
Loneliness
Episode 2 | 51m 55sVideo has Closed Captions
Lucia sets out to uncover the terrible secret her husband was keeping.
Lucia tries to overcome the disappearance of her husband with the support of her family and friends. Joao invites Lucia to the farm to meet her and her son. Meanwhile, Jose and Maria, the woman at the airport, are locked up in Turkey.
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback

Loneliness
Episode 2 | 51m 55sVideo has Closed Captions
Lucia tries to overcome the disappearance of her husband with the support of her family and friends. Joao invites Lucia to the farm to meet her and her son. Meanwhile, Jose and Maria, the woman at the airport, are locked up in Turkey.
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback
How to Watch The Accident
The Accident is available to stream on pbs.org and the free PBS App, available on iPhone, Apple TV, Android TV, Android smartphones, Amazon Fire TV, Amazon Fire Tablet, Roku, Samsung Smart TV, and Vizio.
Providing Support for PBS.org
Learn Moreabout PBS online sponsorship- !¡Aquí!
!¡Estamos aquí!
¿Os acordáis?
- [mujer] José, para ya, que me vas a volver loca.
Por favor.
- [José] ¿Esto qué coño es?
¿Cómo nos tienen así?
¿Qué hacen?
- Pues están decidiendo.
- Esto es una mierda.
- José, ¿te quieres calmar ya, por favor?
- ¿Tú sabes lo que está pasando fuera, cada segundo que estamos aquí?
Que se va toda a la mierda.
[pasos] [puerta se abre] ¿Qué haces?
¿Qué haces?
Oye, oye, suelta.
Suelta... [grito] - !¡José!
[José tose] [puerta se cierra] [♪ música triste] ♪ Yo que siempre te seguí ♪ ♪ Que te quise bien ♪ ♪ Hoy construye tu vida sin mí ♪ [armonización] [conversaciones indistintas] [quejidos] [suspiro] - ¿José?
José.
[Juan ríe] - Buenos días, Lucía.
- [Samuel] !¡Mamá!
- [Lucía] Hola, mi amor.
- El tío Juan ha traído torrijas.
- [Lucía] Qué bien.
Qué suerte.
Anda, vete a desayunar.
[suspiro] Gracias.
- Nada.
Es que he salido de casa y he pensado que ya que me pillaba de camino, por qué me acercaba y os traía el desayuno.
Pero perdona que no te avisara, ¿verdad?
- No, perdona, es que, me, eh, pensaba que... Da igual.
Que me tomé una pastilla anoche para dormir y estoy un poco atontada todavía.
- He hecho café.
¿Te pongo uno?
- [Lucía] Sí, por favor.
Samuel, mi amor.
¿Por qué no sube a por la libreta?
Que nos tenemos que ir al cole.
- ¿Hoy hay cole?
- [Lucía] Sí, claro.
[suspiro] - Toma.
- Gracias.
¿Sabes algo nuevo?
- No, lo siento.
- No sé qué hacer, qué pensar.
Estoy totalmente perdida.
- Ya.
Estamos todos igual, Lucía.
Yo he preguntado, le he llamado al teléfono mil veces, pero siempre me salta el contestador.
Yo tampoco sé qué más.
- ¿Te importa llevar al niño al colegio?
Es que no tengo ganas de salir de casa.
- Claro que sí, mujer.
Lo espero en el coche, ¿vale?
- Dale.
¿Samuel?
Samuel, que llegamos tarde al cole.
¿Qué haces, mi amor?
- [Samuel] Para papá.
- ¿El qué?
- [Samuel] Una señal.
Para cuando venga, que sepa que estoy aquí.
- Tú sabes que papá te quiere mucho, ¿verdad?
- Mjm.
¿Cuándo viene?
- No lo sé.
Venga, vamos al cole, que vas a llegar tarde, ¿vale?
Venga.
Coge la mochila.
- [Juan] Súbete.
Ponte el cinturón.
[obturador] - [Samuel] Tío, ¿qué haces?
Vámonos.
- Sí, ya voy, ya voy.
- [Samuel] Pero, vámonos ya.
- Que ya voy, que ya voy.
Qué prisa, chico.
- Dame una pista.
Dame una pista.
¿Dónde coño...?
Puta mierda.
!¡Y una mierda!
Hijo de puta.
Dame una pista.
A ver, piensa, piensa, piensa, Lucía.
¿Dónde...?
Cartas de trabajo, de trabajo, de trabajo.
!¡Trabajo, trabajo!
Mierda.
!¡Hijo de puta, mentiroso de mierda!
- [Teresa] !¡Lucía!
- ¿Qué?
- ¿Te has vuelto loca?
[Lucía jadea] Anda.
Ven.
Cariño, te entiendo tan bien.
José va a volver.
Lo sabes, ¿verdad?
Los hombres son como niños, hija.
No crecen.
Si vieras lo que he tenido que pasar yo con mi marido.
Algunas noches ni volvía a casa.
Y una vez, una vez estuve a punto de dejarle.
Pero tenía dos hijos que sacar adelante.
Lo que te quiero decir, hija, es que tienes que mantener la cabeza fría y pensar en Samuel.
- ¿Puede decirle todo esto a su hijo?
- No te creas que no se lo voy a decir en cuanto aparezca.
- Qué optimista.
- [Teresa] Hay que serlo, hija.
Hay que serlo y levantar el ánimo.
Mira, te voy a ayudar a recoger todo esto porque no queremos que nadie vea este desastre, ¿verdad?
Y luego voy a hacerte algo de comer.
Tienes que cuidarte, hija.
- Sí.
- Por cierto, al pasar por la cocina he picado unas, unas torrijas que había.
Qué ricas.
- Sí, las ha traído Juan.
- Juan.
¿Mi Juan?
- [Lucía] Sí.
- [Teresa] Qué detallista, mira.
Pues a mí ni el pan Bimbo me trae.
¿Dónde vas?
- A que me dé el aire.
[Teresa suspira] - Isabel, viene Lucía.
- [Isabel] Voy.
- [Julián] Ya lo sé, ya lo sé.
- Iba a ir a verte ahora mismo.
[suspiro] ¿Cómo estás, cariño?
- ¿Yo qué sé cómo estoy?
- [Julián] Hola, Lucía.
- No puedo más, de verdad, Isa, ¿eh?
No puedo más.
- ¿Te tomaste la pastilla que te di para dormir?
- Sí, claro que me la tomé.
Y funciona, pero cuando me despierto, no paro de darle vueltas y darle vueltas.
Es que no, no sé qué, qué pasa, que si no me ha llamado ya, ¿no me piensa llamar?
O sea, ¿se ha ido con otra y punto, ya está?
- Es que es un hijo de puta.
Se ha pasado muchísimo, Lucía.
Muchísimo, coño.
- ¿Qué le digo yo a mi hijo?
¿De qué vamos a vivir?
- Tú tienes dinero ahorrado, ¿no?
- Sí, claro.
Para unos meses.
Pero estamos pagando la hipoteca, que no sé ni por dónde empezar a buscar trabajo.
- Eres veterinaria.
- Sí, claro y dejé la clínica cuando empecé a cuidar de Samuel hace años.
¿Quién me va a contratar ahora a mí?
¿Quién?
Yo no me lo puedo creer, te lo juro.
O sea, ¿cómo he podido ser tan imbécil de no darme cuenta?
- Ni tú ni nadie, Lucía.
Ni tú, ni nadie.
Que parecía el marido perfecto.
Si dabais una envidia.
- Sí, pues mira.
No sé qué pasa, ¿que no me va a llamar nunca más?
¿Qué se piensa?
¿Que me iba a quedar quieta?
¿Que no lo iba a buscar?
Que es el padre de mi hijo, digo yo que por lo menos me merezco una explicación, ¿no?
- Por supuesto.
- Si por lo menos supiera quién es ella, pues podría buscarlo, pero es que ni eso.
[♪ música de intriga] - [mujer] No.
No.
Wait for me.
Wait for me.
- [policía] Si su hijo estuviera detenido, se lo diría.
Es ilegal retener a alguien y no notificarlo.
- Anda, [inaudible].
- Antonio Salazar, Chupito.
Unos 30, delgado.
Míralo.
- Que no está aquí, ¿vale?
Le aseguro que si tenemos noticias, se lo diremos.
- Pues coge mi móvil.
Que mi hijo nunca se queda sin avisarnos.
Y fíjate tú... - Buenos días, el inspector Sánchez, por favor.
- [recepcionista] No ha llegado todavía.
- [Lucía] Ah.
- Niña.
¿Tú no eres hija de Raimundo?
- Eh, sí, ¿pero nos conocemos?
Sí, de la congregación de tu padre.
Ainhoa.
- Eh, ah, sí.
Perdona.
¿Qué tal?
¿Cómo estás?
- Ay, pues nada, hija, mi marido.
- Está dentro cada dos por tres.
- Vaya.
- Y tu padre le intenta ayudar, ¿sabes?
Pero es que no hay manera.
- Bueno.
- Antonio, ¿tú te acuerdas?
Uno así, muy delgado de tu edad.
Le dicen el Chupito.
- Antonio... Toni.
Toni, que es amigo de mi hermano Manuel creo.
- Eso, que iban juntos a clase.
- Sí, sí, sí.
[risas] - Niña, ¿y tú qué haces aquí?
- Pues nada, eh, papeleo.
Nada importante.
- [mujer] Ainhoa.
Ven para acá corriendo.
Dale tu móvil.
- Lucía.
Buenos días.
- Buenas.
- ¿Puedo ayudarla en algo?
- Eh, sí, eh, creo que me puede ayudar.
¿Podemos hablar un momento?
- Vamos a mi despacho.
- [Lucía] Sí, claro.
- Inspector, ha llegado esta mañana esa caja para usted.
- Coño.
No me pases llamadas.
- Que el caso es que no tengo saldo en el móvil.
Ponga usted el de mi suegra.
- ¿Y si lo cargas no es más fácil?
- Claro, si usted me presta 20 euros, yo lo cargo.
- Claro.
- [Ramón] Lo siento.
Se supone que estoy de paso.
Hombre, Vázquez Montalbán.
Empieza a enviarme la biblioteca.
Mi ex.
No le gustan las novelas policiacas.
En cambio, la poesía es acojonante.
Que le gusta la poesía con la... Perdone.
¿O sea que quiere que le ayude a averiguar quién es la mujer con la que se fue su marido?
- Pues sí, porque creo que es la única manera de poder localizarle.
- Ya.
¿Pues sabe una cosa?
Es más fácil que lo averigüe usted que yo.
- ¿Ah, sí?
¿Cómo?
- Preguntando a todos aquellos que le conocen.
Familiares, amigos, compañeros de trabajo.
- No, no, no me apetece tener que estar preguntándole a todo el mundo.
- [Ramón] Pues sería lo mejor.
Y sobre todo a su cuñado.
Me parece muy extraño que no sepa algo más.
- Bueno, ¿pero no se pueden ampliar las imágenes de las cámaras del aeropuerto, las que vimos aquí?
O sea, no sé, a lo mejor se puede ver algo más, ¿no?
- Se imagina que ya lo hice, ¿no?
Bueno, de acuerdo.
Deme un par de minutos, a ver si se me ha escapado algún detalle.
¿Eh?
Vamos a ello.
- Son varios, ¿no?
- Sí.
Me temo que solo se le ve de espaldas.
No sé si intuye que es una mujer delgada, elegante, bien vestida, con tacones.
No sé si eso le dice algo.
- No.
No lo sé, la verdad.
- [Ramón] ¿Sabe qué sería lo más eficaz?
Entrar en su correo a ver si tiene algún mensaje.
Tiene un ordenador en casa, ¿no?
- Sí, claro.
- Pues creo que sería lo mejor.
[golpe en la puerta] - Siento molestar.
Tenemos un aviso urgente de sobredosis, un chaval menor.
- Vaya, hombre... - Hay que ir en coche.
- Eh, no se preocupe, yo ya me voy.
- Siento no ser de más ayuda.
El problema es que su marido es un adulto en pleno uso de sus facultades y que desaparezca por voluntad propia, pues no es ilegal.
- Ya.
Bueno, pues muchas gracias.
- Lucía.
- ¿Qué?
- Ahora mismo, estoy atado de pies y manos, pero si hubiera algo, el más mínimo indicio, que nos ayude a pedir una orden de búsqueda.
Si encuentra algo extraño de su marido... - Algo extraño, ¿qué, qué quiere decir?
- Piénselo.
Lo que sea, eh... Algo vinculado a su empresa, sus viajes.
Deme un hilo del que tirar y le ayudaré.
- No, no entiendo por qué me está diciendo eso, pero... Bueno, da igual.
Muchas gracias, de verdad.
- ¿Qué quería?
- Ayuda.
Y empieza a estar casi tan sorprendida como nosotros.
- Desde luego que hay que ser gilipollas para engañar a una mujer así.
- [Ramón] Venga, galán.
Tenemos trabajo.
[disparos] [graznidos] [ladridos] - [Lula] Esas palomas van a acabar con la cosecha.
Ya no sé qué hacer.
- A mí no me pongas esos bichos para comer, ¿eh?
Que no me gustan nada los pájaros.
- Anda que no te has vuelto fino tú, hermano.
En Angola, hasta ratas te he visto comer.
- Ya, pero ahora no estamos en Angola.
- Pues se las dejo a Nico, que le encantan.
- Oye, ¿tu hijo no va al mismo colegio que el niño de José Espada?
- [Lula] Pues es el único en el pueblo.
- Pues ve a recogerle.
Quiero conocer a la mujer de José.
Lucía se llama.
- [Lula] Sí, la conozco.
La que salió en la tele.
¿Qué es lo que pasa?
- ¿Qué pasa?
Que se ha acercado a la comisaría y todo esto ya me está empezando a tocar las narices.
- Pues que venga también el otro Espada.
No acabo de fiarme.
- Sí, pero, a ese, hoy mismo, le voy a presentar a nuestro invitado.
Así vemos de qué pasta está hecha.
- Venga, que ya está.
Ven aquí.
Ah, guapo.
[aspiradora] - [Lucía] [susurrando] Oye, que no quiero que nos vea.
- Tu suegra te va a dejar la casa [inaudible], nena.
Venga, que yo vigilo.
- [Lucía] A ver, si no me sé la contraseña, ¿qué más da?
- Bueno, pues su, su cumpleaños, que es la que usa todo el mundo.
- No, ya lo he puesto.
- El tuyo o el del niño.
- Vale, un momento.
- [Isabel] A ver.
- No.
- El de su madre.
- ¿De su madre?
- ¿Yo qué sé?
El, el nombre de su peli favorita.
- Vale.
- Dale.
- A ver.
No.
- Eh, el nombre del perro.
- Pero ¿qué perro?
Si no tenemos perro, Isa.
- Bueno, Lucía, hay que echarle un poquito de imaginación.
- Sí, pues la imaginación solo me dice una cosa todo el rato, que a José no le gustaría que estuviese aquí leyendo su correo.
- Toma, claro, normal.
Algo tendrá que ocultar, ¿no?
- Sí, pues lo va a seguir ocultando porque esto no hay manera de averiguarlo.
- ¿Esta cuenta la usa también para cosas de trabajo?
- Supongo que sí.
- Pues pregúntale a su secretaria que seguro que se sabe las claves, ¿no?
Que secretaria viene de secreto, ¿eh?
- [Teresa] ¿Qué hacéis?
¿Ese no es el ordenador de José?
¿Qué está pasando aquí?
- ¿Aparte de que su hijo se ha largado con otra mujer?
Porque eso es lo que está pasando, que yo sepa, vamos.
- ¿Dónde vas?
- ¿Dónde voy?
Pues a averiguar dónde mierda está su hijo.
- ¿Y ahora por qué no para?
- ¿Que no te sabes la contraseña?
Venga, Sonia, por favor.
Al menos no me mientas.
- Yo te entiendo, Lucía, pero... - No, tú no me entiendes.
Porque si me entendieras, me estarías ayudando.
Vamos a ver cómo te lo explico, que José se ha ido, abandonando a su familia.
¿Eh?
¿Tú de qué lado estás?
¿Del suyo o del mío?
- Yo no puedo estar de ninguno.
José es mi jefe, siempre ha sido bueno.
- Ya, claro.
Escúchame una cosa.
Eh, ¿tú no sabrás dónde está, no?
- [Sonia] ¿Yo?
- Sí, tú, tú.
- [Juan] Lucía.
- ¿Qué quieres?
Bueno, ya.
- Sonia, sal un momento, por favor.
Gracias.
¿Qué te pasa?
- ¿Qué me pasa?
Pues que estoy desesperada, Juan.
- Me parece muy bien y te entiendo.
Pero eso no te da ningún derecho a hablarle a esa mujer de esa manera.
Esa pobre mujer no tiene la culpa de nada.
¿Cómo coño va a saber dónde está José?
Dime.
- Bueno, ¿y yo qué sé?
¿Yo qué sé?
¿Yo qué sé?
Si esto es muy raro, Juan.
Que José no se iría así.
Que, que José no desaparecería sin decirme nada de esa manera.
- ¿Ah, no?
- No.
- ¿Entonces ya no te acuerdas de las veces que me ayudaste a encontrarlo cuando no aparecía por casa y mi madre se moría de la angustia?
- [Lucía] Coño, Juan, cuando éramos unos críos que teníamos 18 años.
- Bueno, con 18 años.
Ya está.
- [Lucía] Vamos a ver, que José cambió.
Que desde que empezamos a estar juntos, él no se ha separado de mí.
Que quiere a Samuel, que somos una familia.
- Ahora le defiendes, claro.
- [Lucía] Sí, claro que le defiendo.
Porque es mi pareja y porque le quiero.
Me voy porque no tengo más ganas de seguir hablando de esto.
- Lucía.
- ¿Qué?
- Deja irte llevando.
No nos peleemos tú y yo, ¿vale?
Tú y yo no.
- Venga.
[♪ música de intriga] [niños hablando] Samuel, cuidado con el coche.
[tos] ¿Qué pasa?
¿Qué te pasa, mi amor?
Te he dicho que no corras así.
¿Y el spray?
¿Dónde lo tienes?
¿Allí?
Mételo en el coche, Juan.
- Venga, respira despacio.
Respira despacio.
- [Lula] Lucía, ya ha entrado la maestra.
Es que le hemos visto toser.
- Ah, vale.
Es que no sé cómo decirle que no puede correr así.
- Son todavía muy pequeños, pero está bien, tranquila.
- ¿Eh?
¿Qué pasa, Pablo?
Ay, qué bonito.
- Aquí tienes, Lucía.
- Muchas gracias.
- [Lula] Lucía, ¿por qué no venís mañana a pasar el día a la finca, eh?
Así juegan los meninos.
- ¿Sabes qué pasa?
Que es que tengo muchos problemas en casa últimamente.
- [Lula] Sí, lo sé.
Bueno, pero precisamente por eso, corazón.
Necesitas entretenerte un poco, ¿eh?
Os esperamos mañana.
No me falles.
- Venga.
Gracias.
Adiós.
Venga, vamos.
- Tengo hambre.
Tengo hambre.
- Hola, cielo.
La comida ya casi está.
Ve a la cocina, ¿eh?
Ha venido tu madre, Lucía.
Creo que está haciendo puchero.
Les he llamado yo, la pobre necesita a su familia.
- Bueno, mamá... - [Teresa] Juan y yo nos vamos.
Tiene que ayudarme a hacer unos recados.
- Pero espérate un momento, ¿no?
- Que no, hijo, que no.
Que los recados no pueden esperar.
Adiós.
- Mamá, no creo que debas entrometerte.
- Ya, eso es lo que a ti te gustaría.
Toma.
- ¿El qué me gustaría?
Que te pongas las pilas y que busques a tu hermano, que no te veo yo muy espabilado.
- ¿Qué más quieres que haga?
- Que lo encuentres.
Alguna idea tendrás de por qué se ha marchado, ¿no?
Incluso puede que alguna responsabilidad.
- [Juan] Tócate los cojones.
No, si al final va a ser culpa mía que haya desaparecido mi hermano.
- Juan.
Ven aquí.
Juan, ¿dónde vas?
¿Juan?
- Hostia.
- [Teresa] ¿Hijo?
No te atreverás a dejarme aquí tirada, ¿verdad?
- ¿Tú sabes la de gente que desaparece sin avisar?
Mira, gente que parecía cabal y de pronto dice que van a comprar pan o tabaco y no aparece.
Pero mira, así, así de gente.
- Ya.
- Hija, he pensado una cosa.
- ¿Qué?
- ¿Por qué no te vienes con nosotros una temporada?
El niño y tú.
Hasta que todo esto se aclare.
- Pero qué buena idea.
Cariño, ¿qué te parece?
- Eh, pues, pues no sé.
- [Rosario] Mira, piénsalo.
Samuel se puede quedar en la buhardilla, que tu padre aisló el tejado este verano.
Le va a encantar, es muy grande.
Y tú te quedas en la habitación de Manuel.
Total, si tu hermano apenas aparece por casa.
- Deja que te cuidemos un poco, hija.
- [Rosario] Sí.
Que aquí estás muy sola.
- Yo lo agradezco, pero es que estoy mejor en mi casa, mamá.
- ¿No seguirás esperando que regrese?
[suspiro] - Pues sí, sí, me encantaría que apareciese y que me explicase algo de lo que ha ocurrido.
Eh, ¿aliño la ensalada?
- [Rosario] Sí, cariño.
- Bien.
[aves trinan] [♪ música de aventura] - Hola, Juan.
- [Juan] Hola.
- ¿Sabéis algo nuevo?
En el pueblo se dice que tu hermano no iba en el avión, ¿es cierto?
- Así es, creemos que está bien.
- Ah, pues qué bien.
Pues ¿entonces dónde está?
¿No tenéis noticias?
- No.
- Ya.
Vamos con mi hermano.
Entra.
!¡Joao, está aquí Juan!
- [Joao] Aquí al fondo.
- [Lula] Gustamos de hacer la matanza aquí en la finca.
Algunos animales elegidos, todo muy artesanal.
- [Joao] Mira, Juan.
Este es Toni, al que llaman Chupito.
[Toni tose] Acércate, quiero que le hagas una pregunta.
- ¿Yo?
- Sí, tú.
Porque a nosotros no nos contesta.
Verás, Chupito es uno de mis colaboradores, pero últimamente ha estado vendiendo un producto que no es mío.
Acércate.
Quiero que te vea la cara.
- Joao, yo no tengo nada que ver.
- Acércate.
Chupito.
¿Conoces a Juan?
!¡Habla!
- Yo no lo conozco.
- Oye, que le estoy preguntando a él.
Bueno, da igual.
Aunque no os conozcáis, pregúntale: "¿Quién te vendió la mercancía, Chupito?".
- Pero, por Dios, Joao, que este hombre está fatal.
- [Lula] Tranquilo, que no está muerto.
- [Joao] Vamos, Juan, hazme ese favorcillo, que es muy cabezota y no habla con nosotros.
Pregúntale.
"¿Quién te vendió la mercancía, Chupito?".
Pregúntaselo, carajo.
- Vale, vale.
Vale.
[jadeo] ¿Quién, quién te vendió...?
¿Quién te vendió la mercancía?
- [Joao] Oh.
Qué pena.
Se ha desmayado.
Sí, es que el olor de los cerdos es muy molesto.
[arcadas] Bueno, Juan, ya ves cómo es la gente.
No se puede confiar en nadie.
Ese chico llevaba trabajando para mí, ¿qué sé yo?
Años.
- ¿Y qué ha hecho?
- Verás, nuestro camión, el que se estrelló de esa forma tan rara.
El del conductor desaparecido... - Sí, sí, Antón.
- Antón, exacto.
Bueno, pues ese Antón, o Dios sabe quién, se llevó algo de ese camión, algo mío.
Y no me refiero a los cerdos.
- Yo no tenía ni idea.
- El único que lo sabía era tu hermano, otro en el que yo confiaba como el de ahí dentro.
Bien, el caso... ...es que yo quería verte y hablar contigo para decirte que ahora que no está tu hermano, yo quiero confiar en ti para que hagamos un buen equipo.
Pero es que ahora mismo no me fío de nadie.
De nadie.
Acércate.
Acércate.
Así que, dime, Juan, ¿Posso confiar en ti?
- Sí.
- Muito bem.
Es importante tener amigos.
Lo más importante.
[♪ música de tensión] - [Raimundo] "Tú no eres un Dios que ame la maldad, ni el malvado es tu huésped.
Detestas a los malhechores, destruyes a los mentirosos.
Al hombre malvado y traicionero lo aborrece el Señor.
Señor, guíame con tu justicia porque tengo enemigos.
Alláname tu camino.
Su corazón es perverso.
Su boca, un sepulcro abierto".
[teléfono vibra] - Eh, es Juan, tengo que cogerlo.
- Que estamos orando.
- Bueno, lo siento.
Eh.
- Sigamos.
"Castígalos, oh, Dios".
- [Lucía] Juan.
¿Qué pasa?
- [Juan] Lucía.
Lo siento mucho.
Lo siento.
- ¿"Lo siento" por qué?
¿Qué...?
¿Qué hablas?
¿Qué dices?
- [Juan] Mira, tú te acuerdas de... ¿Tú te acuerdas de cuando... ...te prometí que te llevaría a los, a los dinosaurios?
Tenía, tenía 15, 16 años.
- ¿De qué estás hablando, Juan?
- Eh, de, de las huellas.
Que te dije que, que caminaríamos por encima de las huellas en aquel pueblo de allí de... ...Soria.
- Juan, estás borracho.
¿Dónde estás?
Eh, ¿por qué no te vas a casa?
- No, no, no me cuelgues.
No me cuelgues.
No me cuelgues.
¿Quieres que te diga por qué no te...?
¿Por qué no te lleve al final?
Porque mi hermano me dijo que, que te quería... ...y que se había acostado contigo.
Y... Y yo, yo cogí y... [Juan se queja] - Juan.
¿Juan?
- [Juan] Ah, mierda.
Mierda, Lucía, espera.
- ¿Juan?
[suspiro] Joder.
- Lucía.
[jadeo] [♪ música triste] - Perdón.
Me voy a ir a, me voy a ir a dormir ya.
- ¿No nos vas a contar lo que ha pasado?
- No, nada.
Juan que, que estaba triste y ha dicho unas tonterías y ya está.
- ¿Y qué cosas te ha dicho?
- Papá, nada importante.
Ya está.
- Hija, ese hombre no me gusta nada.
Y cuanto más lejos esté de todo esto, mejor.
- Podemos ayudarte a recoger mañana mismo.
- Mamá, ya te he dicho que no quiero irme.
- Y yo te digo que esa familia solo te va a traer problemas.
Obedece por una vez a tu padre y vuelve a casa.
- Papá, está en mi casa, ¿mmm?
Y no tengo por qué obedecerte, iré si quiero.
Y me parece que si sigues así, no voy a querer.
- Bueno, ya está, ¿eh?
De esto podemos hablar mañana.
- No.
Hay cosas que no se puede dejar pasar más tiempo.
Mira, hija, te fuiste con tu marido sin mi permiso.
- ¿Otra vez con eso?
- [Raimundo] Sí.
Otra vez y todas las que haga falta.
Mira, como el tiempo me está dando la razón.
- Mira, déjame en paz, papá.
- [Rosario] Lucía, no hables así a tu padre.
- Bueno, pues que deje de darme órdenes y de organizarme la vida, que ya está bien, hombre.
- Cuando nos necesitas, bien vienes corriendo pidiendo ayuda.
- Pues tranquilo, que no te la voy a pedir más.
Buenas noches.
- Muy bien.
Me voy.
Porque si no, voy a empezar a decir cosas de las que luego me arrepentiría.
- ¿"Me arrepentiría"?
Pues sería la primera vez, vamos.
- Hija.
[suspiro] - Ya, está, mamá.
Buenas noches.
[puerta se abre] [puerta se cierra] [suspiro] TERMINAL INTERNACIONAL ANTALYA 2 [conversaciones indistintas] - Spanish?
- Sí, imbécil.
Yes, yes.
- Woman travel alone?
- Yes.
- Dangerous.
- I'm okay.
Déjame pasar, hijo de puta.
- Go.
[♪ música de intriga] - Nakim, Nakim, ¿a qué estáis jugando?
Ya te lo he explicado, el hombre es de fiar.
No puedo hacer esto sola.
No, escúchame tú a mí.
Júrame que sigue vivo.
[risas] - ¿Quieres que te cuente un cuento?
- ¿Tú te sabes el que me cuenta papá?
- Eh, pues no.
Pero si me das una pista... - Bueno, da igual.
- Eh... ¿Sabes que tengo una sorpresa para ti?
Mañana nos vamos a ir al campo a ver animales.
Un montón de animales.
- ¿Hay canguros?
Eh, bueno, canguros precisamente no hay, pero hay un montón de cerditos.
[imita cerdo] ¿Qué?
- ¿Sabes lo que me han dicho en el cole?
- ¿Qué te han dicho?
- Que los cerdos tienen dentro chorizos y jamones.
- ¿Chorizo y jamón en los cerdos?
- Sí.
- ¿En serio?
- Sí.
- ¿Y salchichas tienen?
Dime.
"Salchichas", di "salchichas".
- Salchichas.
- Muy bien.
Lo has dicho muy bien.
[♪ música emotiva] [maullido] - Qué bonito.
- Qué mono.
- Se lo están pasando bien, ¿verdad?
- Pues sí, la verdad es que sí.
Muchas gracias.
- Vamos a ver a mi hermano.
Nico, atiende a los meninos, llévalos a ver los cerdos.
Mira, Joao está preocupado por la empresa de tu marido y por José porque es su cliente principal.
- Bueno, no, no lo sabía.
Yo es que no sé mucho de la empresa.
- Pero ayer estuvo aquí tu cuñado, ¿no te lo ha dicho?
- Ah, pues no, no me ha dicho nada.
- Oye, no te he preguntado si te importa ver la sangre.
Hay gente que no lo soporta.
Ver a los animales colgados.
- [Lucía] Bueno, yo me crie entre animales y estudié veterinaria, o sea que... - [Joao] Veterinaria.
- [Lucía] Buenas.
- Entonces sabrás apreciar estos ejemplares.
A ver, ¿cuánto pesa... ...este?
- Hombre, pues así, a ojo, ¿100, 110?
[risa] - Ciento veinte.
Te voy a regalar un jamón de esos, ya verás cómo le sienta a tu niño.
Ven aquí y dame un beso.
- Encantada.
- Ahora entiendo por qué tu marido te tenía tan escondida.
Si te conozco antes, le mando a la mierda y hago mis negocios contigo.
- No seas tan coqueto, Joao.
- Lula, vámonos de aquí.
Necesito aire fresco.
[aves trinan] - [Lula] ¿Esperas visita, hermano?
- No sé.
Ay, pero bienvenida, mi amor.
- [mujer] Hola.
Hola.
¿Qué tal?
Lula, ¿te importa pagar al conductor?
Que no llevo cash.
Soy un desastre.
- Tú siempre igual.
- ¿Qué tal?
¿Qué tal?
Te veo bien acompañado.
- ¿No os conocéis?
María, ella es Lucía.
Lucía, mi mujer.
- [Lucía] Encantada.
- Igual.
- ¿Qué tal?
- [María] Muy bien.
Estoy renovada y fresca como una lechuga, ¿eh?
- María viene... ¿De dónde vienes?
¿De una clínica de adelgazamiento?
- De una clínica de medicina estética, de que me mimen y me pongan guapa, que es lo que nos gusta a las mujeres.
- [Lula] No todas somos tan maniáticas de la belleza.
- Sí.
Oye, vamos a entrar, que os he traído unos regalos.
¿Sí?
- ¿Por aquí?
- Sí.
- [María] A ver, este es un exfoliante de sales marinas que te va a dejar la piel genial.
- Obrigada.
- ¿Y para mí?
- Y para ti, una crema hidratante especial.
[inaudible] - Eres traviesa.
- [hablando portugués].
Lucía es la mujer de José.
- ¿José?
- [Joao] El muchacho de los camiones, amor.
- [Lula] ¿No sabes de quién hablamos?
- Ah, sí.
Sí, creo que lo he visto alguna vez por aquí, sí.
Me voy a servir un vinito.
- Joao, le he dicho a Lucía que te preocupa no saber nada de José.
- Ah, sí, es cierto.
Perdona que te incomodemos con eso, pero yo tenía mucha confianza con tu marido.
A Juan lo conozco menos y no... ...no es lo mismo.
- [Lucía] Bueno, puede confiar en mi cuñado, es muy buena persona.
- [Lula] Pues, ¿qué le ha pasado a tu marido?
- [Lucía] Eh, bueno, es que es un poco... Es un poco complicado.
Eh...
Se, se iba a un viaje de negocios a Cracovia y hubo un accidente de avión.
- [Joao] Y el avión se cayó y tú creíste que había muerto.
Te vi en las noticias.
- Lo vimos todos.
Eh, has sido la comidilla del pueblo, menina.
- Ya, ya me imagino.
Eh.
bueno, el caso es que no, eh, no aparece en la lista de pasajeros.
Yo creía que me mentían, pero la, no, la verdad es que no cogió el avión.
- Ya, bueno, ¿pero y la policía qué dijo?
- Bueno, en los vídeos que, que me enseñaron del aeropuerto se ve que coge la, la dirección contraria a su puerta de embarque y se, se, se va con una mujer.
- [Joao] ¿Con una mujer?
- [Lula] ¿Se sabe quién es?
- [Lucía] No, no sabemos nada.
- Ay, bueno, venga, vamos a cambiar de tema.
Que yo creo que Lucía lo que necesita es distraerse, no que la estemos interrogando.
- [Joao] Tienes toda la razón, amor.
Perdona, Lucía.
No tenemos ningún derecho.
- Bueno, no te preocupes.
Imagino que es importante que saber de José, ¿no?
Es tu mejor cliente.
- Bueno, y tú eres nuestra invitada.
Venga, pesados.
Lucía, que te enseñen el lago y los caballos, que aquí no son todos cerdos.
Esto es una finca muy bonita.
- Claro.
- Vamos, sí, a dar una vuelta.
Y así me presentas a tu niño, Lucía.
- Muy bien.
¿Por aquí?
- [Lula] Sí.
- Perdón.
- [Lula] Vamos, por aquí.
[♪ música de tensión] [tono de llamada] [aves trinan] - [Lucía] Dios, mío, ¿eh?
Es maravilloso.
Pero mira, tú no tienes dientes.
No tienes.
- Sí tengo.
- Oiga.
- Perdona, no tenía tu teléfono.
Te estaba dejando una nota.
- Perdona, es que no, no te había conocido.
Eh, ¿quieres tomar algo?
- No, no hace falta.
- Pues espera un momento.
Mi amor, ¿vas pasando tú?
Que ahora entro yo.
Venga.
- Sonia, eh... - [Sonia] Quería decirte que... Bueno, ayer me preguntaste que de qué lado estaba.
- Bueno, ayer no sé ni lo que te dije.
Perdí los nervios y de verdad te pido perdón.
- Escucha, a mí me dejó un novio dos días antes de casarnos.
Nunca he vuelto a saber de él, así que yo sé cómo te sientes.
Aquí tienes la clave de su ordenador.
- Gracias.
- Y pasa de él, piensa más en ti.
- Buenas tardes, Lucía.
- Buenas.
- ¿Qué tal todo?
- [Lucía] Bien.
- ¿Quieres pasar a tomar algo?
- Eh, luego, a lo mejor.
- Hasta luego.
!¡Isabela!
[timbre en la puerta] - Abre, Samuel.
- Lo sabía.
Sabía que te ibas a poner y que no me ibas a avisar.
- ¿Cómo te has enterado?
- Bueno, mi marido, que es como de la CIA.
¿Has descubierto algo?
- Pues nada extraño.
Son todos mensajes de trabajo, pues de proveedores, de clientes.
Mira esto es un, no sé, albarán.
Bueno, excepto este de aquí.
Mira.
Este solamente hay un mensaje.
- [Isabel] "Ahí estaré.
M".
- Y es la única vez que en lugar de poner el nombre entero, pues pone una letra.
O sea que... - Tía, pues entonces está claro.
"M" es ella.
- No, no sé.
"M" puede ser cualquiera, ¿no?
- Cualquiera que empiece por M. Marta, Mónica, Mercedes, María.
Yo soy María Isabel, así que inclúyeme entre las sospechosas.
- Qué tonta eres.
[risa] ¿Y si le respondo?
- Ah, sí.
Me parece muy bien.
- Pues sí, vale.
A ver.
- [Isabel] A ver.
- ¿Qué le pongo?
Eh... - Pues, eh, "¿Quién eres?".
- Hombre, "¿Quién eres?"
no, si lo que quiero es que parezca que José es el que le está escribiendo.
- Ah, claro.
- "Escríbeme.
Quiero verte".
- No, eso no tiene sentido.
Porque si es su amante, estará con él.
- Es verdad.
Entonces no sé qué poner.
- "Sé quién eres".
"Sé quién eres".
Que piense que la hemos descubierto.
- Venga.
- Venga, escribe.
[Lucía suspira] - "Sé quién eres".
- Dale, dale.
- Es que no sé si... - Dale.
- [Lucía] Ya está.
Enviado.
[teléfono vibra] [grillos] [golpes en la puerta] - Amor, me estoy cambiando.
[puerta se abre] [puerta se cierra] - A ver.
- Nada.
- Nada.
¿Y aquí?
- Nada.
- Bueno, que no haya respondido no quiere decir que no lo haya leído.
Igual se lo está enseñando ella ahora a José.
- Mira, Isa, de verdad.
- Ay, perdona, perdona.
Me ha venido la imagen a la cabeza.
- Pues vaya imagen.
Que no... Mira, me estoy poniendo enferma.
Es que no sé para qué mierda tengo que meterme aquí ni mandarle... Es que no tenía que haber hecho nada, de verdad.
- Has hecho bien.
- Quítate la falda.
Despacio.
Solo pensar que alguien pudiera verte así... [risa] - Nadie puede verme así, más que tú.
- [Joao] Y ya.
No sé... ...si voy a volver a dejarte ir por ahí.
- [susurrando] No empieces.
Me prometiste que no me ibas a encerrar en esta granja.
- Lo sé.
Pero no quiero empezar a imaginarme cosas raras.
- [susurrando] No imagines nada.
[♪ música lenta] [♪ música de tensión] [grito] [jadeos] - Uh.
[suspiro] ¿José?
[♪ música de intriga] ¿José?
[quejido] [jadeo] [♪ música de intriga]
Support for PBS provided by:















