
Jose's Decision
Episode 15 | 52m 32sVideo has Closed Captions
Joao orders Jose to kill Maria in exchange for Samuel's safe return. Ramon is played.
Despite Lucia’s protests, Jose leaves with Maria, prepared to kill her for Samuel’s safe return. Lucia tries to tell the police, but they are engaged in a major operation. Joao reveals that he knows more than he’s been letting on.
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback

Jose's Decision
Episode 15 | 52m 32sVideo has Closed Captions
Despite Lucia’s protests, Jose leaves with Maria, prepared to kill her for Samuel’s safe return. Lucia tries to tell the police, but they are engaged in a major operation. Joao reveals that he knows more than he’s been letting on.
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback
How to Watch The Accident
The Accident is available to stream on pbs.org and the free PBS App, available on iPhone, Apple TV, Android TV, Android smartphones, Amazon Fire TV, Amazon Fire Tablet, Roku, Samsung Smart TV, and Vizio.
Providing Support for PBS.org
Learn Moreabout PBS online sponsorship[♪ música de tensión] - ¿Qué haces con eso, José?
¿A dónde vas con una pistola?
- Es para protegerme, por si acaso.
- ¿Sí?
¿Puedo ir voy contigo?
- No, ni hablar, no puedes venir.
- O vamos los dos o no va ninguno.
- !¡Que no puedes venir te he dicho!
- ¿Por qué no puedo ir?
¿Por qué?
A ver, dime.
- No lo hagas todo más complicado de lo que ya es, por favor te lo pido.
- ¿Perdona?
O sea, secuestran a nuestro hijo, te vas con tu amante y soy yo la que lo complica todo.
- !¡Qué no!
!¡Qué no!
- !¡No me joda!
!¡No me joda!
Voy sí o sí y ya está.
- Me la cojo, nos podamos todos.
- Claro que vamos todos.
- ¿José?
¿Qué haces, José?
- Lo siento, te juro que lo siento.
- !¡José, ábreme!
!¡José!
Me cago en su puta.
!¡José!
No puedo creerlo, osea.
♪ Yo que siempre te seguí, ♪ ♪ que te quise bien.
♪ ♪ Voy a construir tu vida sin mí.
♪ [♪ música de tensión] - No entiendo, ¿por qué has dejado marchar a ese chico?
- Ese no es más que un pobre desgraciado.
- Joao, no sé si quieres hablar de eso, pero... ¿Qué ha pasado con María?
- Que me ha traicionado.
- ¿Lo qué?
- Tiene a un amante.
!¡Joder!
Lo siento, lo siento.
No sé qué decirte, lo siento mucho, amigo.
- Más lo siento yo.
Sobre todo porque no lo vi venir.
He estado ciego.
Y ahora me siento como un pobre gilipollas.
- No lo eres.
Es el amor que nos ciega a todos.
- No, no.
- Sí, sí.
- ¿Sabes lo qué pasa?
Que... yo creo que tengo gran parte de culpa.
Mil veces me dijo que se estaba ahogando aquí encerrada y yo no... no he sabido cuidarla.
- Claro que sí.
La tratabas como una reina, hombre.
- No tenía que haberme enamorado de ella.
Si solo la hubiese visto como una hija, pero no.
Siempre la deseé, siempre la quise.
Casi desde que era una niña.
- ¿Y qué vas a hacer ahora?
¿No sería mejor dejar que se marchara sin más?
- No.
María ya está sentenciada.
No pienso dejar que sea feliz con otro.
- Claro.
La vas a matar.
- ¿Yo?
No.
La va a matar quien la tiene que matar.
Y vamos a dejar ese tema, te lo pido por favor.
Porque hoy es un gran día.
La mercancía está a punto de llegar.
Y quiero saber... ¿a qué hora vas a volar para Lisboa?
- De eso, precisamente, quería hablarte, Joao.
Ha surgido un contratiempo.
Sé que no es lo que hemos acordado, pero me han congelado las cuentas en Francia.
¿Te importaría asumir la primera parte del pago?
- ¿Y me lo dices ahora?
Miranda está esperando el dinero en Lisboa.
- Lo sé.
Pero no te olvides que el contacto es mío.
Si no fuera por mí, no estarías haciendo este negocio con los colombianos.
- Paul... dime una cosita.
¿Qué saco yo a cambio?
- Que vamos a ser jodidamente ricos.
Y puedes quedarte con más parte de la distribución, si quieres.
¿Te parece bien?
- Este no es un envío cualquiera.
Traemos coca para abastecer a media Europa.
No quiero un solo contratiempo más, ¿me oyes?
- Perfectamente, va a correr todo bien.
No te preocupes, Joao.
- Quiero que salgas ahora mismo para Lisboa.
Llegarás a tiempo para pagar a los colombianos y, sobre todo, para recibir la carga en el puerto.
- Por supuesto, socio.
- ¿Ha oído eso?
Dicen que traen coca para abastecer a media Europa.
Esa es la hostia.
¿De cuánta cantidad hablamos?
- Estos hijos de puta deben haber comprado medio puerto.
- Bueno pero lo importante es que a nosotros no, jefe.
¿Y si pedimos la colaboración de la policía portuguesa?
- No, no.
No tenemos jurisdicción para actuar en Lisboa.
Al menos, sin una orden o un acuerdo de por medio.
- Ya.
¿Entonces qué?
- Lo primero que tenemos que hacer es averiguar en qué barco viene la droga.
Una vez que tengamos el número del contenedor, no podemos esperarlos de vista hasta la frontera con España.
- Vale, vamos a detenerles ahí.
- Aja.
Vete pidiendo una orden para interceptarlos y registrar cada rincón de ese contenedor.
Ideal.
- Campos.
Campos.
- Campos, que vamos a intervenir.
Está hecho, jefe.
- Siento mucho haberme presentado así en tu casa.
No sabía dónde ir.
Muchas gracias por ayudarme, de verdad.
- ¿Por qué paramos aquí?
- Nos bajamos aquí.
- ¿Dónde vamos?
- Tenemos que cambiar de coche.
Este, ya lo conocen.
- Seguro que es por aquí.
No parece que haya ningún coche.
- Sí, tiene que estar más adelante.
[♪ música de tensión] - !¡Ah!
!¡Ah!
Por favor.
Por favor.
[quejidos] - Hermano, ¿qué te pasa?
No sé nada de ti.
Lucia no responde tampoco.
He venido a tu casa, pero... Que te desaparecías, macho.
¿Estáis bien?
Bueno, es que cuando escuches el mensaje me lo haga, venga, tú.
- Juan.
- Coño, Lucía.
- Juan.
Juan, ayúdame, por favor, que estoy encerrada.
- ¿Cómo que estás encerrada?
Pero es que no tengo llave, voy a buscarla.
- No, no, no.
Isa, Isa tiene llave.
Corre, por favor, que estoy helada de frío.
- Sí, sí.
- ¿Qué pasa?
- Isa, ¿tienes llave de casa de Lucía?
- Sí.
- Corre a buscarla.
- ¿Pero qué pasa?
- Corre, ahora te cuento.
- Voy, voy.
- Lucía, Lucía.
¿Qué hacía ahí?
¿Qué ha pasado?
¿Qué ha pasado?
- Estás helada... abre la cama.
- Sí, sí.
- Déjame que me asiento.
- Vale, vale.
Lucía, Lucía.
Espera, espera.
- Sí.
- Espera.
- Juan, que está embarazada.
- ¿Cómo?
- Sí.
- Me la llevo urgencia.
- No, no, por favor, Juan.
- No hables, no hables.
- No, Juan.
- ¿Qué, qué?
- No quiero ir al hospital, por favor.
No quiero ir al hospital.
- Hazle caso.
Voy a llamar yo a un médico para que se acerque, ¿vale?
- Vale.
- Quédate con ella.
- Vale, vale.
Vale, tranquila.
Tranquila.
- Me hace frío, Juan.
- Ponte aquí, ponte aquí y descansa.
Descansa.
Así.
Tranquila.
No te duermas, no te duermas.
Yo quiero ver que estás bien.
Vale.
- Juan, no me dejes sola, por favor.
- No, no te dejo.
- Párate ahí, María, párate ahí.
No te gires, no te gires.
No me mires, no me mires.
!¡No me mires!
Ponte, ponte de rodillas, ponte de rodillas.
Ponte de rodillas, María, ponte de rodillas.
- José, por favor.
- Es tu vida o la vida de mi hijo.
- José, por favor.
- Lo siento.
No puedo hacer otra cosa.
No te gires, no te gires.
- Vale, vale, vale.
- No me mires.
Gírate.
- José, por favor.
Dios, por favor.
José.
Por favor.
José, soy yo.
Soy yo.
- Cállate, María.
No me hables, no me hables.
- Por favor.
- Gírate, gírate.
- Te voy a ayudar a salvar a tu hijo, ¿vale?
Por favor.
- María, cállate.
!¡Cállate!
!¡Cállate!
- José.
José.
Por favor.
José.
Por favor.
José.
José.
- Adiós, María.
- !¡José!
¿Dónde vas?
José, por favor, no me dejes aquí, por favor.
Llévame.
Aunque sea a una estación, por favor.
!¡José!
- ¿Qué ha pasado?
¿Cómo te has quedado ahí?
- Pues porque... José me dejó encerrada.
- ¿Cómo que te dejó encerrada?
Pero... ¿Pero por qué?
- Porque se ha ido con María.
- ¿Qué?
- ¿Qué?
- María vino pidiendo ayuda porque decía que estaba en peligro y José no quiso que la acompañase.
- ¿Pero dónde se han ido?
¿Cómo piensa ayudarla?
- No lo sé.
Además, tu hermano lleva una pistola.
- Mi hermano se está volviendo loco.
Voy a buscarle.
- Juan, no vayas a ningún sitio porque no lo vas a encontrar.
- Lucía.
Ha pasado algo más y no nos lo estás contando, ¿verdad?
- No, no.
- Lucía, cariño.
- No, no, de verdad que no pasa nada.
Por favor, déjame sola, ¿vale?
De verdad, necesito estar sola.
Por favor, déjame.
Que solo necesito estar sola, por favor.
- ¿Seguro, no?
- Por favor, déjame sola.
- Paul, dos cosas importantes, ¿has pagado a Miranda?
¿Tienes ya el material?
- Juan Ferreira Silva, amigo, olvídate de contar billetes para el resto de tu vida, ¿Sabes por qué?
Porque vas a tener tantos que vas a poder encender la chimenea de tu casa en invierno con los que te sobren.
- Esa imagen me gusta.
¿Has probado el material?
- Sí, he probado.
Mira, amigo, no hemos movido nada así en la vida, te aseguro.
- !¡Qué bueno!
- Mira, tengo el contenedor en el camión.
Si te parece bien, seguimos ya para España.
- Dame el número.
- Apunta.
- 7-7-2-0.
- 7 7 2 0.
- H-L-K-7-8.
- H-L-K-7-8.
Perfecto.
Aquí te espero.
- !¡Los tenemos!
Has copiado el número del contenedor, ¿verdad?
- Aquí lo tiene, el premio gordo.
- Quiero tenerlos localizados en todo momento.
Necesito que registres todas las cámaras desde Lisboa hasta aquí.
Vaya, peaje, gasolineras, todo, ¿de acuerdo?
Y ve trazando un mapa con su recorrido.
Vamos, Nacho.
!¡Va, va, va!
Ahora sí.
- !¡Vámonos!
[habla en portugués] - Lucia.
- ¿Sigues aquí?
¿No te has ido?
- Bueno... No te puedo dejar así.
- Gracias.
Ya sé que estás deseando ir a buscar a tu hermano.
- Pues sí, la verdad.
Estoy preocupado.
Pero también te digo que me gustaría pegarle un par de hostias.
Una cosa, no quita la otra.
- Eh... Juan, lo que no te contaba antes... Es que yo le he prometido a tu hermano que no... que no lo iba a decir, pero es que no... Es que no puedo con esto sola.
Es que voy a caer mala.
- ¿Le pasa algo a Samuel?
¿Qué digo yo que debe ser por Samuel?
Porque tu hijo es lo único que te destroza.
Yo te he visto... aguantar de todo y pelear lo que haga falta, pero cuando se trata del niño... - Joao lo tienes secuestrado.
- ¿Qué?
- Tenemos un plazo que termina mañana.
Y lo único que quieres es que no... - Me da igual lo que quiera, Joao.
Vamos a la policía, pero ya.
- No, Juan, es que no podemos ir a la policía.
Es que eso es lo único que no podemos hacer.
- Vale, ¿y por qué?
- Yo lo siento, lo siento, pero es que no me atrevo, Juan.
O sea, me muero de miedo.
O sea, tengo la sensación de que está en cualquier sitio, que me está viendo, que tiene cien ojos.
No puedo.
[timbre] - Lucía, tranquila, tranquila.
Tranquila, Joao no está aquí.
No puede verte.
Tranquila.
- Lucía.
Son tus padres.
No les he abierto porque no sabía... - Pues ahora le diré que ahora abajo.
Pero no le vaya a decir que me he desmayado, por favor.
- No, no, no, que te has desmayado, no.
No, supongo que tampoco le puedo decir que José lleva una pistola y no sabemos dónde está, ¿no?
Vaya tela.
- Lucía, escúchame un segundo.
Esto no puede ser.
Coño, es que te veo atrapada entre el miedo a Joao y la promesa a José, pero ellos no están aquí.
No están aquí.
Decide tú, Lucía.
Mírame.
Eres más fuerte que ninguno de nosotros.
Y más inteligente.
- ¿Por qué tardabais tanto en abrir?
- Ay, perdón, es que... - Hola.
¿Cómo estás, Isabel?
¿Está la niña?
- Sí, sí, sí, está aquí.
- Hola, hija.
- Hola, hija.
¿Sabes lo que te he traído?
- ¿Qué?
Toda tu ropa de bebé.
- ¿Sí?
- Sí, mira, pijamitas, juego de camas... - Ay, seguro que todo es precioso.
- Pues sí.
- Yo ya me tengo que ir, pero... ¿Tú has hablado, no, con Joao?
- Sí, sí.
- Sí.
- Vale.
Gracias, amiga.
- Adiós.
- Hasta luego.
- Y, por cierto, ¿tú sabes algo de Manuel?
- No, ¿por qué?
- Porque ayer salió con unos amigos y no ha vuelto a casa.
Y es que tampoco ha puesto ningún mensaje.
- Bueno, ya sabes cómo es, mamá.
- Ya.
Voy a subir arriba y te lo dejo esto para que tú no lo mires.
- Espera, espera, toma.
- Venga.
- ¿Cómo estás, Samuel?
Vamos para adentro, que no quiero que mamá nos oiga.
!¡Juan, ven a saludar a mi padre!
- Se lo he contado.
- ¿A tu cuñado?
- Sí.
Y, además, él cree que deberíamos llamar a la policía.
- Exacto.
Y cuanto antes, mejor.
- Pues yo no estoy tan seguro.
- ¿Por qué?
- Porque si creyera que nos pueden ayudar, ya habría ido yo mismo.
Estoy convencido, Lucía, que hay alguien en la comisaría que le pasa la información a Joao.
- Ramón no, papá.
Confío en él, de verdad.
- Pues yo, hija, sin embargo, no confío en nadie.
- Muy bien.
Pues como cada uno tenemos una opinión y nadie sabe nada con seguridad, si tú te fíes de Ramón, Lucía, no hay más que hablar.
[timbre de teléfono] - Están llamando, jefe.
- Ahora no.
- Ya los tenemos localizados y vienen por la Nacional 114.
- Cruzarán la frontera en aproximadamente dos horas.
¿Hemos cortado ya las comarcales 107, 209 y 101?
- Sí, ya está todo preparado.
¿Van a venir al final?
- ¿Quién?
- Sus compañeros, la Brigada Especial de UDICO.
- Sí, sí, pero no te preocupes que no te va a morder nadie.
- Estoy un poco nervioso.
- Son personajes normales, como tú y como yo.
- Bueno, mi primera misión.
- A ver, no digas la palabra misión delante de la gente.
Oír, ver y callar.
Tú haz lo que yo te diga y verás como todo va bien.
Ahí están, tus misioneros.
Iñigo.
¿Qué tal?
- Inspector Ramón Sánchez, el policía del año.
La que has preparado hoy, amigo.
Hoy va a ser un gran día.
- Bueno, eso espero.
- Tenías razón, como siempre.
Fue un acierto que te vinieras aquí tú solo, con discreción.
Has hecho un trabajo de investigación excepcional.
- Gracias.
- Toma.
Coge el primer autobús que sale y vete lo más lejos que puedas.
- Supongo que no nos vamos a volver a ver nunca más.
¿No?
- No lo creo.
- No quiero que te sientas culpable de nada porque tú no tienes la culpa de nada.
Todo lo que ha pasado ha sido culpa mía.
Todo lo malo que nos ha pasado ha sido culpa mía.
- No, María.
- Sí.
- No es verdad.
- Si.
Antes de conocerte en aquel bar, yo te había visto.
Fui yo la que le dijo a Joao que te contratara.
Porque eras perfecto para lo que yo necesitaba hacer.
Tú eres la única persona que no temblaba ante mi marido.
Tu ambición, todo.
Eras la única persona que me podía ayudar a salir de la mierda de vida que tengo.
- ¿Qué?
¿Qué, qué?
- Por favor.
Yo te utilicé, pero te juro que me enamoré de ti.
Y ahí se jodió todo porque ya no me importaba nada, nada.
Ni la droga, ni la mercancía, nada.
Yo solo quería estar contigo.
- ¿Qué coño me estás contando?
- Siento todo lo que te he hecho.
Lo siento.
- ¿Por qué me cuentas esto ahora?
¿Por qué?
¿Por qué cojones me cuentas esto ahora?
Que no puedo más, joder.
- No hay tiempo que perder.
Cada uno ocupa la posición que hemos señalado en el operativo.
- Esta es una operación de máximo riesgo.
Nadie baja la guardia.
¿Entendido?
Nadie baja la guardia.
Funcionamos por el canal 6.
!¡Mucha suerte a todos!
- Gracias.
- Es muy extraño.
Siempre me devuelven la llamada.
- Siempre que te necesita.
Pero ahora que le necesitas tú a él no llama, claro.
La gente es muy egoísta, hija.
- Pues vamos a comisaría.
Si no quiere hablar conmigo por teléfono va a tener que hacerlo en persona.
- Bien dicho.
- Voy avisar a tu madre.
Le diré que vamos a comprar o algo así.
- Vale.
[timbre] - Juan.
- Mamá.
- No sabía que estuvieras aquí.
- Pues sí, pero me tuve que ir con Lucía.
Nos esperas aquí, ¿vale?
Ahora venimos.
- ¿Pero y adónde?
¿Y José?
¿Y el niño?
- Mira, mi madre está arriba, que ha traído ropa de bebé.
Y eso es por si quieres ayudarla, ¿vale?
Volvemos enseguida.
- Toma.
- Hola, Teresa.
- !¡Para, para, para!
- ¿Qué pasa, hija?
- ¿Estás ahí, Manuel?
Manuel, ¿qué te ha pasado?
- Hijo.
- Con el cariño, ¿qué te ha pasado?
- !¡Hijo!
- ¿Pero quién te ha hecho esto, hijo?
- Joao.
- ¿Cómo que Joao?
Ah, ¿está en la finca?
Escúchame.
¿Has visto a Samuel?
- ¿Qué?
- A Samuel, que si lo has visto.
- Lucía, vosotros iros a vuestro.
Yo me encargo de él.
- ¿Pero qué estás diciendo, papá?
Que nos voy a dejar aquí solos.
- Lucía, lo primero es lo primero.
Venga, no te preocupes.
- Tu padre tiene razón.
Vamos, vamos.
- Tranquilo, hijo.
- Vamos, Lucía.
- Ven.
Dame el pie, dame el pie.
[♪ música de tensión] - Siete para el tres.
El objetivo va directo al control.
Dos minutos.
- !¡Listos para intervenir!
!¡Nos vamos!
!¡Vamos, señores!
- !¡A posición!
- ¿Dónde me coloco, jefe?
- Detrás del operativo.
- ¿Cómo que detrás del operativo?
- Nacho, no voy a discutir.
[♪ música de tensión] - Le habla la policía.
Detenga el motor y tire las llaves por la ventanilla.
Baje del camión con los brazos en alto.
Se lo digo por última vez.
Baje del camión con los brazos en alto o tendremos que disparar.
- !¡No disparas!
- ¿Quién es usted?
- Yo todo legal.
Yo tengo carnet para manejar, clase C. - !¡Castro, tú con ella!
- !¡Abrí la puerta!
- ¿Qué mierda es esta?
[♪ canción en inglés] - Para multa locales, mesa dos.
No se hacen DNI ni carne de conducir.
- No.
Necesitaría hablar con el inspector Sánchez, por favor.
Es muy urgente.
- El inspector no se encuentra en estos momentos.
Si quiere poner una denuncia, le puedo ayudar yo.
- No, es que no me está entendiendo.
Necesito hablar con el inspector Sánchez.
¿Puede llamarle, por favor?
- No, no, lo siento.
- Dígale que está aquí Lucia Romero, es que es muy importante.
- Al inspector no se le puede molestar en estos momentos.
- ¿Y cómo sabe usted que no se le puede molestar si no le llama?
Digo yo que se le coge el teléfono y le llama.
¿Cómo sabe usted que no le puede molestar?
- Lucia, para.
- Digo yo, no sé.
- Vale, vale.
- No, es que solo estoy diciendo que lo llame.
- Vamos a ver, ¿va a poner una denuncia, sí o no?
- !¡Qué no quiero poner una denuncia!
!¡Quiero hablar con el inspector Sánchez!
Vamos a ver, yo que hablo en chino, ¿en qué coño hablo yo?
- Lucia, ya.
- No, es que vamos, no entiendo.
- Esperaremos.
[timbre de teléfono] - Sí, dime, Lula.
¿Cómo que no puede respirar?
¿Pero tenéis su inhalador sobre la vida?
Vale, pues si no funciona, tenéis que llevarlo inmediatamente al hospital.
A mi hijo hay que ponerle adrenalina.
Y si no se le pone adrenalina, le puede dar un colapso en los pulmones.
¿Cómo coño quieres que me tranquilice?
¿Lula, me estás escuchando?
Sí, sí, yo tengo inyecciones en casa.
Voy para allá.
- Qué bien que hayas venido, Teresa.
Mira, precisamente ayer estaba hablando con Raimundo que hay que ver el tiempo que hace que no vamos a ese restaurante que tanto te gusta de ahí, de Trujillo.
Ay, ¿quieres unos churritos?
- ¿Me vas a decir lo que pasa o no?
- ¿A qué te refieres?
- Vamos a ver si yo sé explicarme bien.
Llamo a José, no me coge el teléfono.
Vengo a casa y veo a Lucía, a tu marido y a mi Juan que salen corriendo.
Y el niño no está.
Así que no hay que ser una lumbrera para darse cuenta de que aquí está pasando algo.
- Hombre, visto así, pues sí, tienes razón.
- ¿Se van a divorciar o no?
- ¿Qué dices?
- Lo que digo es que a tu hija se le ha metido en la cabeza separarse de mi José y que lo lleva por el camino de la amargura.
Pobrecito mío, que se desvive por salvar su matrimonio.
- Vamos, que tu hijo se desvive por salvar su matrimonio.
Mira, Teresa, es que eso era lo último que yo tenía que oír.
- Lo último que tú tenías que oír, ¿no?
Lo que me parece un disparate es que ella quiera divorciarse con un niño pequeño y otro que viene en camino.
Y ya que sois tan cristianos como decís, !¡ayudadme a hablar con Lucía!
- Pues mira, sí somos cristianos.
Cristianos evangélicos, ¿te queda claro?
- !¡Ay, cristianos evangélicos!
- Sí, señora.
- Cristianos evangélicos.
- Y no pienso hablar con mi hija, porque ella ya sabrá lo que tiene que hacer.
- !¡Pues venga con el cristianismo!
- !¡Lucía!
[timbre de teléfono] - Juan, dime.
- José, ¿dónde coño te has metido?
- Da igual, estoy volviendo.
- No, pues no vuelvas, vete directo a la finca de Joao.
Nosotros vamos para allá.
- ¿A la finca por qué?
¿Ha pasado algo?
- Que han llamado, que Samuel no se encuentra bien, que...
Se ve que no puede respirar.
Lucia y yo vamos con sus medicinas.
!¡José!
!¡Oye!
¿Me oyes?
- Estoy aquí, estoy aquí, dime, ¿qué ha pasado?
- Escúchame, hay que sacar al niño de allí enseguida.
Ellos no quieren llevarlo al hospital y hay que sacarlo como sea.
Vale.
!¡José!
!¡José!
Puta.
¿Ya?
- Acabo de hacer el mayor ridículo de mi carrera.
- Encontraron las cámaras y las utilizaron en tu contra.
Te dieron información falsa y caíste en la trampa.
- Un error imperdonable.
- El contenedor vacío era un señuelo.
- Pasaron el bueno por la otra ruta.
- Supongo que estaré una buena temporada sin llevar un caso.
- Me han llamado los de arriba.
Y quieren que dejes la UDICO.
- ¿Qué?
Supongo que estás de coña.
- Bueno, ya sabes cómo son estas cosas, Ramón.
En nuestro trabajo siempre está la sombra del soborno.
- Pues no me puedo creer que me estés diciendo esto a la cara.
- No, yo no lo creo, pero otros quizás sí.
- Es injusto, Iñigo, !¡y lo sabes!
!¡Coño, lo sabes!
Y no me voy a quedar de brazos cruzados.
Recurriré a lo que haga falta.
- ¿Qué tal?
- Mamá.
- Hola, mi amor.
Ya está, mi vida, ya está.
Ya te vas a poner bien, ¿vale?
Tranquilo.
- Y enseguida te pones bien, campeón.
[tose] - Ya, ya está.
Respira despacio, Samuel.
Ya está, mi vida.
- Venga.
- Ábreme, por favor.
María, baja, por favor.
!¡No, baja!
!¡Para el coche!
!¡Páralo!
!¡Páralo!
!¡Que pares el autobús!
!¡Coño!
- ¿Qué haces?
- !¡Abre la puerta!
!¡Joder!
- ¿Pero qué haces, tío?
- !¡Cállate!
María, ven.
Baja, por favor.
Tenemos que bajar.
!¡Abre esta puerta!
Vámonos.
Vámonos.
No te puedo dejar marchar.
Tengo que salvar a mi hijo.
- ¿Qué tal está?
- Bien.
Teniendo en cuenta que me quieren echar del Audico y que mi ex se está tirando a uno de mis mejores amigos, bien, bastante bien.
- Estuvimos cerca.
- No, en realidad, no.
Han estado jugando con nosotros todo el rato.
Nos tenían controlados.
- Siento si no he estado a la altura.
- No, no ha sido cosa tuya.
Me empeñé en llevar esto a mi manera y, bueno, he perdido la perspectiva y el caso.
[timbre de teléfono] - ¿No va a coger el teléfono?
- No.
Seguro que es otro jefe con ganas de echarme la bronca.
¿Qué?
- Ha sido un placer trabajar con usted.
- Lo mismo digo, Nacho.
- He aprendido mucho.
- Gracias.
Sale de este pueblo y ya tengo un policía.
Fuera de aquí.
[timbre de teléfono] ¿Sí?
- Tranquilo.
- Jaoa me he dio una especie de mensaje para ti.
Me dijo que no me mataba porque era tu hijo, que lo hacía por los viejos tiempos.
- No te muevas.
- ¿Qué hay entre vosotros?
¿Eh?
¿Es verdad que fuiste su amigo?
- Sí.
Pero aquello salió mal.
Yo me marché y el grupo sufrió un ataque.
Y él considera que está en una silla de ruedas por mi culpa, pero no es cierto.
Esa es la excusa.
La verdad... es que me odia porque me largué y porque no me puede controlar.
- Y por eso nos hace todo esto.
- Sí.
- Joao es un maestro del miedo.
Tiene un don especial para encontrar las debilidades en las personas.
Y una vez las encuentras, estás perdido.
- Y nosotros somos tu debilidad.
- También soy mi fuerza.
- Hay que hacer algo, papá.
Hay que acabar con ese tío como sea, si no, no va a parar nunca.
- No podemos, hijo.
- ¿Pero cómo que no podemos?
Algo podremos hacer.
¿Eh?
- No podemos.
Porque Joao tiene secuestrado a tu sobrino, Samuel.
- Sí, claro que estoy contento.
Sí ha sido un éxito.
Un éxito enorme, la verdad.
Fue una suerte descubrir las cámaras de la policía a tiempo.
¿Qué?
No.
No, no, no, no.
Ahora voy a solucionar una cosita aquí en casa, pero cuando termine, lo vamos a celebrar por todo lo alto, Paul.
- Os he cedido mi habitación para que tengáis más espacio.
¿Estáis cómodos?
¿Necesitáis algo?
- Estaríamos mejor en casa, la verdad.
- Hacéis buena pareja, ¿eh?
Lucía, has salido ganando con el cambio.
Juan es más... fiable.
Todos conocemos a José.
Es encantador, pero impredecible.
Y la lealtad es lo más importante en una pareja.
De hecho, es lo único importante.
- Preferiría no hablar contigo de mi vida sentimental.
- Qué susto nos ha dado el niño, ¿eh?
¿Está mejor?
- Está mejor, pero necesita que lo llevemos a un hospital para que le midan el oxígeno en sangre.
- Sí, Joao.
Por favor, el niño no tiene nada que ver.
Deja que se vaya.
- Lo siento, pero no puede ser.
- ¿Cómo que no puede ser?
¿Cómo que no puede ser?
Hemos hecho todo lo que nos has dicho, Joao.
¿Qué tengo que hacer para que sueltes a mi hijo?
- He hecho un trato con tu marido.
- ¿Qué trato?
- Ah... No te lo ha contado.
Cuando lo cumplan, os dejaré ir.
- Joao, no aguantarás otro toque más, por favor.
- Lealtad, Lucia.
Es lo único importante.
- ¿Es normal que duerma tanto?
- Sí.
Las inyecciones son muy fuertes.
Pero bueno, mejor, porque así tiene la respiración más pausada.
- José vendrá, Lucía.
Hará lo que tenga que hacer.
Cumplirá el trato y vendrá.
- ¿José?
Mira, no me hable de José, Juan.
Que por su culpa está mi hijo aquí encerrado.
Y tú y yo también.
Ninguno de los tres deberíamos estar en esta habitación.
¿Y dónde está él?
No, porque que yo sepa no da señales de vida.
Al final pasa lo de siempre, que los demás pagamos sus errores.
- En eso llevas toda la razón.
- Ay, Dios.
- Estoy enamorado de ti.
- ¿Qué?
¿Qué dices, Juan?
- Que estoy enamorado de ti desde el primer día que te vi en el instituto.
Llevabas un vestido blanco con un bordado azul aquí, como una flor, el pelo suelto.
- ¿No has encontrado un momento más romántico para decirme esto?
- Da igual el momento.
Solo necesitaba decírtelo.
- ¿Y qué hago yo con esto ahora?
- Nada.
No tienes que hacer nada.
Es que yo pensaba que se me pasaría, que sería una cosa como de adolescente, pero... Al contrario.
Pienso en ti todos los días.
Hasta sueño contigo a veces.
Bueno, muchas veces.
No lo puedo evitar.
[tose] - ¿Samuel?
Ya está, mi amor.
Ya está, respira despacio.
- Coge a Samuel Lucía, nos vamos.
- ¿Qué dices, Juan?
- Nosotros no hemos hecho nada.
No sabemos nada.
¿Qué va a hacer?
¿Matarnos a los tres?
A Joao solo le importa su negocio.
No se va a cargar a tres personas inocentes, así como así.
- Vamos.
- Juan.
Queremos hablar con Joao.
- ¿Se sabe algo de José?
- No.
- ¿Y de María?
- No.
- Joao, Samuel necesita a un médico.
Nos vamos al hospital.
- ¿Pero tú?
¿Tú qué te crees que estás haciendo?
- Venga, Joao, sí.
Nosotros no tenemos nada que ver en todo esto y tú lo sabes perfectamente.
No nos puede impedir que no vayamos.
- ¿Ah, no?
- No.
- La pistola.
- !¡Joao, por favor!
!¡No hace falta!
- !¡No te metas!
- Tranquila.
- Hijo, ¿quieres que arme escándalo?
Volved a la habitación, por favor.
- ¿Por qué?
¿Qué voy a hacer, Joao?
¿Dispararme?
!¡Joao, venga, dispárame!
!¡dispárame!
- !¡Juan, pare!
- !¡No!
!¡Dispárame!
Haz conmigo lo que quieras, pero deja que Lucía y el niño se vayan de una puta vez.
- Juan, te queda grande el disfraz de héroe.
- Te lo pido, por favor.
- Que no, Lucía.
Que nos vamos de aquí.
Joao, nos vamos.
[disparo] - Joao, mira.
!¡No!
- !¡Eh, llévatelos!
!¡Arriba!
- Joao, ¿me oyes?
No me vas a volver a decir que no tengo huevos de hacer algo.
- !¡Ay, no!
!¡Por favor, suéltale!
- !¡Para!
!¡Para ya!
!¡Por favor!
- Eso es lo que querías, ¿no?
¿Que la maten?
¿Eso es lo que querías?
!¡No!
!¡Esto es tu puta culpa!
!¡Esto es tu puta culpa!
!¡Mira!
- !¡No, suéltale!
!¡Por favor, suéltale!
- ¿La mato o no la mato?
!¡No te lo digo, Joao!
!¡No sé!
!¡No sé lo que quieres!
!¡Dime lo que quieres que haga!
- !¡No!
- ¿Qué quieres?
- Pero, ¿dónde estás?
- ¿Y a ti qué cojones te importa dónde estoy?
¿A ti qué te importa?
- !¡Para, Juanjo!
!¡Para!
!¡Para!
- !¡María!
!¡Cállate, por favor!
!¡María!
!¡Cállate!
!¡Te lo ruego!
!¡Por favor!
!¡Cállate!
- !¡No!
!¡Por favor!
- Estoy en Hotel Norte.
Pero cuando tú llegues, yo no voy a estar.
Y María tampoco va a estar.
¿Te enteras?
María tampoco va a estar.
Así que ve soltando a mi hijo.
!¡Hijo de puta!
- Tráela aquí.
La quiero viva.
- Pero, hermano, habíamos quedado... - ¿Eso no me has oído?
!¡La quiero viva!
- Lo siento, no puede pasar.
- ¿Por qué?
- Se oyen gritos arriba.
Ya hemos llamado a la policía.
- ¿En qué habitación?
- La 204, creo, pero... !¡No!
!¡Señora, que no puede pasar!
!¡Señora!
!¡Señ... !¡Señora!
- Está muerta.
[♪ música de tensión] - Se escuchan ruidos, se escuchan gritos, disparos... - !¡Corred!
- !¡Vamos!
- ¿Qué?
¿Estás fresquita?
- ¿Te duele?
- Bastante, pero no te preocupes.
- No es grave.
La bala solo te ha rozado.
- !¡Joder!
- La próxima vez no te hagas el héroe, ¿verdad?
- Que no podría, aunque quisiera.
- Podéis iros.
¿Pero es que no me oís?
José ha cumplido su parte.
- ¿Qué ha pasado?
- !¡Fuera de mi casa!
[♪ música de tensión]
Support for PBS provided by:















