tú, Alberto.
Tengo el mismo derecho a votar que los demás.
-La niña tiene razón.
Las formas son las formas.
-Gracias, madre.
Mi voto es sí.
¿Podemos hacer una pausa?
Necesito hablar con Patricia solas.
-No, ya está decidido.
He visto la colección de De La Riva y es fabulosa.
Es algo distinto, algo que yo compraría, que mis amigas comprarían.
-Bueno, pues ha habido un imprevisto, un empate, y en caso de empate el voto de calidad le corresponde al director de las galerías, o sea, a mí.
Y yo decido que la colección de Raúl de la Riva salga a la venta.
Muchas gracias.
-Lo justo es lo justo.
Solo espero que tengáis razón, porque si no, no habrá quien salve estas galerías.
-Muchas gracias, Patricia.
No sabes lo importante que es para mí que me apoyes en estos momentos.
-Lo sé.
Y por eso lo he hecho.
Por eso y porque creo en tu proyecto, Alberto.
-Hoy me lo has demostrado.
-Hoy, y ayer, y antes de ayer, llevo semanas siendo la dependiente que más vende.
Me gustaría que te dieses cuenta de que me importan las galerías lo mismo que a ti.
Y que puedo hacerte ayuda.
Entendido.
♪♪♪ [lluvia] -Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino, hágase tu bondad, así la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día, danos de hoy.
Perdona nuestros deudas, así como nosotros los perdonamos, No nos dejes caer en la tentación.
Líbranos del mal.
[♪ música emotiva] -No puedo vivir sin ti.
No quiero vivir sin ti.
[llanto] [♪ música emotiva] -Quiero tener un hijo.
Bueno, uno o dos o tres mucosos que anden por ahí corriendo y hablando sin parar y comiendo churros también.
Y si son gordos, pues que sean, total.
¿Qué importancia tiene eso, no?
El libro de economía doméstica no me lo mandó mi madre, Ana.
Me lo compré yo y yo qué sé por qué.
Yo qué sé por qué y sé que no es el momento más oportuno para hablar de esto, pero nunca he sido yo muy oportuna de todas maneras.
Porque entre lo de Manolito y lo de Luisa, que me he dado cuenta de que la vida puede ser horrorosa.
Porque el que encuentra algo, lo pierde y el que no lo tiene, no lo valora.
Y el que lo tiene, pues... Y además que me he dado cuenta de que ya no va a pasar.
-No tiene por qué ser así, Rita.
-A la gente como nosotros la vida no le suele sorprender para bien.
Ya lo ves.
♪♪♪ [♪ música emotiva] -Me lo pasé muy bien anoche.
-Yo también.
¿Cuándo nos volveremos a ver?
-Me estás viendo ahora, ¿no?
[♪ música emotiva] [♪ música emotiva] -Mi madre se murió cuando yo tenía ocho años.
Creí que lo peor que te podía pasar en la vida es que se muriera la persona que más quieres.
Y es verdad, es lo peor que te puede pasar.
Pero también puedes salir adelante.
-Lo sé.
-Tienes mucha gente que te quiere, Luisa.
-Voy a hacer que el culpable pague por lo que ha hecho.
No hay culpable, Luisa.
Juan estaba enfermo.
♪♪♪ [♪ música emotiva] -Espero que algún día puedas perdonarme.
Ojalá pudiera cambiar las cosas.
-Usted misma lo ha dicho, no se puede cambiar.
Hizo lo que hizo y ya nada tiene remedio.
Pero es mi madre y seguirá siéndolo cometa los errores que cometa.
♪♪♪ -¡Mamá, por favor!
¡Mamá, por favor!
¡No puedes sacarme de casa!
-Es su hija, señora.
-¿Le ha sacado las maletas a la puerta?
-Sí, tal como lo ordenó.
-¡Mamá, por favor!
-Que no entre.
No quiero verla.
¡Mamá, por favor, vamos a hablar!
-Ah, y hoy cenaré temprano, Elvira.
Gracias.
-¡Mamá!
-Sí, señora.
-¡Mamá!
¡Mamá, por favor!
-Hola.
No voy a seguir esperando.
-¿Y lo que tenías que pensar?
-Tú querrías una respuesta y ya la tengo.
-¿Cuál es?
-Aquí no.
Ven.
♪♪♪ -¿Por qué me has traído aquí?
-Espera.
-Alberto... -Quiero darte la respuesta que de verdad te importa.
-¿Qué sientes por ella?
-Que me podría enamorar de ella.
Si no te hubiese conocido a ti, Ana.
Hoy en el cementerio, cuando he oído a Luisa hablar era como si me estuviera oyendo a mí mismo.
Yo ya no puedo vivir sin ti, Ana.
Ya no.
Por eso te he traído aquí, porque quiero darte la respuesta.
-Ya me lo has dado.
-No, todavía no.
Espera.
Cierra los ojos.
Ven.
No los abras, por favor.
♪♪♪ [♪ Kathleen Irvine: "My Destiny"] [risas] -¡Qué bonito!
-Sí, gracias.
-Me encanta, Rita.
-Te lo podía haber hecho yo.
-Seguro que hubiera sido mejor.
[risas] -¿Estás seguro de lo que vas a hacer?
-Sí.
-¿Lo has pensado bien?
-Llevo doce años pensándolo, Mateo.
-¿Sabes que si esto se descubre se acabó Velvet?
No se va a enterar nadie.
¿Has cogido los anillos?
-¿Los anillos?
-Te los he dado.
-¿A mí?
-Te los he dado antes de salir.
-Que sí, hombre, tranquilo.
♪♪♪ -Tú estás preciosa.
-Gracias.
-No sé, Rita.
No me había imaginado nunca este día así.
Anda, si te cuento yo cómo me había imaginado mi vida, pues ni te lo crees.
-Me imaginaba con mi tío llegando al altar y con vosotras allí.
♪♪♪ -Están tardando mucho, ¿no?
-No.
¿Estás nervioso?
-Un poco.
-Ya se te pasará.
Oye, ¿por qué no vas y hablas con...?
♪♪♪ [♪ Kathleen Irvine: "My Destiny"] [♪ Kathleen Irvine: "My Destiny"] -Alberto, ¿quieres a Ana como esposa y al aceptarla te comprometes a honrarla en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de tu vida?
-Sí.
Quiero.
-Ana, ¿quieres a Alberto como esposo y al aceptarlo te comprometes a honrarlo en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de tu vida?
[♪ Kathleen Irvine: "My Destiny"] Ana, ¿quieres a Alberto como esposo y al aceptarlo te comprometes a honrarlo en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de tu vida?
-No.
Alberto, yo te quiero, pero así no.
[♪ Kathleen Irvine: "My Destiny"] -¿Me puedes explicar por qué estamos aquí y no en la iglesia dándole el "si quiero"?
-¡Eh!
-¡Rita, para!
-¡Rita!
¡Es Alberto, no lo ves!
-Empiezo a pensar que todo esto fue un error desde el principio, Mateo.
-Lo único que puedo asegurar es que sé de una que jamás te dejaría plantado en el altar.
-Si algún día me caso con él, quiero que sea solo porque me quiere, porque nos queremos y queremos celebrarlo con toda nuestra gente.
Quiero que sea el mejor día de mi vida y no tener la sensación de que me caso a escondidas y que me voy a pasar así toda mi vida como si estuviera haciendo algo malo, Rita.
-¿Estás saliendo con Mateo?
¿Pedro lo sabe?
-Sí, pero la cosa es que ya puedo contarlo.
-¿Y qué es lo que vas a contar, Clara?
Solo somos dos personas que se gustan y disfrutan con la compañía del otro.
Ahora, si me disculpas.
-Me alegra que no te hayas marchado.
Y estoy segura de que no soy la única que se alegra.
-¿Max?
¿Quieres que salgamos esta noche a celebrar lo del desfile?
-Lo siento, Carmen, no creo que sea buena idea.
Creo que me estoy enamorando de otra persona.
-Señorita Cristina, ¿le importaría llevarle a Alberto un sobre?
-Las cosas se demuestran con hechos.
Yo llevo desde que llegué de Londres demostrándote lo mucho que me importas.
Y tú no has hecho nada.
¿Qué has hecho tú, Ana?
-Alberto, llevamos mucho tiempo esperando este día.
Hoy después del desfile se acaba todo.
-A mí se terminó en el momento que saliste por la puerta de esa iglesia.
Haz el favor y sal de mi despacho.
-Pensé que a lo mejor te hacía ilusión verme, a pesar de ese novio tuyo.
¿O ya no tienes novio?
-No, no se va a descoser ni un solo punto de este vestido.
Necesitamos una maniquí con la misma constitución.
-Yo la tengo.
-¿Quién?
-Puede que todavía no sean conscientes, pero hoy es el día más importante de sus vidas.
Por eso necesito que pongan el 150% en el 200.
Porque su futuro está en esto que están cosiendo.
Por eso necesito que pongan el corazón en cada [inaudible].
Que me demuestren que yo no me equivoqué el día que elegí este taller para trabajar.
-Yo no he criado una mujer que se deje vencer así como así.
Lo que tengas que hacer, hazlo.
-"Alberto, perdóname.
No puedes dejar que después de tanto tiempo, lo nuestro se acabe así.
Tenemos que hablar.
Te quiero".
Support for PBS provided by: