

Countdown
Season 1 Episode 16 | 1h 24m 29sVideo has Closed Captions
The big day has come. Alberto receives a mysterious letter.
The big day has come, and Cristina must approve the new dress Ana made overnight. Alberto receives a mysterious letter.
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback

Countdown
Season 1 Episode 16 | 1h 24m 29sVideo has Closed Captions
The big day has come, and Cristina must approve the new dress Ana made overnight. Alberto receives a mysterious letter.
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback
How to Watch Velvet
Velvet is available to stream on pbs.org and the free PBS App, available on iPhone, Apple TV, Android TV, Android smartphones, Amazon Fire TV, Amazon Fire Tablet, Roku, Samsung Smart TV, and Vizio.
Providing Support for PBS.org
Learn Moreabout PBS online sponsorship-Tú qué te crees?
¿Que te vas a pasar tu última noche de soltero solo en casa?
-Tú y yo nos vamos de fiesta.
-Un brindis por la boda del año.
-Alberto, el deber me llama.
Tenéis que seguir la fiesta sin mí.
-¿Qué es lo que está pasando?
-El vestido de doña Cristina, que lo hemos perdido.
-¿Qué?
-Hay que encontrar una solución.
-No estará pensando en coser un vestido nuevo en una sola noche.
-¿Acaso tenemos otra opción?
Vamos a hacer el vestido más bonito que haya salido de las Galerías Velvet.
-Que hemos terminado el cuerpo de encaje.
Que el vestido está listo.
-Chicas, llegó el momento clave.
Doña Blanca, prepare todo para la prueba.
Ven conmigo.
-Querría reservar una habitación, por favor.
Isabel Navarro.
A partir de mañana.
-Si estuviera con estos golfos disfrutando de la noche madrileña, otro gallo cantaría.
-Me he encontrado con unos amigos.
-Hace poco conocí a una chica.
Os juro que en mi vida había visto una mujer tan guapa.
-¿Cómo se llama?
-Ana.
Es preciosa.
Es que no sé qué hace perdiendo el tiempo con ese gilipollas.
-¡Señores, por favor!
¡Por favor!
-Nos hacemos mayores, Mateo.
-Dímelo a mí.
Sí, tenía una chica preciosa delante y pensaba en Clara.
Vámonos.
-¿Adónde?
-Donde tienes que estar, y no es aquí conmigo.
¡Clara sin experiencia, voy a por ti.
¡Arranca!
¡Vamos, vamos!
-Pero qué callado te lo tenías.
-Es precioso.
-Era nuestro sitio.
Yo me quedo un ratito más, ¿vale?
♪♪ Cómo le cambia a uno la vida, ¿verdad?
♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ [ Toca marcha nupcial en iglesia ] [ Marcha nupcial continúa ] -[ Exhala ] -Qué pasa, padre?
¿Por qué no bajamos?
-No pasa nada.
-Papá.
-Alberto... aún no ha llegado.
[ Marcha nupcial continúa ] [ Timbre de puerta principal ] ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ [ Timbre de puerta, pasos ] ♪♪ ♪♪ ♪♪ -Buenos días, don Alberto.
-Buenos días.
¿Qué es esto?
-Son las cosas de la señorita Cristina.
Ayer informó que las traían... -Sí, es verdad.
Lo había olvidado.
-¿Dónde quiere que le dejemos esto?
-Arriba.
La tercera habitación a la derecha.
-¿Esto qué es?
¿Una mudanza o los restos de un naufragio?
Son las cosas de Cristina.
-Sí, bueno, imaginé que traería algunas cosas, no toda su casa.
-Bueno, y a partir de las 6:00 también vivirá aquí.
Hará y deshará a su antojo.
Al fin y al cabo, será la señora de esta casa.
-Y yo me conformo ya con ser una mera espectadora de todo esto.
Pero me parece que no voy a ser la única que se va a tener que acostumbrar a una nueva vida muy diferente.
-¿Usted no se iba ya?
-Sí.
Sí, Cristina quiere que tu hermana y yo estemos en los preparativos, así que me arreglaré en las galerías.
Ay, en esta boda, la novia se preocupa mucho más de mí que tú.
Nos vemos en la iglesia.
-Muy bien.
-Señor, hemos terminado de meter las cosas de la señora Márquez.
¿Me puede hacer una firma aquí, por favor?
-Ay, Dios mío.
Menuda nochecita.
Otra más de estas y no llego a vieja.
-Qué exagerada eres.
-Pero ¿tú has visto qué cara Y qué pelo es esto?
No hay quien lo dome hoy.
-Bueno, este ya está.
Qué te parece?
-Pues que si podemos hacer esto y un vestido de novia en una noche, nos vamos a hacer de oro.
Ya me imagino la tienda llena hasta la puerta -Y todo Madrid queriendo comprar nuestros vestidos.
-Los vestidos de "Anita Confecciones".
-¿Por qué Anita?
-Pues porque es Ana y Rita junto.
Rina suena mucho peor.
-Bueno, yo antes de que empiecen los preparativos de la boda quiero ir a doña Aurorita.
-La boda.
La dichosa boda.
Si quieres puedo decir que te has puesto enferma.
Porque anoche fue más que suficiente, Ana.
No tienes por qué soportar el día de hoy.
-Ay, Rita.
Si ayer me quedé en la azotea en el fondo, esperando que llegara Alberto.
Ya sé que soy tonta, pero es que... -Señoritas, en diez minutos las quiero en la planta principal.
-Lucifer.
Escóndelo.
[ Tocan a la puerta ] -El señor De la Riva está a punto de llegar.
-Sí, ya la hemos oído, Doña Blanca.
-¿Va todo bien?
Porque viniendo de ustedes, me espero cualquier cosa.
¿El vestido de novia?
-Perfecto.
En su sitio.
-Subimos en un santiamén.
-Muy bien.
♪♪ -Buenos días, Clara con mucha experiencia.
-¡Shh!
-Señoritas, no quiero que se retrasen.
Sé que han dormido poco, pero hoy es un día muy importante.
Nada de excusas.
-Si nos descubre doña Blanca, nos lo contamos.
-Esto parece un convento.
Si la Madre Superiora supiera lo que haces por las noches, te castigaría.
Clara, lo de anoche fue increíble.
-Lo de anoche no puede volver a pasar.
Nunca.
-Nunca.
-Don Mateo, que usted es un hombre comprometido.
¿Qué pensaría su novia si descubre lo que ha estado haciendo con una servidora en esta misma cama?
-Se escandalizaría, seguro.
Pero... no se preocupe.
No es una mujer celosa.
Es más, no le importaría si volviese a hacerlo.
-No.
-¿No Qué?
-Que no vas a volver a tocarme hasta que todo esto termine.
♪♪ Puede que anoche yo me dejara llevar, pero eso no va a volver a ocurrir, Don Mateo.
No, porque yo no he empezado este juego y no estoy dispuesto a perder.
-Clara, la boda es esta tarde.
Es una tontería esperar.
Además, estoy seguro de que serías incapaz de esperar hasta mañana.
-Usted cree, ¿don Mateo?
Pues yo creo que se equivoca.
Empiezo a darme cuenta de cómo es usted.
Que aunque se haga el duro y el interesante conmigo, en realidad le vuelvo loco.
-¿Mm-jmm?
[ Sube cremallera ] ¿Eso cree?
-Lo siento, pero me están esperando.
No salgas hasta que compruebes que no hay nadie en el pasillo.
Oh, Mateo.
Hoy va a ser el día más largo de tu vida.
♪♪ [ Conversaciones indistintas ] -¿Cómo estás?
-Con ganas de pensar en otra cosa.
-Uy, pues hoy vas a tener suerte, porque no vamos a parar.
-Rita.
-¿Qué?
-[ Riendo ] Pero, Rita, ¿qué te ha pasado en el pelo?
Que no parecemos hermanas.
Yo toda emperifollada y mira tú, que pareces un león enjaulado.
-Es que me he dormido sin ponerme las pinzas.
Qué quieres que haga?
-Buenos días, don Emilio.
-¿Ha venido el señor De la Riva?
Doña Blanca, ¿sabe si ha venido el señor De la Riva?
-Eh, no, no.
Pero dijo que vendría en punto.
Quiere hablar con los empleados.
-Bien, pues todos a sus puestos.
Vamos.
Tenemos un día muy importante.
Tenemos mucho trabajo.
Vamos.
-Tengo que llamar a doña Aurorita.
-Que somos un equipo, Ana.
Yo te cubro las espaldas.
-Gracias.
-Cariño.
¡Uy, uy, uy, uy!
¿Algo que ocultar?
-No.
-¿Secretos para tu novio?
¿No deberías estar allí arriba con De la Riva?
-¿Y tú no deberías venir de la calle en vez del pasillo de empleadas?
-Yo no te he visto si tú no me has visto.
-Que tengas buen día, cariño.
-Igualmente, amor.
[ Chasquea beso ] -[ Exhala ] Doña Aurorita.
Hola, soy Ana Rivera.
Sí, sí, tengo el vestido.
♪♪ Cómo?
¿Puede repetírmelo?
[ Ríe ] ¿Seguro?
♪♪ -¿Que te ha dicho doña A?
-¿Quién es doña A?
-Estoy haciendo vestidos para la boutique de doña Aurorita.
-Ay, Ana, que si se enteran.
-Que nadie se va a enterar porque quien trabaja es un tal Phillipe Ray.
-Bueno, he hablado con ella y me ha dicho que hay un cliente que me quiere conocer.
Pero es que no os imagináis quién es.
-¿Quién?
-Roberto Iglesias.
-¿Roberto Iglesias?
-¡Roberto Iglesias!
-Tú no sabes quién es.
-No tengo ni idea.
-El dueño de los almacenes Dorado en Valencia.
-¡Ah!
-Bueno, pues... quiere abrir una filial en Madrid y está buscando nuevos talentos.
Y le encanta la moda de Philippe Ray.
-¿Y cuando te reúnes con él?
-Hoy a las 3:00, antes de que se vuelva a Valencia.
-Ay, madre, que al final lo de Anita Confecciones va a ser cierto.
Nuestra tienda es Ana y Rita juntas.
-Bueno, pero contad conmigo, que vais a necesitar más manos.
-Ay, pues claro.
-Bueno, pues... ¿Anitalú?
¿O Lunita?
-Lunita.
-Bueno, ya me lo pienso con más tranquilidad.
Ahora lo importante es que parezcas una mujer de negocios.
Ya verás la cara que pone cuando vea que de hombre no tienes nada.
-Vamos, vamos, dejen el cotilleo para el descanso del café y únanse a los demás.
El señor De la Riva está a punto de llegar.
-Rinalú... -Ya veremos.
-¿Pensando en lo que se va a poner para la boda?
-Aún no sé cómo he podido dejarme convencer.
-¿Paso a recogerla, como todo un caballero, o usted prefiere...?
-No.
Mejor espéreme en la puerta.
Nos conocemos desde hace demasiado tiempo como para andar con tanto protocolo.
-[ Silbando la marcha nupcial ] -¡Buenos días a todos!
-Buenos días.
-No le esperaba de tan buen humor.
-Uy.
Y por qué no?
Hoy va a ser un día inolvidable.
Y esos son mis favoritos.
♪♪ Bien, gracias por la espera y por su buena disposición.
Señoritas, ¿cuántas de ustedes están casadas?
¿Y cuántas de ustedes sintieron que el día de su boda sería uno de los más felices de su vida?
Queridos, queridas, tenemos la delicada misión de hacer que Cristina Otegui sienta que el día de hoy será inolvidable.
Desde que salga de estas galerías hasta que llegue a los Jerónimos, tiene que sentirse una verdadera princesa de cuento.
Porque hoy es el día en que se cumplen todos nuestros sueños, no solo el de ella.
Juntos vamos a hacer que todas las novias de España quieran ser ella y que para conseguirlo tengan que pasar por estas galerías, por sus manos.
Así que necesito, por favor, que pongan todo el alma en esta misión.
¿De acuerdo?
Bien.
Habrá que acondicionar los espacios.
Quiero que cada rincón sea íntimo y exclusivo.
Habrá dos espacios.
Uno para el novio, ahí, en los probadores y otro para la novia, abajo, en los talleres.
Don Emilio, si no tiene inconveniente, me gustaría que centrara toda su atención en el novio.
-Déjelo en mis manos.
-Perfecto.
No se pueden cruzar.
El novio y la novia no se pueden cruzar.
Esto es muy importante.
Trae muy mala suerte.
Bien, dependientes, lo que Don Emilio ordene.
¿De acuerdo?
Clara, ¿dónde estás?
-Aquí.
-Clara.
Bien.
Clara, tú te vas a encargar de los invitados.
Con la ayuda de Maximiliano y su encantadora sonrisa.
Modistas, al taller.
No quiero que se separe ni un solo segundo de mi sombra y de la de doña Blanca.
Tiene que estar todo preparado para vestir a las damas.
Señores, de nosotros depende que el sueño de la señorita Otegui se haga realidad.
No la defraudemos.
¡Vamos!
♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ -Estás bien?
-No.
-¿Qué te pasa?
-Adolfo.
Eso pasa.
Que está ahí.
-Bueno, ¿y qué tiene de malo?
-¿Cómo que qué tiene de malo?
Que la última vez que lo vi le dejé tirado en el Pausa.
Me debe de odiar.
Y yo con estos pelos de loca.
No puedo dejar que me vea.
-Rita, guíe a los mozos hasta el taller, por favor.
¡Rita!
-Bien, pues ya conocen el camino, ¿verdad?
Que yo me tengo que ir.
-¿Así saludas a los viejos amigos, Rita?
-¿Yo?
No, qué va. Hola.
Es que... verás, estamos muy liadas con todo lo de la boda.
Y además que no me esperaba yo verte aquí, que pensaba que tú eras más de ascensores que de espejos.
-Es lo que tenemos los chapuzas.
-Valemos lo mismo pa' un roto que pa' un descosido.
-Ah.
Y ¿tu amigo dónde está?
-Ha tenido una mala noche.
No se sentía con fuerzas de venir a trabajar.
-Y tú?
-Muy bien.
Bueno, pues me alegro.
Es que no me puedo entretener.
-Si estás así de seca porque me dejaste tirado en el Pausa por ese pelele, no te preocupes, que yo no soy rencoroso.
-¡Chus, chus, chus, chus, chus, chus, chus!
Un momento, ¿eh?
Que de pelele no tiene nada.
Que ahora Pedro es mi... -Tu -- Tu... -Mi amigo.
Y cuando fue al Pausa era porque tenía un problema y yo le ayudé.
-Rubita, por favor.
Si me di cuenta de que te gustaba el pelele.
Pero a mí cuanto más se me complican las cosas, más me empeño.
Ah, y estás muy guapa con ese pelo.
Estás más... salvaje.
[ Gruñe ] -[ Ríe ] ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ [ Tocan a la puerta ] -Un segundo, Elvira.
-No hago sus albóndigas, pero igual te sirvo.
-Qué haces aquí?
-Vengo a llevarte a las galerías.
Raúl quiere que te arregles allí.
-Si la boda no es hasta las seis.
-Yo sólo cumplo órdenes.
Qué es este trasto?
-Es un tocador.
Es de Cristina.
-¿Estás bien?
-Qué tal te fue ayer con Clara?
-Como la seda.
Pero no has respondido a mi pregunta.
-Bien.
Ayer cuando te fuiste no vine a casa.
Subí a la azotea.
-Ya sé lo que me vas a decir, Mateo, pero anoche todo eran señales.
Señales que me llevaban a Ana.
Y quería tenerlo claro.
Quería ir a nuestro sitio y tener la señal definitiva.
-Y la encontraste, solo que en sentido contrario.
Alberto, estás haciendo lo correcto.
Estás nervioso por la boda.
Pregúntale a cualquier hombre casado.
-Tú no estás casado.
[ Se queja ] -Resaca?
No sé si es la resaca o la pelea de ayer.
-Eso se arregla con un buen desayuno.
Te espero abajo.
-Su champán, don Mateo.
-Gracias, Elvira.
-Esta es la forma de aliviar una resaca.
-Ya.
-La fiesta de anoche fue antológica.
Cuando estabas en el internado, no tenías esa derecha.
¿Y Enrique?
¿Qué clase de hombre es capaz de irse de alterne el día que nace su propia hija?
Y te lo estoy diciendo yo.
-Hay que tener cuidado con él.
Y más ahora que tiene tanto poder en las galerías.
No he llegado hasta aquí para dejar la empresa de mi padre en manos de... -¿De qué?
-De esos desconocidos.
-Pues ahora esos desconocidos van a ser tu familia.
-Enrique no es de fiar.
Necesito, por favor, Mateo, que estés pendiente de él estas dos semanas que yo voy a estar fuera.
-No te preocupes.
Tú céntrate en tu luna de miel y coge fuerzas, que con Cristina las vas a necesitar.
Y tranquilo.
De Enrique me encargo yo.
-¿Está seguro de que esta estrategia es la mejor?
-Créame, es la única manera de decirle a una novia como Cristina que no llevará el vestido que esperaba.
-Ya, pero es que... -Ana.
La conozco como si lo hubiera parido.
-Que vienen!
Que vienen!
-Y ahora, sonrían.
Comienza el espectáculo.
Señora.
Señorita.
¡Y la novia!
[ Ríen ] -Hola.
-Déjame que te vea.
Estás absolutamente fabuloso, cariño.
-¡Ay, qué mentiroso eres!
Mira, que me he mirado al espejo y estoy desencajada de los nervios.
-Querida, pero si tú has nacido para esto.
-No se te nota nada.
Estás estupenda.
-Bueno, pero una tercera tila no me vendría nada mal.
-Bueno, Ana te la prepara abajo.
Pero lo primero es lo primero.
Tengo una sorpresa que darte.
-¿Qué es?
-Mi objetivo es hacer que el día de hoy sea inolvidable para ti.
Y te garantizo que lo voy a conseguir.
-[ Riendo ] Estás loco, Raúl.
-Pss.
♪♪ -¡Aay!
¡Uy!
-[ Riendo ] Tranquila.
-Por aquí.
Cuidado.
-¿Ya?
-Bien, tranquila.
¿Ya estás preparada?
-Sí.
[ Resuella ] ¡Raúl!
¡Mis flores favoritas!
Es precioso.
Es un sueño hecho realidad.
-Pues sí, francamente, yo, tratándose de usted, esperaba algo más estrambótico, pero no está mal.
Enhorabuena.
-Gracias.
-Enhorabuena, Raúl.
Un halago de mi madre no se consigue tan fácilmente.
-Cariño, me alegra mucho que te guste.
-Gracias.
-Cristina.
Porque tenemos una mala noticia.
-[ Ríe ] -No hay vestido.
-[ Ríe ] No, la típica broma... ¡Oh, qué rico!
Me encanta.
-Cristina, de verdad me gustaría que fuera una broma, pero no lo es.
No tenemos el vestido.
-Raúl.
-El caso es que con el ajetreo de la boda, se envió a una dirección equivocada y no hemos podido recuperarlo.
Ha sido imposible.
-[ Ríe ] No puede ser.
Pero ¿cómo puede pasar esto en Galerías Velvet?
Es el encargo más importante.
Llevamos más de dos meses preparando ese vestido.
No puede pasar.
No.
Me caso dentro de seis horas.
-Lo sé, lo sé, lo sé, lo sé.
Tranquilízate.
Tranquilízate.
Lo bueno es que hemos podido llegar a tiempo y hemos hecho otro vestido que creo que te servirá.
Sí, te va a servir perfectamente para casarte.
Rita.
-[ Exhala molesta ] Raúl De la Riva, mírame a los ojos y dime que pretendes que me case con eso.
-¿Por qué?
¿No te gusta?
-Es espantoso.
Es horrible.
Raúl, no puedo pisar los Jerónimos con eso.
Vamos, prefiero casarme en camisón.
Y si esto es una broma, no me está haciendo ninguna gracia.
No es el día.
No es el momento.
No -- ¡Raúl!
-¿Pero Tan feo te parece?
No -- Bueno -- Retíralo, Rita.
Retíralo.
Está bien, igual no es el vestido más bonito del mundo.
Igual tienes razón.
Quizá te guste más... esta otra opción.
♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ -No sé si matarte por el susto que me has dado.
Gracias, cariño.
Gracias a todas.
Qué trabajo tan bonito.
Esta mañana me he despertado pensando que era una crueldad que una chica viva esto sin su madre.
Y gracias a ti, sé que está aquí.
-Sí, está aquí.
-Sí, porque es todo como ella lo hubiese deseado.
-Sí.
-Sí.
-Además, ha estado toda la noche cuidándonos.
No solamente ahora.
Nos ha estado inspirando.
Porque ha sido una noche muy larga.
Muy larga, Cristina.
Hemos trabajado mucho.
Pero sabes que toda mi vida soñé con que el día de tu boda llevaras un diseño mío.
Y tu madre y el destino han hecho que cumpla mi sueño.
Te quiero mucho, ratoncito.
-Y yo a ti.
♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ ♪♪ -Chicas, mirad qué hora es.
A las 3:00 a quiero lista.
Péinate -Eh, ¿A las 3:00?
Pero ¿qué pasa a las tres?
¿Por qué tan pronto si hasta las 6:00 no hay que salir?
-Lo que pasa a las 3:00 no es de tu incumbencia porque las sorpresas no se desvelan.
-¿Otra sorpresa?
-Aquí tiene.
Con dos de azúcar, como me pidió.
-Muchas gracias, Ana.
¿Cuántas llevo?
Ya he perdido la cuenta.
-Con esta, cinco.
-¿Y tú crees que será malo tomar tanta?
-Bueno, no conozco a nadie que se haya intoxicado con tila.
-¿Y a alguien que se haya dormido frente al cura?
[ Ríe ] Muchísimas gracias, Ana.
-Yo solo hago mi trabajo.
-Ana, quiero que seas tú quien me prepare el vestido para hacer el camino hasta el altar.
Y además, así podrás ver la ceremonia.
Que yo ya sé que no quieres venir al convite con Mateo, pero por lo menos así nos podrás ver dar el "sí quiero".
-No creo que sea buena idea.
Pero yo quería pedirle un favor.
Necesitaría salir antes de las 3:00.
Serían 20 minutos Como mucho, media hora.
-Bueno, a esa hora tiene que estar todo listo, así que, sí, no hay problema.
-Gracias.
-De nada.
-Rita, tienes una conferencia, de Alemania.
-¡Oh!
¡Pedro!
♪♪ ¡Pedro!
-¡Rita!
¿Cómo estás?
Oye, ¿viste lo de la lluvia de... -¿De estrellas?
Sí, preciosa.
Me acordé mucho de ti.
-Pues yo de ti.
Oye, ¿dónde lo viste?
-En la azotea de las galerías, con las chicas Velvet.
-¿Sabes dónde lo vimos nosotros?
-En un parque aquí en Alemania.
Un parque muy grande que se llama Brand... ¿Branden?
¿Brunden?
Bueno, la verdad es que no lo intento porque es que el alemán se me da fatal.
-¿Con "nosotros" quieres decir?
-Pues ¿quién he de decir, Rita?
Pues, Manolito... ¡Espera, espera!
Espera, espera, espera.
Se me va.
Se me va la cabina.
¿Con quién va a ser?
Pues -- pues con Manolito, yo y Rosa María, que al final lo convencí para que no se quedase en casa, ¿sabes?
Bueno, Manolito sabe contar hasta 36 en alemán.
Rosa María, que se ha empeñado y se ha empeñado.
Y cuando se empeña... -Sí, sí, sí, sí, claro.
Pero bueno, Una cosa que te quería decir, Pedro.
-Bueno, no me interrumpas, Rita, que cada vez te pareces más a Rosa María, que no para interrumpirme.
-¿Rosa María te interrumpe mucho?
-Bueno, hablamos, hablamos, hablamos.
Y es que ella erre que erre, erre que erre y no para de interrumpirme todo el rato.
Pero ojo, que ella es un encanto, ¿eh?
-¿Un encanto?
Sí, seguro.
Venga, cuéntame más cosas de Rosamari, anda.
-Qué quieres que te cuente?
Tengo un montón de cosas que contarte de ella.
Bueno, no sabes cómo me cuida.
Me cuida gen-- Bueno, cocina que tiene unas manos, Rita.
-¿Unas manos?
Que menudas manos.
-Bueno, que he quedado aquí unos días más.
-¿Quedarte?
Sí.
O sea, no me quedaría para toda la vida porque aquí hace un frío.
Pero he hablado con don Emilio y me ha dado un par de días más.
-Ah, pues mira tú, qué bien.
Así disfrutas de Manolito, de Rosamari y del frío, y todos tan contentos, ¿no?
-Sí.
-Pues nada, que te tengo que dejar.
Que me espera doña Blanca.
-Espera, Rita, que te tengo que decir lo que te dije en el coch-- ♪♪ -¿Y dónde está el pelele?
-El pelele no es ningún pelele.
Se llama Pedro.
-Sí, es un pelele por dejarte sola, rubita.
-Si tú fueras mi novia, no te dejaba ni a sol ni a sombra.
-Pero bueno, que -- Que Pedro no es mi novio, creo.
-Ah, bueno.
Pues entonces no tendrás inconveniente en quedar conmigo a tomar algo cuando termines.
Así me resarces el haberme dejado plantado.
-Pues no sé yo si podré porque -- me tengo que ir, que Raúl me espera.
-Yo creía que te esperaba doña Blanca.
-Me esperaba todo el mundo.
En esta empresa soy muy importante.
Adiós.
-¿Qué quería?
-Que salgamos al Pausa.
-Este no.
El turista alemán.
-Ahh, Pedro.
Ese es un pelele.
-¿Qué ha pasado?
-Que se quiere quedar más días en Alemania.
Y es que no me lo explico.
Se ha pasado todo el rato que si Rosa María pa' arriba, Rosa María pa' abajo.
¿Y yo qué?
-A lo mejor cuando se fue a Alemania malinterpretaste lo que te decía.
Y tal vez no sea mala idea que aceptes la invitación del manitas.
Parece que le interesas de verdad.
-Señorita Patricia.
-Esta.
Gracias, Pepita.
-Desde cuándo te sabes los nombres de todas las trabajadoras?
-Bueno, es difícil trabajar con gente si no sabes ni cómo se llaman.
Mi padre sabía el nombre de todos sus empleados.
Y si he empezado desde abajo, es porque quiero ser algo más que una simple accionista.
-¿Por qué no vuelves a casa, nena?
-Eso sí que es nuevo.
Aún recuerda que voy a ser yo la madrina de la boda.
-[ Refunfuña ] -Imagino que esto no tiene nada que ver con la llegada de Cristina, ni con que usted tenga miedo a sentirse desplazada.
-Nos esperan tiempos muy complicados aquí y en la familia.
Y deberíamos estar más unidas que nunca.
[ Toca música de ambiente ] -A ver, ¿ah?
Perfecto.
-Buenos días, señoras y señoritas.
Que a algunas ya les queda muy poco.
-[ Ríe ] -¿Qué tal?
¿Muchos nervios?
-Muchísimos.
Bueno, es que no sabes lo que ha pasado con el vestido.
Mira -- Bueno, da igual.
¿Cómo está Bárbara?
-[ Ríe ] Pues la princesa no deja de comer y de llorar.
así que te puedes hacer una idea.
-Mira.
-Muy bonito.
-¿Te gusta?
-Mm-jmm.
-[ Suspira ] Oye, ¿qué te ha pasado?
-Esta noche, en el hospital.
No quise encender la luz para no despertar a mis chicas y me di con la puerta.
-Ofrecería a las señoras, pero... -¿Y a las señoritas?
♪♪ -No hay nada más sexy que una mujer fumando un puro.
-Señorita Patricia, aquí tiene el vestido con los últimos arreglos.
-Gracias, Luisa.
Tendré que dejarlo para más tarde.
-[ Ríe ] Raúl.
-Enrique.
-Espero que me lo aceptes.
-¿Y por qué no te lo voy a aceptar?
Pero me lo fumaré después porque no quiero dejar olor a puro en el vestido de novia de tu hermana.
Me lo fumaré después en el convite a la salud de... -Lourdes.
-Claro.
-[ Ríe ] ¿Vais a llamarla como mamá?
-Claro.
Vas a estar preciosa.
Mamá estaría muy orgullosa de ti.
-No.
Shh.
Calla, calla, calla, que ya me ha maquillado.
[ Suspira ] Me encanta Lourdes.
♪♪ ♪♪ [ Toca ] -Está ocupado.
-Eso parece, Pero es que venía a verte a ti.
-Enhorabuena.
No te había felicitado por tu paternidad.
-[ Ríe ] Muchas gracias.
-Pero creo que tú y yo teníamos algo pendiente.
-Perdona.
-¿Hasta cuándo vamos a seguir con este jueguecito?
Primero en la cena, luego aquí.
Sé exactamente lo que las mujeres como tú necesitan.
Así que, ¿para qué perder más tiempo?
-¿Pues sabes lo que yo necesito?
-Mm-jmm.
-Un poquito de intimidad.
-[ Ríe ] -Así que... -Te veré en la fiesta.
-¿Qué tal?
-Pero por favor.
-¿Quieres casarte conmigo?
Te falta el plastrón, pero... -Don Mateo, su traje.
-Gracias, don Emilio.
-Raquel le ha pasado la plancha.
Bueno, si no necesita nada más... -Sí, una cosa más.
Quédese.
Termínese esta botella conmigo, don Emilio.
-Es usted muy amable, pero estando a mitad de jornada... -Esta tarde con todos los invitados, va a ser un ir y venir.
Y sinceramente, me gustaría brindar con usted.
Y esta sea posiblemente la última oportunidad que tengamos.
Quería agradecerle todo lo que ha hecho.
Sé que es un esfuerzo adicional.
-En Velvet nos gusta cumplir con lo que nos proponemos.
Y Velvet es su casa.
-Y usted es mi familia.
Si le digo que me gustaría ver a todos los empleados allí en vez de a esa gente, ¿usted me creería?
-Sí.
Le conozco desde que era un crío.
Y le creo.
Sí, le creo.
Tanto, que, por que consiga vencer los posibles inconvenientes, los nervios... y la tristeza.
Comprendo que le eche de menos.
A su padre le gustaría estar aquí.
-Por suerte, tenerlo a usted cerca es como si no se hubiera ido.
Le parecerá raro, pero a quien extraño hoy es a mi madre.
Sé que murió al poco de que yo naciera.
Usted seguro que se acuerda de ella.
-Isabel era una mujer extraordinaria.
Y seguro que hoy se sentiría muy orgullosa de usted al ver que ya es todo un hombre.
Un hombre capaz de hacer lo que debe hacer.
-¡No me lo puedo creer!
Corro el riesgo de eclipsar al novio en su propia boda.
-Bueno, con su permiso.
Tengo mucho que hacer para llegar a tiempo.
Gracias por el champán.
-Hablando de trabajo, igual deberíamos aprovechar que estás aquí para subir a firmar unos contratos.
-¿No lo puedes hacer tú?
-Cuantas menos veces falsifique tu firma, mejor.
¿Vamos?
-Vamos.
-Bueno, ahora vamos con el orden de los invitados que se sientan en el lateral derecho.
-Sí.
-Familia Jiménez Acevedo.
[ Chasquidos de máquina de escribir ] Jiménez con jota, Clara.
[ Chasquido ] Y Acevedo en mayúscula.
-Ay, de verdad, Max, me estás poniendo nerviosísima, ¿eh?
-No, es lo que viene aquí.
¿Qué quieres que haga?
-Ya, pero es que pareces el apuntador.
Me gustaría a mí verte aquí sentado.
[ Campana de elevador tintinea ] [ Finge carcajadas ] Es que me encantas.
♪♪ -Buenos días.
-Buenos días.
-Buenos días.
Qué elegantes.
Ya casi hemos terminado con la distribución de los invitados a la iglesia.
-Hagan lo que tengan que hacer.
No se corten.
-En ese caso, ¿seguimos, Max?
-Sí, sí, claro.
Él es él, ¿verdad?
-Sí.
Dime otro nombre.
-Familia Cuesta Cubillas.
[ Teclea ] -¿Cerraste lo de Tejidos Sánchez?
¿Y las prendas de ropa...?
-Cerradas y preparadas para la junta, sí.
-¿Y el contrato de Raúl?
-Solo falta su firma.
Ahora tú te vas a relajar y vas a pensar solo en lo que tienes por delante, que no es poco.
Que si la misa, que los invitados, que si el cura, bla, bla bla, bla, bla, que si la fiesta, que si el champán, que si el vals, que si los amigos... -El vals.
Ni siquiera sé bailar el vals.
-¿En serio?
¿Lo sabe Cristina?
Eso hay que solucionarlo ahora mismo.
Levántate.
Yo te enseño.
-No, no.
No, Mateo.
Nos vamos a poner a hacer el tonto aquí, ahora.
-Qué tonto ni qué tonto.
Alberto, esa mujer se desvive por ti cada día.
Vas a ser incapaz de abrir el baile nupcial con un mínimo de decencia.
Anda, ven.
-No, de verdad que no.
No nos vamos a poner a hacer el idiota.
-Aquí el único idiota que hay eres tú si no te levantas ahora mismo a bailar conmigo.
Ven aquí.
-Espera.
-¿Listo?
Y un, dos, tres.
Muy bien, Alberto.
Un, dos, tres.
Un, dos.
Así.
Así.
Perfecto.
Un, dos tres.
Un, dos, tres.
Ahí, ahí.
Muy bien.
Muy bien.
Muy bien, Alberto.
Muy bien.
Nos ponemos serios.
Vamos, vamos.
-Ya voy, ya voy.
-Ven aquí.
Vamos.
Mírame a mí.
No al suelo.
A mí, no los pies.
-Te lo tomas muy en serio.
-Vamos.
Y un, dos, tres.
¡Ay, ay!
Un, dos, tres.
Un -- -Bueno.
Sí.
Yo no -- -Perdón.
Perdón, yo solo venía a traer la corbata de -- -No sabe bailar el vals.
-¿Qué más da?
Da igual.
-Mateo, es que si estás haciendo de la chica, tienes que dejarte llevar.
A ver.
Venga.
Muy bien.
Y... Un, dos, tres.
Un, dos -- No, tenéis que salir los dos para el mismo lado.
Venga.
Y -- Venga.
Y un, dos, tres.
Un, dos -- No, pero tenéis que ir para un lado, un, dos, tres.
-Ana.
No, no puedo.
No puedo.
No puedo.
No puedo.
Enséñale tú.
Eres una experta en el baile.
Todos te vimos en el club de campo.
Alberto, te dejo en buenas manos.
No puedo.
Lo siento.
[ Música de vals continúa ] -Te voy a pisar.
-No, no me pisarás.
-Sube un poquito el brazo.
Ahí.
Y un, dos, tres.
Un, dos, tres.
Un -- ¡Uy!
-Lo siento.
No pasa nada.
El arranque es lo más difícil.
Así que venga.
Y un, dos, tres.
Un, dos, tres.
Gira.
Un, dos, tres, Un, dos tres.
Mírame a los ojos.
Mírame.
Mírame.
Así.
Un, dos, tres.
Un, dos, tres.
Un, dos, tres.
Un, dos, tres.
Que no te despistes.
Mírame.
-¿Dónde aprendiste a bailar el vals?
-Llevo toda mi vida soñando con este momento.
Me tengo que ir.
Alberto.
Ahí está la corbata.
Lo harás muy bien.
-Caballero.
Bueno, bueno, bueno.
¿Qué tal la noche?
-Bien.
Alcohol.
Alcohol.
Más alcohol.
Mujeres.
Algún puñetazo.
Lo normal.
-¿Todo esto en El Pausa?
-No.
Nos fuimos a un club.
Cristina, por Dios, estás guapísima.
-Pero qué exagerados sois todos.
Pero gracias, Mateo.
-¿Puedo o no puedo verlo?
El secreto mejor guardado.
El vestido.
-¡Ay, el vestido!
No, no, no, no, no.
Eso sí que no.
¿A que no?
-La superstición es con el novio.
Dudo yo que pueda traerte mala suerte.
-Oh, tranquilo.
Toda la mala suerte que teníamos la agotamos ayer.
Se perdió el vestido de Cristina.
Hemos tenido que hacer otro nuevo durante esta noche.
-¿En serio?
-¿Pero no te lo ha contado Ana?
-¿Ana?
¿Por qué tenía que contárselo a Ana?
Hay algo que me estoy perdiendo, ¿no?
-Que son novios.
-¿Novios?
¿Novios, Ana y tú?
¿Pero como novios?
¿Novios, novios?
-Ana.
-¿Novios de noviazgo?
Novios.
Somos novios.
-Mira quién ha venido.
Que dice que ha venido a ver a la novia, pero eso no se lo cree nadie.
-Hola, Don Mateo.
Buenos días.
-Basta de farsa, Ana, que lo sé todo.
-Cristina le ha contado lo nuestro.
-Ya puedes mimar bien a esta mujer porque lo que ha hecho esta noche es maravilloso.
-Me lo creo.
Lo que mi Ana no consiga.
-Perdón.
Venía a enseñarle la distribución de los invitados pero si interrumpo algo, puedo volver en otro momento.
-No, Clara, de verdad yo ya me iba.
Os veo luego.
-Señorita Cristina, ¿podemos mirar --?
-¿No le habías contado a Mateo lo del vestido?
-No.
-A ver esa lista.
Toma, aguántame esto.
-Clara, espera.
Espera, espera.
-No, Mateo.
Si no tienes que disculparte.
Has besado a tu novia, y eso es lo que hacen los novios, ¿verdad?
-A la única que quiero besar es a ti.
-Pues es una pena, porque yo voy a ser la única a la que no vas a besar hoy.
Y lo siento.
Max me está esperando.
-No te está funcionando.
-Clara, esto ya está.
Tenemos que irnos.
-Ahora mismo voy, Maxi.
-¡Maxi, Maxi, Maxi!
Por mucho que te pavonees delante de él, pierdes el tiempo.
No soy celoso.
-Adiós, Don Mateo.
-Adiós.
-Vamos, preciosa.
-Me debes una.
-Gracias.
-A ver esto.
-Esto está perfecto.
-Sí.
[ Se ríe ] ¿Qué te parece?
-Que el otro era bonito, pero este es maravilloso.
-Sí.
-Falta algo.
-¿Te puedes creer que se me había olvidado?
Es que no sé dónde tengo la cabeza.
Estoy tan nerviosa.
-Ahora sí está perfecta.
-¿Tú crees?
-Todo irá bien.
Bueno, yo me voy y luego la veo en un ratito.
-Señoritas, prepárense, que tenemos visita.
Anabel, no te vayas.
Respira hondo, cariño.
Vas a salir en todas las portadas.
Te vas a convertir en la mujer más envidiada de este país.
-¿Pero cómo, Raúl?
-Porque tengo mis contactos con la prensa.
Y yo te dije que hoy iba a ser un día inolvidable para ti, ¿no?
-Sí.
-Pues aquí lo tienes.
Por favor, no quiero que pierdan de vista la señorita Cristina.
Quiero que esté perfecta para la sesión de fotos y la entrevista.
-Sí.
-Ahora vuelvo.
-No, no, no, Ana.
Ahora no.
Eres mi mano derecha.
Te necesito conmigo en la sesión de fotos.
El vestido tiene que estar perfecto.
Te puedes ir luego cuando se vayan los periodistas.
-No, tiene que ser ahora, antes de las tres.
-¿Nos disculpa?
A ver, Ana, ¿no has oído a Raúl?
Los periodistas vienen justo a esa hora.
Esto es más importante.
-Para usted.
-[ Se ríe con mofa ] ¿Perdona?
-Que esto es más importante para usted, no para mí.
Que es su boda, no la mía.
Yo ya no puedo hacer más.
No tiene ni idea de todo lo que he sacrificado durante todo este tiempo por usted y por su boda.
No puede hacerme eso.
-Mira, Ana, me da igual.
Y no consiento que en un momento como este antepongas tus caprichos a mis necesidades.
Y sí, es mi boda y es tu trabajo.
Así que hazlo.
Y no me obligues a que te lo ordene.
-Por aquí, señores.
Síganme, por favor.
-[ Se rie ] -Caballeros, les presento a la novia más guapa del mundo -- mi hija.
-Muchísimas gracias por venir.
Estoy encantada.
No sé por dónde quieren que empecemos.
-Yo creo que aquí es perfecto.
Con el espejo.
El reflejo.
Por favor, Ana, prepara el velo.
-Tendría que darle un planchado para que esté perfecto para las fotos.
-Ve, ve.
-Pepita, dale un planchado a esto.
Anda y yo vengo ahora.
¿Has visto a Rita?
-Creo que estaba en el vestíbulo.
-Gracias.
Chicas, ¿habéis visto a Rita?
Rita, ven.
Necesito que me hagas un favor.
Doña Aurorita me está esperando.
Bueno, a mí y al vestido.
Necesito que se lo lleves tú, porque yo no puedo.
Me he liado ahí dentro.
Discúlpate por mí y dile que llegaré en una hora o media hora como mucho, ¿vale?
-Sí, pero Doña Blanca me está esperando.
-Rita.
-Sí, Doña Blanca.
-La necesito.
Tiene que hacerle un arreglo de última hora al vestido de la señorita Patricia.
-¿Puede esperar?
-Evidentemente no.
-Lo siento.
-Luisa.
¿Me pue--?
-Sobra mucho de cintura.
Mira, ajústamelo, por favor.
-Sagrario, ¿has visto a mi tío?
¿Habéis visto a mi tío?
[ Campanillas tintinean ] [ Toca "Sudden Night" en inglés ] -Ana, el velo.
Aquí lo tienes.
-Gracias, Pepita.
-Ana, querida.
¿Qué haríamos sin ti?
-Ahora gírese un poco a su derecha, señorita Cristina.
Baje un poco el ramo.
Sonría.
-Lo siento.
Ojalá hubiera podido.
-No es culpa tuya, Rita.
-No puedo creer que me esté pasando esto.
-¿Hablas del vestido o de la boda?
-¿Qué más da si ya lo he perdido todo?
-No es verdad, Ana.
Eres la mejor modista que conozco.
Tendrás millones de oportunidades.
-¿Y Alberto?
-A lo mejor te empeñaste en que estabais destinados, y en realidad no era así.
Puede que sea otra persona en otro sitio.
Un destino mejor.
No llores más.
-Disculpe.
Ya sé que las galerías están cerradas, pero llamé a casa del señor Márquez y me dijeron que estaría aquí.
-¿Qué quiere?
-Verá, sé que hoy se casa.
Es muy importante que hable con él antes de la boda.
-Una sonrisa, señor Márquez.
-[ Suspira ] -Un poco más.
Eso es.
Una más.
Gírese un poco hacia mí.
Ahí.
Muy bien.
La última.
Ya está.
-Muchas gracias.
-Gracias a usted.
-Hasta luego.
-¿Cómo me has visto?
-No vas a ser el novio más sonriente del mundo pero la cámara te quiere.
Es lo que ha dicho el fotógrafo.
-Don Alberto, perdone que le moleste.
Hay un caballero que quiere hablar con usted.
-Claro.
Que pase.
-Adelante.
-Disculpe que le moleste un día como hoy, pero es muy importante.
-No se preocupe.
-¿Quieres que me encargue yo?
-No te preocupes.
-Os dejo solos.
-Adelante.
-Pase, por favor.
¿De qué se trata?
-Intentaré ser breve.
Su padre dejó algo para usted cuando cambió el testamento.
-¿Qué es?
-No lo sé.
Pero en su testamento pedía expresamente que se lo entregara si algún día se casaba.
Supongo que será mejor que le deje a solas.
-¿Señor Márquez?
-Sí.
Muchas gracias.
-Alberto, si estás leyendo esto, supongo que nada de lo que haya podido hacer te ha detenido.
Vas a casarte con la costurera.
Algo dentro de mí sabía que lo harías.
Quizás porque veo en ti mi cabezonería pero sobre todo porque posees una cualidad que nunca tuve.
Yo nunca pude amar así -- incondicionalmente.
Ni a gloria ni a tu madre.
A veces creo que ni a mis propios hijos.
Y eso, Alberto, te hace ser mejor hombre de lo que yo he sido nunca.
Por eso no quiero que te cases pensando que me decepcionas.
Al contrario.
Escribiendo estas líneas me doy cuenta de que una parte de mí solo siente admiración.
Las galerías contigo llegarán a lo más alto.
Y yo... Yo lo estaré viendo.
Alberto, Ana y tú tenéis mi bendición.
Sé feliz, hijo.
Más feliz de lo que yo nunca he sido.
Rafael.
-¿Qué hace aquí?
La señorita Cristina va a salir para la iglesia dentro de nada.
-Mi padre dejó esto para el día de mi boda.
[ Suspira profundo ] Dice que... ...que me admira y que no he sido una decepción para él.
-Ya.
Pero no fue capaz de decírselo en vida, ¿verdad?
No se lo reproche demasiado.
Hay personas a las que les cuesta trabajo manifestar sus sentimientos.
Como su padre y como yo.
-Tiene gracia.
Hace meses que se fue y todavía sigue controlando mi vida.
-¿Le puedo dar un consejo?
No se case cegado por la rabia.
Échela fuera.
Échela fuera.
No vaya a ser que arruine uno de los mejores días de su vida.
-No puedo perdonarle, Emilio.
Esto llega tarde.
Todo lo que he hecho en mi vida ha sido por él y por esto.
-Lo sé.
Todos lo sabemos.
Y todos le damos las gracias.
Yo, personalmente, no pienso esperar a morirme para dárselas por escrito.
Se las doy ahora.
Gracias.
Gracias.
-¿Por qué?
-Por Ana.
En todos estos años he tenido tiempo más que suficiente para darme cuenta de que su amor era...
Era de verdad, que era cierto.
Pero no es menos cierto que mucha gente ha arruinado su vida por tratar de encajar en un mundo que no fuese el suyo.
Usted y yo sabemos que hubiera sido cuestión de nada para que Ana se ahogara allí dentro.
Se hubiesen perjudicado.
Y ni ella ni usted se lo merecen.
-Mi padre creía que me casaría con Ana.
-¿Cómo dice?
-Eso dice en la carta.
¿Y ahora qué se supone que tengo que hacer, Emilio?
-En ese caso qué importa lo que yo le diga, ni lo que diga la dichosa carta.
Haga lo que piense que es mejor para los dos.
-Raúl, te estaba buscando.
-Ah, Enrique.
Ahora mismo me pillas fatal.
Tengo mucha prisa.
-Voy a ser muy breve.
-Bueno, espero que sea rápido porque tengo una novia con amagos de taquicardia cada 15 minutos.
-Solo quería darte las gracias por lo que estás haciendo por Cristina.
Primero el vestido, ahora esto.
Llegar a Velvet me ha dado muchas cosas buenas.
Pero la más importante ha sido recuperar mi amistad con tu hermana.
Llevábamos demasiado tiempo sin vernos.
-¿Por qué perdisteis el contacto?
-Ya sabes, las circunstancias de la vida te lleva a alejarte de las personas que más te importan y no puede hacer uno nada por evitarlo.
-Supongo que una de esas circunstancias tiene que ver con Laurent Travere.
-Bueno, él fue mi mentor.
-No terminasteis muy bien, ¿verdad?
Lo sé todo, Raúl.
-Ese hombre miente.
-Bueno, no es lo que dice la justicia francesa.
Y parece ser que el recurso está prosperando.
Ahora, la cuestión será que tú puedas probar la falsedad de sus acusaciones.
Pero tengo entendido que no puedes.
-¿A qué viene todo esto?
-¿Por eso te agarraste a estas galerías como una garrapata, Raúl?
Francia está lejos, pero tampoco tanto.
¿Pensaste que no nos íbamos a enterar?
-¿Qué quieres, Enrique?
-Creo que no hace falta que responda a esa pregunta.
-Cristina, quiero que veas esto.
-Otra sorpresa.
Raúl, no puedo más.
¿Quién es Laurent Travere?
-Fue mi mentor, mi amigo, mi todo.
Todo lo que soy es gracias a él.
-¿Esto es cierto?
-La denuncia, sí.
El plagio, no.
[ Suspira profundamente ] Cristina, tú me conoces bien.
Sabes que sería incapaz de robarle los diseños a nadie y menos a él.
-¿Entonces por qué te acusa?
-Porque crecí.
Porque crecí como persona y como profesional.
Tenía que labrar mi destino.
Y eso Laurent no lo soportó.
Esto no es más que una pataleta de alguien amargado y resentido.
-¿Pero si sale a la luz?
-Es mentira, Cristina.
Es mentira.
Me da igual que salga a la luz.
-Puede que a ti te dé igual.
Y a mí también.
Pero a mi padre no.
[ Toca "I Care For You" ] -Estás preciosa.
-Así es como tienes que luchar por lo tuyo.
Sé muy feliz, mi amor.
-Espera.
No.
¿No vas a venir a la boda?
No me hagas esto, Raúl.
-No me lo hagas tú a mí.
-¿Y cuál es el veredicto?
-Pues que está hecho un pincel.
Qué elegante.
Diviértase.
Luego le veo allí.
-¿Cómo?
-Sí, Cristina me ha pedido que vaya a ayudarla.
-No, no, no.
Tú no tienes por qué hacer eso.
Yo hablaré con la señorita Cristina.
-Descuide, tío.
Estaré bien.
-¿Seguro?
Ana... Yo tendría que haber asistido a esta boda en calidad de padrino de la novia.
No de simple invitado.
Lo sé.
Y he cometido errores.
También lo sé y lo reconozco.
Pero no hay nada de cuanto he dicho -- -Tío... ...ya no hace falta.
-Lamento el retraso.
-Doña Blanca.
Está usted... -Si dice una palabra más, le juro que doy media vuelta y va a tener que bailar con uno de los camareros.
-Oh.
Por favor.
-La novia está a punto de salir.
No se nos puede adelantar.
[ Tocan a la puerta ] ¿Alberto?
[ Campanilla de elevador ] [ Aplausos leves ] ¿Has visto al señor Márquez?
-[ Solloza ] -Vaya, rubita.
Pero si eres de las que lloran en las bodas.
-Sobre todo con las que nunca van a celebrarse.
Yo me entiendo.
-Esa pena te la quito yo esta noche.
Recuerda que me debes un baile.
-No, no, no, no, no.
Yo -- Yo estoy fatal.
Estoy agotada.
Estoy muy cansada.
Y además, con estos pelos, ¿a dónde voy a ir yo?
A ver.
-¿Pero ese no era tu nuevo peinado?
-Bueno... -Tú estás guapísima.
-Esta noche, en el Pausa.
A las 8:00.
Y recuerda que no me puedes volver a dejar plantado, ¿eh?
Rubita.
-Bueno, lateral izquierdo, fila siete.
Un segundo.
Max.
Acompañe a Doña Blanca y a Don Emilio a su sitio, por favor.
-Maximiliano.
-Hola.
Claro.
Sígame.
-Clara, ¿has visto a Alberto?
-¿No estaba contigo, no?
-Sí, pero no sé dónde se ha metido.
Creí que estaría ya en la iglesia.
-Bueno, es el novio.
Vendrá.
¿No?
-Vendrá.
Vendrá.
-Señores Barroso, ¿verdad?
Acompáñenme, por favor.
-¿Qué está pasando?
-No lo sé.
Alberto tenía que haber llegado ya.
-Este hermano tuyo está empeñado en acabar con la familia y con las galerías.
Y no va a parar hasta conseguirlo.
-Sí, bueno, lo normal es que tenía un poco nerviosa... -Enrique.
Alberto no aparece.
-Disculpa.
-¿Dónde está tu amigo?
-No es el momento ni el lugar para ponernos nerviosos, Enrique.
-Tenéis que dar otra vuelta.
-¿Cómo que otra vuelta?
-El imbécil de Alberto no ha llegado.
-No lo puedo creer.
-¿Qué pasa, padre?
¿Por qué no bajamos?
-No pasa nada.
-Papá... -Alberto... ...aún no ha llegado.
-¿Cómo que no ha llegado?
-Enrique acaba de decírmelo.
No puedes entrar en la iglesia antes que el novio, hija.
-¿Y si le ha pasado algo?
-¿Qué va a pasar?
Tranquila.
Probablemente el tráfico le haya entretenido.
Cristina... Alberto va a venir.
Te lo aseguro.
Dé una vuelta más.
-Creo que la última vez que asistí a una boda fue a la mía.
-¿No estuvo en la de Raquel, su aprendiza?
-No.
Mis modistas no me invitan a sus bodas.
Digamos que me tienen demasiado respeto.
-Claro, eso tiene que ver con la otra Doña Blanca, La que no acaba de gustar demasiado.
-Sí, la que llaman Lucifer.
-Doña Blanca, por favor, nombrar a ese sujeto en un lugar como este.
[ Ambos ríen ] En realidad, en las galerías hay muy poca gente que sepa cómo es usted de verdad.
Pero eso puede cambiar.
-¿A estas alturas?
-Verá, a mi edad es mucho más habitual ir de entierro que de boda.
Pero ya que estamos en una boda, le voy a decir una cosa.
Hay días, y hoy puede ser uno de ellos, en los que vaya usted a saber por qué parece como que la oportunidad está a punto de presentarse.
Claro que hay que estar al tanto para darse cuenta, porque si no... -Si no pasa de largo.
-Pasa de largo.
[ Toca "Everybody Told Me" ] -Alberto aún no ha llegado.
-Anoche en la lluvia de estrellas pedí un deseo.
Lo mismo se cumple.
-Ya está aquí.
-Lo siento, pero la señorita Otegui ha llegado.
[ Toca marcha nupcial ] -¿Te vas?
-Cristina ya tiene todo lo que necesita.
Ya no tengo nada que hacer aquí.
-¿Estarás bien?
[ Se enciende motor de auto ] [ Toca "Betty's Gone" ] -Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios... "Hermanos, el amor es paciente, afable, no tiene envidia, no presume ni se engríe, no es maleducado y egoísta, no se irrita, no lleva cuentas del mal, no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.
Disculpa sin límites.
Cree sin límites.
Espera sin límites.
Aguanta sin límites.
El amor no pasa nunca".
Queridos hermanos, llenos de alegría, hemos venido a la casa del Señor para esta celebración, acompañando a Cristina y Alberto que hoy han decidido contraer su unión matrimonial.
Cristina, ¿quieres tomar como legítimo esposo a Alberto Márquez y prometes amarle y respetarle en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza hasta que la muerte os separe?
-Sí, quiero.
-Y tú, Alberto, ¿quieres tomar como legítima esposa a Cristina Otegui y prometes amarla y respetarla en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza hasta que la muerte os separe?
-Sí.
Sí quiero.
-Podéis intercambiar los anillos.
-Señorita... cuidado con el coche, señorita.
[ Bocinazo ] ¿Está bien, señorita?
-Sí, gracias.
No lo he visto.
-Tiene que ir con más cuidado.
En esta ciudad los taxistas se creen los dueños de la calle.
[ Carraspea ] -Lo recibí en casa por error.
Iba a devolverlo ahora a las galerías antes de volar a Milán.
Es un vestido -- -Un vestido de novia, sí.
Se había perdido.
Yo puedo devolverlo.
Trabajo en las galerías.
-Entonces esto es cosa del destino.
-[ Se ríe ] Bueno... [ Se queja ] -Espero que no tenga miedo a volar.
[ Toca "Fly Away With Me" ] -Que lo que Dios ha unido no lo separe el hombre.
Os declaro marido y mujer.
[ Aclamaciones y aplausos ] -Estos se van, y cuando vuelvan de su luna de miel el día 7, tú y yo seremos pareja oficial.
-Pareja oficial.
Sí, claro.
¿Has dicho el día 7?
-Sí.
¿Por qué?
-Pues tengo una falda.
-Disculpe, Doña Blanca.
-¡Vivan los novios!
-Isabel.
-¡Qué vivan los novios!
¡Viva!
-¡Emilio!
-¿Qué haces aquí?
Deberías estar en el hotel.
-No podía faltar a la boda de mi hijo.
-¡Vivan los novios!
-¡Viva!
-¡Los novios!
-¡Que vivan los novios!
-¡Viva!
[ Toca "Things Are Gonna Be Better" ] -¿Listas?
-El ramo.
-¿Quién será la afortunada?
Uno, dos, tres.
-¡Cristina!
¡Cristina!
-Alberto ha vuelto de su viaje de novios.
¿Qué piensas?
-Es el momento de pisar las galerías y conocer a mi hijo.
-Menos mal que ha sabido improvisar porque dudo que Mateo y yo hubiéramos podido hacer nada.
-No he improvisado, Alberto.
-Ahora está saliendo con otro chico.
-¿Qué haces aquí?
-Me he cansado de esperar.
-Podrían vernos.
Podrían oírnos.
-Eso ya va a ser más difícil de evitar.
-Hemos tenido problemas.
No hemos querido decirte nada para no fastidiarte la luna de miel.
Pero De la Riva no firmó su contrato.
-Gracias aquí a Carlos las galerías Velvet van a poder remontar el vuelo.
-Esto es lo mejor, Clara, porque esto es científico.
Le hacen las pruebas a la rana y salimos de dudas.
Garantizado.
-¿Qué hago?
¿Le meo encima o qué?
-Te tienes que casar, Clara.
Si apareces en el pueblo con el bombo, a madre le da un patatús.
-Voy a hacerte caso.
Voy a pedirle a Clara que se case conmigo.
Le he comprado un anillo y todo.
¿Quieres verlo?
-Clara, tenemos que hablar.
Clara Montesinos... -Ya se ha ido todo el mundo.
-Solo quedamos tú y yo.
¿Quieres ir a la verbena?
-¿Y perderme el mejor momento del día?
-Guten morgen.
Support for PBS provided by: