
An Angel in Hell
Episode 14 | 51m 27sVideo has Closed Captions
Samuel remains in danger until Jose completes his deal with the Colombians.
Joao tells Jose and Lucia that he will keep Samuel at the farm until Jose completes his deal with the Colombians. However, when Lula shows Joao compromising photos of Jose and Maria, he changes the terms of their deal.
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback

An Angel in Hell
Episode 14 | 51m 27sVideo has Closed Captions
Joao tells Jose and Lucia that he will keep Samuel at the farm until Jose completes his deal with the Colombians. However, when Lula shows Joao compromising photos of Jose and Maria, he changes the terms of their deal.
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback
How to Watch The Accident
The Accident is available to stream on pbs.org and the free PBS App, available on iPhone, Apple TV, Android TV, Android smartphones, Amazon Fire TV, Amazon Fire Tablet, Roku, Samsung Smart TV, and Vizio.
Providing Support for PBS.org
Learn Moreabout PBS online sponsorship[♪ música de tensión] - ¿Dónde está mi hijo, hijo de puta?
¿Dónde está mi hijo?
- Ya habrá tiempo para eso.
- ¿De qué coño va esto?
¿Por qué te llevas a Samuel?
- Lucía, tu padre es un hombre muy impulsivo.
Queremos asegurarnos de que no volverá a hacer ninguna tontería más.
- ¿Que todo esto por mi padre?
- Tenemos en marcha un negocio importante y no queremos que salga mal.
- Me da igual.
Me juraste que no ibas a tocar a mi familia.
¿Dónde está?
- !¡José!
!¡José!
!¡Déjalo!
!¡Déjalo, por favor!
!¡Déjalo!
!¡Déjalo!
- Para, Martín.
Suficiente.
- José, ¿estás bien?
- Mantened la calma y nadie saldrá herido.
Samuel simplemente va a pasar unos días estupendos jugando con su amigo Pablo, mientras nosotros haremos el negocio.
- Si le decís a alguien lo que está pasando, el niño muere.
Si se lo contáis a la policía, el niño muere.
¿Queda claro?
¿Queda claro?
Bien.
Ahora Samuel volverá con vosotros para que todo el mundo se tranquilice.
Martín os acompañará para asegurarse de que todo va bien.
Y tenéis una hora para volver.
- Lo está buscando la policía.
- Bien.
Llámalos.
- ¿Ahora?
- Sí, claro.
Diles que el niño se ha escapado del colegio y lo habéis encontrado cerca de la casa.
Y Lucía, hazlo bien, porque la vida de tu hijo depende de ello.
- Hijo de puta.
- Sí, eh, Ramón.
Que... Sí, que hemos encontrado a Samuel.
Sí, estaba en, en un parque al lado de casa.
Sí, menudo susto nos ha dado.
Que... No, no te preocupes.
Es que vamos a ir a, vamos a ir a casa a estar con la familia para estar más tranquilos, sí.
Muchas gracias.
Adiós.
Quiero ver a mi hijo.
♪ Yo que siempre te seguí.
♪ ♪ Que te quise bien.
♪ ♪ Hoy construye tu vida sin mí.
♪ - Samuel.
Hola, Samuel, mi amor.
Hola.
¿Samuel?
¿Qué le pasa?
¿Qué le pasa a mi hijo?
- Son los efectos del cloroformo.
Él está bien.
- Samuel.
- Lucía, haz todo como te hemos dicho, por favor.
- Me das asco.
- Pues tú a mí no.
A mí me gustas mucho.
Si no fueras tan tonta, nada de esto hubiera pasado.
Podríamos... En fin.
Quiero que sepas que no estoy de acuerdo con esto del niño.
Fue una idea de Joao.
A mí no me gusta.
Tú solo piensa.
Son 48 horas, no le va a pasar nada hasta que solucionemos lo nuestro.
Y luego te lo llevas.
- ¿Tú crees que yo me voy a fiar de ti?
- Muy bien.
Un consejo.
No hagas más tonterías.
- Sí, vale.
- Bueno, ahora vamos a ser convincentes y cuando antes nos quitemos de encima, mejor.
- Todo esto es culpa tuya.
- ¿Que qué?
- Que todo esto es culpa tuya, José.
¿Por qué tuvisteis que meterte en ese negocio de mierda?
¿Eh?
No podías ser un trabajador normal, tenías que ser el puto amo, ¿no?
Vamos a ir a la policía y vamos a hablar con Ramón.
- Pero no vamos a ir a la policía.
- ¿Por qué?
- Porque lo ha dicho Joao.
- Que me da igual lo que diga Joao.
Me da igual.
- A mí no me da igual lo que diga Joao.
- Por favor, no quiero que no, no, no quiero que el niño vuelva a la finca, José.
Vámonos.
Arranca y vámonos.
- ¿Dónde vamos?
Lucía, ¿dónde vamos?
- No lo sé.
No lo sé.
- Antes de llegar al final de la calle nos pegaría un tiro.
A ti y a mí.
Lo único que les importa es su puto negocio.
No le van a hacer nada a Samuel, te lo prometo.
Son unos días, nada más, y ya está.
Por favor.
Vámonos.
- Ya están aquí.
- Samuel, cariño.
- ¿Está bien?
- Sí.
- Sí, se ha quedado dormido en el coche, estaba muy cansado el pobre.
No ha comido nada.
- Ay, le he preparado algo ahora mismo.
- No, no hace falta, mamá.
- Qué susto, ¿no, Lucía?
- Sí.
- ¿Cómo está él?
- ¿Qué te ha pasado en el labio?
- Nada, que me comí una rama en el parque.
Iba corriendo sin mirar y... - Venga, todo mundo para su puta casa, ¿eh?
Que esta gente quiere descansar.
- Sí.
Sí.
Lucía... - Nos vamos.
Y otro día lo celebramos.
¿Eh?
- Por supuesto que sí.
- Lucía, me llamas si lo necesitas, ¿eh?
- Hasta luego, hija.
- Adiós.
- Adiós.
- Hasta luego.
- Adiós.
- Venga, mamá.
[quejidos] - Mamá.
- Mi amor, hola.
¿Cómo estás, cariño?
- Bien.
- ¿Sí?
¿Te acuerdas de algo?
- Estaba en el cole y... - ¿Y?
- Bueno, es que... - Bueno, no pasa nada, ya estás en casa.
¿Eh?
¿Qué quieres cenar?
Macarrones con tomate, ¿a qué sí?
Qué rico.
- Es María.
Quiere hablar conmigo.
Estoy pensando que podría ayudarnos con lo de Samuel.
- Sí.
- No sé, hago lo que tú me digas.
- Pues... pues ve a verla y dile que, que cuide de Samuel mientras que está en la finca.
Es lo mínimo que puede hacer.
- Vale.
- Venga, a lavarse las manos.
A ver cómo te levantas.
Venga, como un zombie.
Venga.
Ay, Dios.
¿Qué haces aquí, papá?
- ¿Qué significa esto, Lucía?
Ahí fuera está el matón de Paul.
¿De qué va todo esto?
- Fue Joao quien se llevó a Samuel.
- Lo sabía.
- Papá, por favor.
Se lo llevaron para tenerte controlado.
Así que te pido, por favor, o sea, necesito que me jures que, que no vas a volver a entrometerte.
- ¿Sabes que esto no va a funcionar?
Lo sabes, ¿no?
- Papá, te lo pido, por favor.
- Está bien.
Si es lo que tú quieres.
- Necesito que te encierres en casa y no hagas nada.
¿Vale?
Nada.
- María.
¿Hola?
María.
María.
María.
María.
María.
Joder, no me hagas esto.
María.
Venga, aguanta ahí, ¿eh?
Ahora te vas a poner de pie, ¿vale?
Ahí.
Vale, entra despacio.
Vale, siéntate, siéntate.
Eso.
Así está.
[tose] - Samuel, mira, vamos a jugar al escondite, ¿vale?
- ¿Ahora?
- Sí, claro, ahora.
Te vas a meter en el armario, ¿vale?
Escúchame bien, no puedes salir ni hacer ruido hasta que mamá no te lo diga, ¿vale?
- Vale.
- Venga, adentro.
Quieto, ¿eh?
Quieto ahí.
[timbre] - Vámonos.
- Eh, perdóname, ¿puedes darme un minuto más?
Es que estoy terminando de hacer la maleta del niño, ¿vale?
Oye, por favor, ¿dónde vas?
Perdona.
No, no, no, no, por favor, por favor.
- Hija de puta.
- !¡Mamá!
- Te vas a por él ahora o os pego un tiro a los dos.
Y en la sesera.
Vamos.
Baja al niño.
- Voy.
- Mamá.
- ¿Qué?
- ¿Estás llorando?
- No, mi amor.
- Si no quieres, no me quedo.
- No, cariño, te han invitado, estaría muy feo.
Venga, vamos.
- Mamá.
- ¿Qué?
- No estés triste, es solo un fin de semana.
- Ya lo sé, cariño.
Pásatelo muy bien, ¿vale?
- Vale.
- Ve a saludar a tu amiguito.
- Tu amigo.
- Mi tío me ha comprado un quad nuevo, ¿quieres verlo?
- Sí.
- Mira a quién tenemos aquí, al pistolero más bravo del oeste.
Lucía, Martín me ha dicho que has sido una chica mala.
Mira que me gustas, Lucía.
Mira que me caes bien.
Pero como vuelvas a hacer otra tontería me voy a enfadar.
Mucho.
Pórtate y enseguida tendrás a tu niño en casa.
- ¿Cómo estás?
- ¿Qué hacemos aquí?
- No sé, esperaba que me lo contaras tú a mí.
Me mandaste un mensaje para que viniera corriendo.
- ¿Sí?
- Desde tu móvil.
- No me acuerdo.
- María, te encontré tirada en la cama, en ropa interior, inconsciente.
No sabía si estabas viva o muerta.
¿Qué has hecho?
¿Me cuentas qué te has tomado, por favor?
- Que no me he tomado nada.
No me he tomado nada.
- ¿Y cómo llegaste a la casa?
Tu coche está ahí.
- No lo sé.
- ¿De qué te acuerdas?
No lo sé.
Lo último que recuerdo es que estaba con Lula tomándome algo en la cafetería, y ya está.
- Sabes que mi hijo está secuestrado.
- ¿Qué?
¿Cómo que está secuestrado?
- Joao no quiere que nadie entorpezca sus negocios.
- Ay, lo siento.
Lo siento.
- Escúchame.
- Dime.
- Te vengo a pedir un favor.
- Lo que quieras.
- Que vuelvas a casa y que cuides de Samuel.
- Vale.
- Que te asegures de que está bien.
- Vale.
Tranquilo, ¿vale?
- Gracias.
- Yo no le he llamado.
- Mucho cuidadito con lo que haces.
Ya sabes lo que hay.
- Hola.
- Hola.
- ¿Pasa algo?
- Dímelo tú.
- ¿Qué?
- Eh... ¿Qué hace este aquí?
- Bueno, que Samuel va a pasar el fin de semana con, con Pablo.
Se me ha olvidó el pijama y hemos venido a recogerlo.
- Fin de semana con su amiguito, el sobrino de Joao.
- Sí, sí, son muy amigos.
- Claro, claro.
¿Me invitas a pasar?
- No, ahora no puedo, Martín me está esperando.
Eh, subo y, y lo bajo enseguida, ¿vale?
- He encontrado esto en los alrededores del colegio.
Me parece que es de Samuel.
- Sí.
- Qué raro, ¿no?
Que lo haya perdido en el cole.
Se iba al parque... - Buenas tardes.
- Buenas tardes.
[disparo] - ¿Qué haces, Joao?
- Espantando a esos bichos.
Me están destrozando el tejado.
Qué asco, son como ratas con alas, las muy hijas de puta.
- No las mates.
- No seas tan sentimental.
Solo las estoy espantando.
¿Qué?
- ¿Qué?
- ¿Que cómo te ha ido?
Me ha dicho Lula que, que, que has salido de compras.
- Sí, pero no he comprado nada.
- Uno, dos, tres, cuatro... - ¿Pablo tiene visita?
- El hijo de Lucía y José.
Va a pasar unos días con nosotros.
- ...nueve, diez.
- Muy bien.
- !¡Quien no se haya escondido, tiempo ha tenido!
- Voy a saludarle a ver si necesita algo.
- No, no, no.
No te preocupes.
Ya se ocupa Lula.
- Vale.
Si me necesitas estoy en mi dormitorio.
- Lucía.
- José.
¿Qué?
¿Has visto a María?
¿Te, te ha dicho algo Samuel?
- Sí.
- ¿Cómo, cómo está?
- Sí, me ha dicho, eh, me ha dicho que está muy bien.
Que come mucho, que, que está con Pablo, que ni pregunta por nosotros ni nada.
- Vale.
- Saldrá bien, ya lo verás.
- Cuando estuvimos en el hospital le hice una promesa a Samuel.
¿Te acuerdas de aquella noche?
- Sí.
Recuerdo que pensé: ¿Cómo se le puede decir a unos padres que no hay esperanza?.
No me digas eso.
Nunca he pasado más miedo en mi vida.
- Pues le... le prometí que... que si era fuerte y salía adelante no... no lo iba a dejar nunca solo.
Le dije que no le iba a dejar solo, José.
- Mis ojos están fijos en Yahweh.
Vuelvete a mí, tenme piedad.
Mis ojos están fijos en Yahweh.
Vuelvete a mí, tenme piedad.
Mis ojos están fijos en Yahweh.
Vuélvete a mi, tenme piedad.
Mis ojos están fijos en Yahweh.
Vuelvete a mí, tenme piedad.
Mis ojos están fijos en Yahweh.
Vuelvete a mí, tenme piedad.
Mis ojos están... !¡Ah!
!¡Dios!
- Papá, ¿qué pasa?
- Juan, no me digas lo que tengo que hacer, ¿eh?
Que precisamente de niños tú no entiendes nada.
- Yo solo digo que deje que le eduquen como le dé la gana, que para eso soy su padre, coño.
- Claro.
- Hola.
Buenos días, Teresa.
- No tan buenos, hija.
Perdona, que tengo prisa.
- No le hagas ni caso.
- Está bien, ¿no?
- ¿Qué tal?
- Bien.
Bien.
- Oye, Isa, ya que te tengo aquí, ¿te puedo pedir un favor?
- Sí, claro.
- Sobre lo de, sobre lo de anoche.
Que no sé si se lo has contado a Lucía o... - No, no se lo he contado.
- Ah, bueno, pues, pues mejor.
Es que yo preferiría que no... - Juan.
- ¿Qué?
- Que no me abren.
¿Tienes llaves?
- Ahora voy.
- Está nerviosa.
- Ya.
Bueno, ¿no?
¿Te parece bien?
Lo de... - Sí, sí, sí.
Como tú... - Es que me imagino que como sois tan amigas, pues que a lo mejor tú se lo habías... - Bueno, pensaba contárselo, la verdad.
- Ah, ¿sí?
Bueno.
Pues yo, hombre... No me preguntéis por qué, pero yo me sentiría más cómodo si no... ¿eh?
- Tranquilo.
Sí, sí.
- Gracias, Isa.
- No, de nada.
Adiós.
- ¿De qué hablabas tanto con Isabel?
- Nada.
¿Has llamado bien?
- Sí.
Hola.
- Hola.
- Hijo.
- Estaba en la ducha, ¿no ves?
- Ya, que tardabas mucho.
No he pegado ojo en toda la noche por el disgusto que nos dio tu hijo ayer.
- Ya me imagino.
- ¿Cuándo se ha visto que un niño de siete años se escape del colegio?
Vamos, es que me hacéis eso vosotros y os mato.
Fíjate lo que te digo, !¡os mato!
- Mamá, ¿yo qué te he dicho ahí fuera?
- Pero si es verdad.
Dile a Lucía que baje, anda.
Que tengo que hablar con los dos.
- A Lucía no le digo nada, déjala tranquila, por favor.
No tienes que hablar con nadie.
- Muy bien.
¿Te parece bonito que después de la que lió ayer Samuel lo premiéis mandándole dos días a casa de un amigo?
- Samuel es mi hijo.
Y no me digas cómo tengo que educarle.
Y ahora vete de mi casa, por favor.
- ¿Cómo te atreves?
Ay.
Creo, creo que me voy a desmayar.
Ay, ay, que mal me encuentro.
- Pues te vas a tener que desmayar en la calle, mamá.
- Ay, qué mal me encuentro, hijo.
- Anda, vamos.
- Ay, qué, qué me, qué me encuentro mal, hijo.
Ay, ay, ay, ay, ay, ay.
- Buenos días, Lula.
- Buenos días.
María, disculpa.
Venía a traerle una cosa a mi hermano.
- Déjaselo ahí en la mesita, luego se lo doy yo.
- No, tranquila.
No hay prisa.
- Lula, ¿tú no habrás visto mi reloj nuevo?
- ¿El que te regaló Joao?
- Mjm.
Lo llevaba ayer.
O eso creo, porque no lo encuentro por ninguna parte.
- Pues no sé, ayer fuiste de compras, ¿no?
A lo mejor se te cayó mientras te probaste algo.
- No lo sé.
La verdad es que de ayer, cuando me dejaste, no recuerdo nada más.
- Qué extraño.
- Sí.
- ¿Y desde cuándo recuerdas?
- Eh, recuerdo que de repente estaba en mi coche.
Pero nada más.
- Pues cuando te dejé estabas un poco mareada.
A ver si te va a tener que ver un médico.
- Qué raro, no sé.
- A lo mejor es que estás un poco estresada.
¿Hay algo que te preocupa?
- No.
Bueno, haber perdido el reloj.
Eso.
- Pues por eso no te preocupes.
Joao no se va a enfadar.
A Joao le preocupan más otro tipo de cosas.
- Qué buena pinta tienen.
- Sí.
Son de mantequilla, ¿eh?
Son de los buenos, nada de bollería industrial.
Tienes mala cara, Lucía.
- Que no, estoy fatal con la migraña, no duermo bien.
Pero vamos, no te preocupes.
Eh, cuéntame lo que me ibas a contar estos días, que al final no me lo has dicho.
- Ah, no, no, nada.
Sería lo de... Bueno, lo de que me enfadé con Julián.
Pero vamos, que el, que el enfado gordo gordo ya se me ha ido pasando.
- No, era algo de Juan.
- ¿De Juan?
- Sí, ¿no te acuerdas?
- Ah, no.
Ah, bueno, sí, nada.
Una curiosidad que he tenido desde hace tiempo.
Que, es que... Vosotros cuando, cuando erais jovencitos y eso, ¿hubo algo entre vosotros?
- No.
Juan ha sido mi mejor amigo siempre, pero... - ¿Y tú no le gustabas?
- Pues, pues no lo sé si le gustaba.
¿Por qué me preguntas eso?
- No, lo digo porque tú... - ¿Por qué?
- Bueno... Porque tú eres muy guapa, él no es gay y no sé... - ¿Qué tiene que ver eso?
Eh, ¿quieres leche?
- Sí, sí, sí.
- No sé, va...
Ya, ya, ya.
- Vamos, no lo sé, si... Si le gustaba al menos no me lo dijo nunca, yo no sé.
Además luego empecé enseguida con José.
- Ya, ya.
- ¿Por qué me preguntas eso ahora?
- Bueno, no sé, porque... porque a Juan le importas mucho.
Fíjate, es que, es que se preocupa hasta por lo que puedas pensar de él.
- ¿Qué voy a pensar yo de él?
- No, nada.
No sé, nada, nada.
Bueno, yo ya he hablado.
Ahora te toca a ti.
- ¿El qué?
- Contarme lo que te pasa.
Y no me vale la migraña.
- Eh...
Son cosas mías, Isa.
Ya te las contaré, es que ahora no te las puedo contar.
- !¡Opa!
¿Y ese detallito?
- Los colombianos.
Que quieren que probemos la mercancía antes de cerrar el acuerdo.
- Pues bueno.
- ¿Podemos hablar, Joao?
A solas.
- Sin problema.
- ¿Qué es eso?
- Ábrelo.
[♪ música de suspenso] - ¿De dónde has sacado esto?
- Les he seguido hasta una casa rural que tienen alquilada para sus encuentros.
- ¿Quién más lo sabe?
- Juraría que nadie.
Prométeme que le harás pagar a esa filha da puta lo que se merece.
♪ Son tus labios rojos los que me empujan.
♪ ♪ Pero más me vuelvo loco si te desnudas conmigo.
♪ - ¿Os acordáis de la chapa que nos daba el Lucas con esta canción?
- Cómo se le echa de menos al cabrón.
- Puta mierda de vida, joder.
A nuestro colega le han cortado la cabeza y nadie ha movido un dedo.
En cambio el portugués sigue en su casa como si nada.
- Los que tienen pasta, que siempre se libran de todo.
- Pues no puede ser, cojones.
No podemos quedarnos de brazos cruzados como si nada.
- Que ese tío es muy peligroso, Manu.
Que nosotros no podemos hacer nada.
- O sí.
- ¿En qué coño estás pensando?
- A que no tenéis pelota a entrar a la finca de Ferreira y joderle la vida.
- ¿Que no hay?
Por ti, Luquita.
- Por Lucas.
- Ya no hay marcha atrás, lo sabes, ¿verdad?
¿Seguro que no quieres que me encargue yo?
- No.
Quiero hacerlo yo.
- !¡Toma!
!¡Alto, el ladrón!
- Pablo, cariño, ¿de dónde has sacado este reloj?
- Del joyero de mi madre.
[♪ música de tensión] - !¡Lula!
!¡Lula!
¿A dónde crees que vas?
Apaga el coche.
!¡Apaga el coche!
- Buenas tardes.
- Buenas.
- Perdone que venga sin avisar, espero no molestar.
- No, que va. - Señor Ferreira.
- Buenas tardes, señor inspector.
Eh... - Buenas tardes.
- Siento no poder atenderle, tengo que resolver un asunto muy urgente.
- No le hagas este feo, ya irás más tarde.
- No se preocupe, váyase tranquila, no es nada importante.
- Vale.
- ¿Todo bien?
- Sí.
- Deja, ya lo hago yo.
- Gracias.
- De nada.
- Usted dirá.
- Simplemente comprobar que, pues que todo fuera bien.
Cómo hace mucho que no se dejan ver por el pueblo.
- Será porque no se fija.
Nosotros pasamos continuamente.
- No, es mía.
- ¿El crío ese no es...?
- Es el hijo de Lucía y José.
- ¿Sí?
- Está pasando unos días con nosotros.
- Ah, ah.
Eh, supongo que no les importará que, que les salude un momento.
- Por supuesto.
- Samuel.
Pablo.
- ¿Qué pasa, figura?
- Hola, poli.
- ¿Qué?
¿Cómo estás?
- Muy bien.
El tío de Pablo nos ha montado una cometa.
- ¿Ah, sí?
- Y cuando haya viento, la echaremos a volar.
- Anda.
- ¿Y sabes qué más?
- ¿Qué más?
- Vamos a limpiar el coche a todos.
- ¿A todos?
¿Tú también?
- Si quieres, te lavamos el tuyo por un euro.
- Pablo.
- ¿Por un euro?
¿Eh?
Pues mira, no te digo yo que no.
Lo que pasa es que hoy me viene un poco mal.
Me lo voy a pensar.
¿Eh?
Venga, a jugar.
Cuidado con las pistolas, ¿eh?
Venga para allá, venga para allá.
- !¡Ay!
No, es mía.
- Bueno, pues visto que está todo bien, yo me marcho.
- Pues muchísimas gracias por su visita.
Se deja el abrigo.
- Uy, no me fijo.
Gracias.
Buenas tardes.
- Buenas tardes.
[♪ música de tensión] - José.
- ¿Qué haces aquí?
¿Mi hijo está bien?
- Joao quiere hablar contigo.
¿Vamos?
- ¿Samuel, está bien?
- Tu hijo está estupendamente.
Te traigo un mensaje de su parte.
- Hola, papá.
¿A que no sabes que?
He aprendido a agarrar mariposas.
Pablo dice que se mira muy bien.
Cuando llegue a casa os las voy a enseñar a ti y a mamá.
Te quiero, papá.
- Es una pena que tengan que crecer, ¿verdad?
Son tan tiernos así.
- ¿Cuánto va a durar esto?
- Eso depende de ti.
Mírame.
Mírame, joder.
Que quiero que entiendas perfectamente lo que te voy a decir.
Las condiciones han cambiado.
Para salvar a tu hijo vas a tener que matar a alguien.
Ahora mismo está desaparecida, pero seguro que se te ocurre cómo encontrarla, ¿verdad?
Supongo que no tengo que explicarte.
Porque te cuento a ti precisamente esto.
[♪ música de tensión] - Todo aquí, todo aquí, todo aquí, todo aquí.
¿Eh?
Javi, aquí.
Ahí, Dadid.
!¡Vamos, vamos, vamos, vamos!
La puta.
- Venga.
¿Qué haces, tío?
- No sé si es buena idea.
[chillidos] - !¡Manu!
!¡Vamos, que se van a despertar!
!¡Manuel!
!¡Manuel!
[Habla en portugués] - José.
¿Qué pasa?
[Habla en portugués] - Buenos días.
- Buenos días.
- Niños.
Niños.
Salid al jardín a jugar, que vais a romper un jarrón.
Vamos, vamos.
Martín.
[♪ música de radio] - ¿Qué vais a hacerme?
!¡Ayuda!
!¡Ayuda!
- ¿Qué ha sido eso?
- No sé, debe haber sido un cerdo.
- ¿Y por qué gritaba así?
- Porque allá al fondo los despiezan.
- ¿Qué es eso?
- Que los cortan a trozos.
- ¿Vivos?
- No, hombre, no.
Muertos.
- Quiero verlo.
- No podemos, mi madre no me deja.
- Venga, que no se van a enterar.
Vamos.
- Está cerrado.
- Espera.
- Venga, que nos van a pillar.
- !¡Ayuda!
- Basta.
Qué gracioso, estás ahí colgado.
Me inspiras... qué se yo, hasta ternura.
Me recuerdas a mis cerdos.
Y yo a mis cerdos los quiero mucho.
No como tú, que los querías convertir en jamón ahumado.
- Lo siento mucho.
Lo siento.
- Y más lo vas a sentir cuando te prenda fuego, igual que tú a ellos.
- Por favor, no, por favor.
- Hago lo que me pidas, se lo juro.
- Por favor, por favor, no quieres que haga.
¿Pero qué te pasa, muchacho?
¿No quieres morir?
Normal.
- Por favor.
- Tan joven, con tanta vida por delante.
- No me hagas nada, por favor.
- Y cómo me aburre esta charla.
- Por favor.
- Decidido.
- !¡No!
!¡No!
!¡Sacorro!
!¡Sacorro!
- Decidido, muchacho, que te voy a perdonar.
¿Sabes por qué?
Porque soy un sentimental.
Porque tu padre y yo hemos sido muy buenos enemigos.
Y mira por dónde le voy a dar una alegría por los viejos tiempos.
- Se lo juro que le pagaré todo.
- Pero por supuesto que me vas a pagar, muchacho.
Hasta el último céntimo.
Ahora escúchame con atención.
Si te vuelvo a ver en mis tierras, te meto vivo en la máquina trituradora de huesos y sales de aquí repartido en bolsas de plástico.
¿Me entiendes?
¿Me entiendes?
- Sí, señor.
Sí, señor.
[timbre] - Buenos días.
¿José Espada?
- Sí, soy yo.
- ¿Me echa una firmita?
- ¿Quién lo envía?
- El señor Joao Ferreira.
Muchas gracias.
[♪ música de tensión] - Buenos días.
- Hola.
- ¿Tampoco has dormido hoy?
Yo tampoco.
- Ya lo sé.
- No, no lo sabes, José.
No puedo, de verdad.
Ya no puedo estar un minuto más sin Samuel, por favor.
Vamos a llamar a la policía.
- No, no vamos a hacer eso.
- Por favor, José.
José.
- Mientras hagamos lo que Joao dice, no le va a hacer daño.
Pero como se entere que hemos llamado a la policía, es que a lo mejor nos volvemos a ver a Samuel.
Como a Lucas.
- ¿Cómo pude llegar hasta aquí?
Por favor.
[golpean la puerta] ¿Y eso?
- ¿Qué hacéis aquí?
- Por favor, necesito que me ayudéis.
Por favor.
- ¿Samuel?
¿Le ha pasado algo a Samuel?
- No, no, no.
Samuel está bien.
- ¿Qué?
- Joao se ha enterado de todo.
- Joder.
- De todo.
- ¿Te ha seguido alguien hasta aquí?
- No.
No, no, no.
El coche lo he dejado lejos.
Lo he dejado a varios kilómetros y he venido andando.
Me quiere matar.
Me quiere matar y me va a matar.
Y sus hombres me están buscando, José.
- Eh... Bueno, va-vamos a buscar un sitio donde esconderte, pero aquí no te puedes quedar.
Lo siento.
- Lucía, por favor.
Es el único sitio donde no me van a... - !¡Que no podemos!
- Lucía.
- Tu marido tiene secuestrado a mi hijo.
¿Entiendes?
- Por favor.
- Que no puedes quedarte aquí.
O sea... No sé, explícaselo tú.
- Bueno, ¿nos tranquilizamos un momento?
- ¿Encima esto?
- Si la encuentran la van a matar.
Pero es mejor que no te vean aquí.
Voy a por las llaves y me la llevo.
- ¿Qué dices?
José.
- Lo siento.
Lo siento muchísimo.
Lo siento.
[♪ música de tensión]
Support for PBS provided by:















