

The Delivery
Episode 8 | 52m 1sVideo has Closed Captions
Imprisoned and desperate, Jose finally confesses everything to Juan.
Joao begins to suspect Jose and instructs Nico to keep an eye on him and Maria. Imprisoned and desperate to get his family back, Jose finally confesses everything to Juan, who will have to ally himself with Maria to help Tomas and Lucas.
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback

The Delivery
Episode 8 | 52m 1sVideo has Closed Captions
Joao begins to suspect Jose and instructs Nico to keep an eye on him and Maria. Imprisoned and desperate to get his family back, Jose finally confesses everything to Juan, who will have to ally himself with Maria to help Tomas and Lucas.
Problems playing video? | Closed Captioning Feedback
How to Watch The Accident
The Accident is available to stream on pbs.org and the free PBS App, available on iPhone, Apple TV, Android TV, Android smartphones, Amazon Fire TV, Amazon Fire Tablet, Roku, Samsung Smart TV, and Vizio.
Providing Support for PBS.org
Learn Moreabout PBS online sponsorship- Venga, Samuel, por favor, que vamos a llegar tarde.
- Estoy cansado, mami.
- Bueno, pero no te preocupes, que ya mismo llegamos.
- ¿Por qué no hemos cogido un bus?
- Pues porque hay huelga y yo no lo sabía cuando hemos salido de casa, cariño.
- Si papá estuviera aquí, nos habría llevado en su coche.
- Ya, pero... - Llámale, venga.
Llámale.
Llámale.
- Que no, Samuel.
Que no.
- Llámale.
- !¡Que no, Samuel!
Que no podemos.
- Ay.
- Además que es muy bueno hacer ejercicio por la mañana.
Venga.
- Buenos días.
¿Os puedo llevar a algún sitio?
- No, no se preocupe.
- Sí, al cole, por favor.
- [Lucía] Samuel.
- Sube, de verdad.
Que no me importa.
Y cinturones, Samuel.
- [Lucía] Pero, niño, tú no tienes vergüenza.
- No pasa nada.
- [mujer por radio] Sobre las 19:30 horas, sin excusa ni pretexto en el puesto.
- ¿Así que de mayor quieres ser policía?
- Sí, pero no como tú.
De los de verdad.
De los que llevan uniforme.
- Eh, eh, ¿nos puede dejar por aquí ya, por favor?
Gracias.
- Si quiere, le espero y tomamos un café.
- Eh... No, mejor otro día.
Venga, Samuel.
¿Puedes?
- [Samuel] Sí.
- Venga.
- [Ramón] Claro.
- Gracias.
- Un placer.
- [Samuel] Adiós, poli.
- Adiós, figura.
[radio policial] - [Samuel] !¡Papá!
¿Qué haces aquí?
- [José] Venir a verte.
¿Tú qué crees?
- Hemos venido en coche de policía.
- Ah, ¿sí?
¿Y eso?
- Nos ha traído Ramón, el inspector.
- Ah.
¿Y qué tal?
¿Te ha gustado?
- Tenía una pistola de verdad.
Me ha dejado tocar la sirena.
- Hola.
Buenos días.
- Hola.
- Hola.
- [Samuel] Vamos, Pablo.
- ¿Podemos hablar un momento?
- José, no tengo nada que hablar contigo.
Y menos aquí, delante de todo el mundo.
- Bueno, aquí o donde quieras.
Pero, Lucía, escúchame.
- No tengo nada que hablar contigo.
Te estoy diciendo.
¿Para qué quiero hablar contigo?
¿Para que me mientas otra vez?
Que me deje en paz.
- Lucía, a ver un segundo.
- Vamos, a ver, que no me toques, coño.
Que nos está mirando todo el mundo.
- No mira nadie.
- José, ya.
¿Estás bien?
- Sí, claro que estoy bien.
- Con cuidado, José.
Que no te vuelva a ver pasarte.
- Lo siento.
Ha sido una gilipollez.
- Que me da igual lo que haya sido.
¿Estamos?
- Estamos.
[♪ música de suspenso] [♪ Cecilia Krull: "La Verdad"] - Buenos días.
- Tengo una sorpresa para usted, jefe.
Y tranquilo, que no son más cajas de su mujer.
Mire esto.
Es una grabación que tenemos de las cámaras de la fachada de la comisaría.
Manuel pasó cuatro veces por delante pocas horas antes del incendio.
La última vez, concretamente cinco minutos antes de que quemaran los coches.
- Justo al tiempo que su amigo Lucas rompía el escaparate y hacía salir del parking al coche patrulla.
- Se confirma lo que usted pensaba.
Manuel le pidió a Lucas que distrajera a la policía para poder quemar el coche de Chupito.
- Eso parece... suficiente para pedir una orden judicial y poder pinchar el móvil de Manuel.
Buen trabajo, Nacho.
- [susurrando] Bien, sí, sí, sí.
!¡Zarza, Madrid!
- ¿A qué horas tienes cita con el ginecólogo?
- Esta tarde.
- [Isabel] ¿Quieres que te acompañe?
- [José] Hola.
Lucía, te dije que quería volver a hablar contigo.
Como no me contestas al teléfono... - Ya.
¿Y no se te ocurre esperar fuera o...?
- No.
Perdóname.
Lucía, tampoco es tan raro.
- Bueno, yo me voy, eh, me voy a ir y luego, luego te llamo, cariño.
- ¿Vas al ginecólogo?
- Sí, voy a una revisión.
Dame la llave, José.
- ¿Qué llaves?
- [Lucía] La llave de casa.
- ¿Las mías?
- [Lucía] Sí.
- ¿Por qué?
- Tú, tú parece que no te enteras de qué va esto, ¿no?
Que ya no vives aquí, José.
Y cuando me quieras ver, me llamas por teléfono antes.
Y no quiero volver a verte aquí en casa mientras que yo no esté.
- Lucía, por favor.
- Lucía, ¿qué?
¿Qué?
- Ya sé que ahora no me quieres escuchar.
Y no pasa nada.
Pero yo te voy a pedir perdón todas las veces que haga falta.
Lo siento, lo siento.
Lo siento muchísimo.
- ¿El qué sientes, José?
- [José] Todo.
- ¿Qué sientes?
No, no sé.
Dime.
¿Sientes haberme hecho creer que estabas muerto?
¿Siente haberme puesto los cuernos con otra?
¿O que tu hijo haya estado en peligro de muerte?
¿Qué mierda sientes, José?
Dime.
- ¿Tú te acuerdas que tú y yo nos pasamos dos años durmiendo en el hospital?
Cada puto día.
Y daba igual.
Lo importante es que Samuel estuviera bien.
Lo demás... Pero tú y yo no nos mirábamos.
No nos tocábamos.
¿Tú te acuerdas?
Nos olvidamos de nosotros.
Cada vez que hablábamos era para discutir.
Y yo pensé que no, que no lo íbamos a superar, ¿eh?
- Fueron unos años horribles, sí.
- Y fue entonces cuando conocí a María.
No lo digo como excusa, ¿eh?
Pero yo estaba muerto de miedo.
Y pensaba que ya no... ...que ya no te tenía conmigo.
Y fui un cobarde.
Y me equivoqué.
- No, te equivocaste no.
Has sido un puto niñato de mierda.
- Como un puto niñato.
- Sí, como un puto niñato.
- Como un puto niñato, pero te quiero.
- Ah, mira.
- [José] Te quiero.
Y voy a hacer lo que sea para que me perdones.
Porque no sé vivir sin ti.
No sé.
[exhala] Voy a luchar para recuperarte.
Dime qué quieres que haga.
¿Qué quieres que haga?
Lucía, dime qué quieres.
¿Qué quieres?
Dime... Después de lo que hemos pasado esto no se puede romper así.
No puede.
- Ya se ha roto, José.
[♪ música emotiva] [notificación telefónica] - Con lo bien que pagan estos de Badajoz, yo no sé por qué está esto pendiente.
- [Nico] Perdón, señor Ferreira.
Acabo de comprobar el localizador.
El camión de los Espadas está más o menos a 1500 kilómetros de aquí.
¿Ha pensado ya qué quiere que hagamos con ellos?
- [Lula] Coge a José y mata a ese [en portugués].
- No.
Con la policía rondando por aquí no quiero un solo muerto.
- [Lula] ¿Y qué vas a hacer?
La jugada está clara.
El camión se ha salido de la ruta y ha estado dos horas parado en una zona desierta.
Está claro que han cargado la heroína.
- Eso ya lo sé de sobra, hermana.
Supe que me la estaban jugando cuando me dijeron que el nuevo cliente era un olivarero.
Hay que joderse.
- ¿Y te vas a quedar con los brazos cruzados?
- [João] De momento, Nico... vamos a interceptar el camión.
Necesito averiguar, Nico, quién les ha suministrado la heroína.
¿Cómo han contactado con ellos?
¿Cómo?
- Voy a ello.
[♪ música de suspenso] - [João] María.
- ¿Sí?
- ¿Acabas de llegar y ya te vas?
- Sí, voy a la peluquería, que con la mano así no, no puedo hacerme el pelo.
- El médico ha dicho que descanses.
- Estoy bien.
- [João] Me alegro.
¿Ya no te duele?
- No.
Me marcho que me cierran, ¿vale?
- Nico.
Síguela y no la pierdas de vista.
- Mjm.
[♪ música de acción] - José, venga.
José, venga.
José, venga.
[tono de marcado] - [José] Hola, soy José... - !¡Mierda!
Mierda, mierda, mierda.
[♪ música de suspenso] Joder, joder.
Joder.
Hijo de puta.
Bueno.
Sígueme, hijo de puta.
Sígueme.
[♪ música de intriga] - José, José.
Lo siento, lo siento, lo siento.
Pero tienes a tu madre instalada en tu despacho.
- Vale, vale.
No te preocupes.
Mamá, ¿qué estáis buscando en mis cosas?
¿Me lo cuentas?
- Te vienes a casa conmigo.
Aquí no te puedes quedar.
Ayúdame.
- Yo no me voy a ningún lado.
- Sí, hijo, sí.
Claro que te vienes.
Porque, ¿sabes lo que va a pensar todo el mundo si no?
Bastantes que os han visto discutir en la puerta del colegio.
Y que sois la comidilla de todo el pueblo.
Te lo pido por favor, José.
- ¿Qué?
¿Qué?
- Quiero poder tomarme una copa con mis amigas sin que toda la cafetería se gire a mirarme.
¿Vale?
Por favor, José.
- [María] ¿Os pensáis que soy gilipollas?
¿De verdad?
Supongo que no puedo convencerte de que me dejes en paz y le digas a mi marido que estoy en la peluquería, ¿no?
- Ya sabe que no me gusta mentirle a su marido, señora.
- Ya.
Bueno, pues ya que me has jodido la sorpresa, al menos acompáñeme.
Venga.
- ¿Flores?
- [Teresa] Sí, flores.
Porque yo no sé qué le has hecho a Lucía para que te eche así de la casa.
Pero vamos, unas flores ayudan a una reconciliación.
Y si no, hijo, pues una joyita.
Hijo, ¿tú me estás escuchando?
- Sí.
Espérame aquí un momento que ahora vuelvo.
- Pero ¿cómo que ahora vuelves?
Que estamos hablando de cosas serias.
- Ah, me alegro que, que no sea nada grave.
Que haya quedado en un susto, ¿ah?
- [María] Gracias.
- Entonces ¿te podemos ayudar en algo?
- Hola, ¿qué tal?
Pues, eh, sí, la verdad es que sí.
Mira, a mí me gustaría encargar un transporte personal.
Eh, yo sé que generalmente trabajáis con cantidades muchísimo más grandes.
Pero yo necesito transportar solamente un mueble que le quiero regalar a mi marido y no sé si sería posible.
- Sí, sí.
- Sí, no creo que haya... que haya problema.
¿No, José?
- No.
¿Quieres pasar a la oficina y te enseño las tarifas?
- Sí, perfecto.
Eh, ¿me esperas aquí?
- Mejor la acompaño, señora.
[timbre telefónico] - Discúlpame un segundo.
Tomás.
- Eh, perdona.
Mira, te dejo aquí la dirección y el número de cuenta, ¿vale?
- Sí.
Dime, dime.
[inaudible].
- Oye, que estamos a 1000 y pico kilómetros de Zarza.
Y de momento, todo tranquilo.
¿Tú sabes quién podría ser el que nos seguía el otro día cuando salimos?
Porque es que no, no dejo de darle vueltas.
- [José por teléfono] Olvídate de eso, Tomás.
Tú céntrate en llegar bien, ya falta poco.
[♪ música de rock] [claxon] [timbre telefónico] [timbre telefónico] - Dime, José.
- Cortado a daditos con una pizca de pimentón... - [Nacho] !¡Jefe!
Tenemos a José Espada llamando a Manuel.
- [Ramón] Ahora seguimos.
- [José] El camión está a punto de llegar.
¿Tienes el distribuidor ya?
- Tú dame la mercancía y en dos días te doy la pasta.
Pero no me preguntes nada más, ¿vale?
- [José] Venga, de acuerdo.
Estamos hablando.
- Venga.
Chao.
- Vamos a ver si lo he entendido bien.
¿José está utilizando a su cuñado para vender la mercancía que trae en sus camiones?
- Eso parece, sí.
- Y la mercancía es... - Es.
[resopla] - No, hombre, no.
No puede ser.
[Ramón ríe] ¿Qué coño está pasando en este pueblo?
Joder, que conozco a José de siempre, desde que yo era un niño.
- [Ramón] Ya, pero es que los traficantes también tienen familias y amigos.
- Ya, pero es que José, José es José.
El José es un poco, un poco mujeriego, algo mentirosillo, un poco liante.
No le voy a decir que no, porque lo ha sido toda la vida.
Pero ¿esto?
¿Y utilizando a su cuñado?
José Espada, el Pablo Escobar de Zarza, no se lo va a creer nadie.
- Tranquilo, porque no se lo vas a contar a nadie, ¿verdad?
[exhala] - En fin, menuda mierda.
¿Qué vamos a hacer ahora?
Habrá que detenerle.
- No, no tenemos pruebas suficientes, así que a seguir escuchando.
- Pues fíjese que por la que más lo siento es por Lucía.
Pobre muchacha, ¿no?
Parecía que había tocado fondo y no sabe la que se le viene encima.
Sí.
- ¿Qué más te ha dicho el ginecólogo?
- Pues nada, que, que estoy estupendamente.
- [Isabel] Increíble, ¿eh?
Lo que se ve en las ecografías.
- No se puede ver nada y es porque estoy de seis semanas.
- No, no, no.
Digo que, por ejemplo, luego esto se desarrolle y son los pies, y... ¿Sabes?
Oye, que, que... ¿Has pensado ya lo que vas a hacer?
[exhala] - No puedo tenerlo, Isa.
Que así no.
- Bueno.
Hagas lo que hagas, estará bien, ¿eh?
- Pero bueno, ¿qué es eso que me dice el cerrajero de que estás cambiando la cerradura?
- Bueno, Hola, Teresa.
¿Qué tal?
Buenas tardes, ¿no?
Qué alegría verla.
- A ver, Lucía, ¿qué demonios te pasa conmigo?
- Teresa, esto es una cosa entre su hijo y yo.
- Ya, pero ¿qué te ha hecho?
¿Tan terrible es como para montar este numerito?
De verdad, Lucía.
Venga, siéntate y cuéntamelo, anda.
- Bueno, vamos a ver.
¿Por qué no se lo preguntas a él?
¿Por qué me lo preguntas a mí?
- Pues te lo pregunto a ti porque eres tú la que le has echado de esta casa como a un perro.
- Bueno, ya está bien, Teresa.
No puedes entrar aquí pidiendo explicaciones sin tener ni idea de lo que ha pasado.
¿Vale?
Así que te pido, por favor, que me cojas la puerta y te vayas de mi casa.
Ya está bien, hombre.
- Lucía.
- [Lucía] ¿Qué?
- No estarás embarazada, ¿verdad?
- No, esta, esta ecografía es mía.
Esta es mía.
Estoy embarazada, Teresa.
- Pues... enhorabuena.
Menos mal que alguien trae buenas noticias a este pueblo.
- Gracias.
[exhala] - Huele esto.
- Mh, mh.
- [José] ¿Qué?
¿No quieres?
Venga, quédate, que te invito a cenar.
Va. - Pues, hombre.
En eso estaba yo pensando.
Llevo todo el día aquí encerrado y ahora solo me faltaba quedarme a cenar también.
- Pues tú te lo pierdes, porque esto está de la hostia.
El salami lo traen de Sicilia, me ha dicho.
- Uy, de Sicilia.
- [José] Vamos.
- ¿Por qué no te quedas unos días en casa de mamá y, y descansas bien?
Es que no mola que estés aquí, José, en el sofá.
- No me quedo en casa de mamá.
- Pero ¿por qué no, coño?
Que allí siguen tus posters de Kurt Cobain y aquella, la, de la Claudia Schiffer.
Que están los dos muertos, pero bueno, que... Ah, no, la Claudia Schiffer no está muerta.
- No está muerta, tío.
Oye, pues, ¿me has tirado los gusanitos de seda?
Eso tiene que oler.
Vamos.
[ríe] Esto va a ser cosa de un par de días.
Tú no te preocupes.
- No me vas a contar lo que ha pasado, ¿verdad?
¿Tanto la has cagado?
- Bastante, sí.
- Pero ¿qué cojones le has hecho, José?
Es que parece mentira que no te des cuenta de la suerte que tienes.
Mira, es que si yo... - ¿Si tú qué?
- Nada.
Nada.
Joder, lo siento.
Lo siento.
Es que me revienta que seas tan... - ¿Gilipollas?
Sí, sí yo soy gilipollas.
Ya lo sé.
Esto está de la hostia, ¿eh?
La masa fina esta... ...es como... meterte Sicilia en la boca.
¿No quieres?
¿Seguro?
- Pues ten cuidado.
No te atragantes con Sicilia, con Cerdeña.
Hasta mañana, hermanito.
- Apaga las luces.
[♪ música emotiva] - Al señor le quitas el plato hondo que no va a tomar caldo.
Ya era hora.
Date prisa, que en cinco minutos está la cena.
- Me voy a dormir.
Estoy muy cansada.
- [João] ¿Sin cenar?
- [María] No tengo hambre.
Es por la medicación.
- Pero ¿te encuentras bien, mi amor?
¿Dónde has estado hasta ahora?
- Pregúntale a Nico, que para eso le has mandado a que me siga.
- No debería de ser tan duro con ella, señor Ferreira.
- Nico, no te pago para que me des lecciones.
¿Qué ha estado haciendo?
- Ha ido a la empresa de los Espalda para encargar un transporte privado.
- ¿Un transporte privado?
- Va a hacerle un regalo.
Un mueble.
- ¿A mí?
- [Lula] ¿Un regalo?
[hablando en portugués] No es tu cumpleaños ni es Navidad.
- Ay, Lula, no empieces otra vez con tus obsesiones.
¿No te das cuenta que es la manera que tiene de hacer las paces?
- Te voy a decir una cosa, hermano.
Te estás ablandando.
Y eso también afecta a los negocios.
- ¿Y naturalmente María tiene la culpa de todo?
- Yo solo digo que estás embobado con ella.
Y ciego.
- Debe ser muy duro no haberte enamorado nunca.
[♪ música de intriga] [timbre] - !¡Lucía, soy yo!
[timbre] !¡Lucía!
!¡Lucía!
- Joder.
- [José] !¡Lucía!
- ¿Qué haces?
- Perdón.
Que, que me he asustado.
- Que deje de gritar que vas a despertar al niño.
- Baja, baja, por favor.
Te tengo que contar una cosa importante, por favor.
- Pero ¿qué?
¿Estás borracho?
- Escú-escúchame.
Baja, baja y escúchame.
- Mira, José, vete, que no pienso hablar contigo en estas condiciones.
- Luego me voy.
- Vete, que no quiero que el niño te vea así.
- Que no me vea, que no me vea.
Pero déjame que te cuente lo que te tengo que contar, por favor.
- Que te vayas, te estoy diciendo.
- !¡Por favor!
Me voy luego.
Que... Por favor, déjame que te cuente lo que te tengo que contar.
[exhala] [♪ música de suspenso] No, por culo.
[♪ música de suspenso] [♪ música dramática] La cambió.
Ella... Ha cambiado la llave de mi casa.
Has cambiado la llave.
Tan... !¡Que esta es mi casa!
!¡Que no me puedes cambiar la llave de mi casa!
!¡Que la he pagado yo!
!¡Que no se puede hacer eso, Lucía!
Me cago en la puta que la [inaudible].
- [Samuel] Mamá.
- [José] !¡Ábreme aquí!
- ¿Por qué no le dejas entrar?
- Eh... Mi amor, porque, porque papá no se está portando bien.
No se pueden pedir las cosas gritando.
Eso lo entiendes, ¿verdad?
Ven conmigo, cariño.
- !¡Baja y ábreme!
- José, deja ya de aporrear la puerta.
Y como la rompas, encima la vas a tener que pagar.
- [José] Vale.
Estoy bien.
¿Vale?
Que... Eh... Perdón por el jaleo, pero iros a vuestra casa.
- José, has bebido un montón, hombre.
- [José] Mira... - A ver.
Ay.
Mira, tú no te preocupes, porque yo mañana hablo con él y así lo puedes ver, ¿vale?
- [Samuel] Vale.
- Vale.
No te preocupes, mi amor.
- [Isabel] Tranquilo.
- Vale.
- [Isabel] Tú también.
- Joder, José.
Venga.
- [Isabel] Vaya borrachera que lleva.
- Que estoy bien.
!¡Fuera de mi casa!
Iros a vuestra casa.
- [Isabel] Ya está.
- [José] Siempre malmetiendo aquí.
No se abre.
- !¡Basta!
- [policía] A ver, ¿qué está pasando aquí?
- [José] Te diré qué es lo que pasa.
- No, no, no, ya se, ya se iba, agente.
- Esta es mi casa y mi mujer no, no me deja entrar.
- José, hombre, que nos conocemos desde niños, no me compliques la noche.
- Hombre, Mariano.
Ya estamos todos.
- Anda, vete a dormir la mona a otra parte.
- Ah.
!¡Lo siento, vecinos!
- [policía] Sh, baje el tono.
- [José] Lo siento.
Perdón.
Ya está.
Pero no me voy a ir porque es mi casa.
- No, si al final te voy a tener que detener.
- ¿Tú me vas a detener a mí?
Pringao, que llevas tu uniforme, pero eras el pringao del colegio.
[voces indistintas] - Oye, esto es, esto es brutalidad policial, ¿eh?
- [José] !¡Que ya está!
!¡Que ya está!
Que ya estoy quieto.
Es mi casa esto.
!¡Lucía!
- Hombre, por favor, que solo está un poco achispado.
- [José] !¡Lucía, mira lo que me haces!
- [Samuel] ¿Qué pasa?
- Eh, nada, mi amor.
Que... ...que está enfadado.
Pero se le va a pasar.
Ya verás.
Tú duérmete.
- [José] ¿Qué?
¿Qué he hecho?
- Deja de gritar que va a ser peor.
- Es, es mi casa.
No, ¿puedo estar en mi casa?
- Bien pesado estás.
- [José] Díselo tú.
[♪ música de suspenso] ¿Qué me...?
¿Qué me vais a hacer?
- Vas a pasar la noche en una celda.
Hasta que se te pase la cogorza.
- ¿Qué haces?
¿Qué haces?
- Deja tu cosa en la bandeja.
- [policía] Me apunta.
José Espada García.
Hijo de José y de Teresa.
Nacido en Zarza, provincia de Cáceres.
DNI siete, tres... [tono de marcado] Cero, cinco, L. Fecha de nacimiento, cinco... - Dígame.
- José, José, por fin.
José, escúchame un momento, por favor.
- Nada de llamadas personales.
- José, no.
- Estás detenido.
- Y yo qué sé.
[♪ música de tensión] Yo qué sé si se puede llamar o no.
- ¿Te lo tengo que decir?
- [José] Yo no lo sé.
Nunca he estado aquí.
[jadea] [♪ música dramática] - Lleva un pedo que te cagas.
- ¿Qué ha hecho?
- Pues estaba montando bronca porque al parecer su mujer no le dejaba entrar en casa.
Luego intentó agredir a un agente.
¿Apretamos un poco?
- Pero bueno... esto no tiene nada que ver con nuestro caso.
Las 12:30.
Ya hablaré con su mujer.
Me vuelvo a la cama.
- [Juan] Buenas noches.
- [Nacho] Buenas noches.
- ¿Mi hermano?
[José ronca] ¿Por qué está ahí?
- Escándalo público y resistencia a la autoridad.
Hasta que no lo diga el juez, no puede salir.
- ¿Puedo hablar con él?
- Sí.
- Gracias.
Anda, que estás bonito tú.
Parece que te haya pasado un camión de los nuestros por encima.
Uf, cómo cantas a whisky.
Solo a ti se te ocurre mezclar whisky con pizza.
- Pues no es lo peor que he hecho últimamente.
- No, ya me imagino ya.
- [José] No.
No te lo imaginas.
Lucía no me va a dejar volver a casa.
- Ah, José.
Que tampoco es pa tanto.
Le has pegado cuatro gritos, pero en cuanto se te pase la mona, lo verás todo diferente.
Ya verás.
- Es que no, no consigo verlo de otra forma.
Lo que he hecho no se puede perdonar.
- ¿Qué has hecho?
- He tenido una historia con María.
Lucía lo sabe.
- ¿María?
¿Qué María?
José, dime que no es la mujer de João.
- Eh... - Ay, la madre que te parió.
- Pero ¿es que no había otra en todo el pueblo?
Estás como una puta cabra.
Te van a matar.
- ¿Me puedes escuchar por una puta vez en tu vida sin echarme la bronca, tío?
Estoy trayendo droga con ella a espaldas de João.
Ha salido mal.
La he puesto en peligro a ella y a Samuel.
[exhala] Vale.
Me lo he cargado todo.
- ¿Cómo ha podido pasar, José?
Dime, ¿cómo ha podido pasar?
[ríe] - Bueno.
[♪ música de tensión] Mmm.
- [José] Que no me jodas.
¿Otra vez?
- No pasa nada, José.
- ¿Por qué cojones te hace esto?
Es que no lo entiendo.
- Te pido, por favor, que dejes el tema.
- [José] No lo puedo dejar.
¿Te duele?
Es que no lo entiendo.
Es que me... O sea, ¿te tiene que hacer daño?
¿Te tiene que dejar marcas en la espalda para quedarse contento?
Yo creo que ya está bien, ¿no?
Ya has aguantado suficiente de cosas raras y perversiones.
María, yo creo que es el momento de dejarle.
Acabar con esto.
¿No?
- Tú le conoces perfectamente y sabes que él jamás va a permitir que yo le deje.
- Bueno.
Seguro que encontramos la forma de que le dejes.
Siempre hay una forma.
- Sí la hay.
Y lo he pensado 100 000 veces.
Pero es muy peligrosa.
- Cuéntamela.
- Tú y yo podríamos hacer un transporte de droga... ...sin que João se enterara.
Y así yo podría conseguir el dinero para irme.
- ¿De dónde conseguiríamos la droga nosotros?
- [María] De sus proveedores.
De los turcos que me conocen perfectamente y se fían de mí.
- ¿En serio?
- Sí.
Si tú estás conmigo, yo puedo hablar con ellos, convencerles, todo.
Sé, sé cómo hacerlo.
Si tú estás conmigo.
[♪ música de intriga] - Claro que estoy contigo.
Mañana llegan Tomás y Lucas con la carga.
- No me lo digas.
No quiero saberlo.
- [José] Por favor, por favor.
La traen en una nave del polígono.
La número 22.
Vete para allá y comprueba que todo sale bien, por favor.
Te lo suplico.
Si esto sale mal, yo estoy muerto.
- Es la última vez que te echo una mano, ¿eh, José?
- Bueno.
- Que te quede claro.
La última.
[♪ música de suspenso] [timbre] - [Isabel] Amiga.
- [Lucía] Sí.
Pasa.
- [Isabel] ¿Cómo estás?
- Bien, aquí estoy.
- Madre mía, qué terremoto.
- M'hija, que cuando estoy mal, pues me da por, por limpiar, por ordenar.
Llevo así, pues toda la noche dale que te pego.
- [Isabel] Ya.
¿Nos tomamos un café?
¿Eh?
Anda.
Para un poco.
- Sí.
- Bueno, lo he dicho un poco pronto porque cualquier encuentra aquí la cafetera, ¿no?
- Tengo cita esta tarde en la clínica.
- Cielo.
- Yo puedo tener a ese niño con todo lo que tengo encima.
¿Viste a José la que montó anoche?
- Sí, sí.
- Que estaba como loco.
No puede ser.
- Bueno, pues, pues te acompaño esta tarde, ¿vale?
- Sí.
- [Isabel] Va ir bien.
[timbre] - [Lucía] Espérame.
- Sí.
- [Ramón] Hola.
Necesitaría hablar con usted cinco minutos.
¿Puedo pasar?
- [Lucía] Sí, claro.
Pase.
- [Ramón] Gracias.
- [Isabel] Bueno, yo ya me, me iba.
Hablamos, ¿eh?
- Vale.
Hasta luego.
- Eh, perdone que estoy de zafarrancho de limpieza.
¿Quiere un vaso de agua?
- Por favor.
- Sí.
Eh, siéntese, por favor.
- Gracias.
Mis compañeros me han comentado lo que pasó anoche.
- Sí.
¿Cómo está José?
- Bien, bien.
Eh... Gracias.
Sigue en comisaría, pero bien.
Sabe que puede denunciarle.
- No, no, no se me había pasado ni por la cabeza.
O sea... vamos a ver, José nunca ha hecho una cosa así.
- ¿Y sabe por qué podría estar así de alterado?
¿Tiene problemas?
- Eh, bueno... ...problemas tenemos todos, ¿no?
Pero ¿me lo estás preguntando como policía o...?
- Solo intento ayudar.
- Pues José y yo no estamos pasando por nuestro mejor momento.
Eso es todo.
¿Alguna cosa más?
- Sí, sí, hay un problema con el juez.
Están muy sensibilizados con los casos de violencia machista, como es lógico.
Y no quiere soltar a José.
Si quiere que salga, tiene que ir a comisaría y testificar a su favor.
- Bien, pues iré lo antes posible.
Gracias.
- Bueno, ya sabe que si necesita algo, puede llamarme.
- Sí, ya, ya sé que puedo llamarlo.
Gracias.
- [Ramón] Buenos días.
- [Mariano] Buenos días, Paco.
¿Un café?
- Vale.
¿Cuándo me vais a soltar?
- [Mariano] Eso depende del juez.
- Ya.
Oye, siento lo de ayer, ¿eh?
Cuando me caliento soy un gilipollas.
Lo siento.
- [Mariano] Sí, que no se puede ser tan chulo, José.
Mira que te lo dije.
- Bien.
[♪ música de suspenso] Mariano.
Mariano, perdona.
- [Mariano] ¿Ahora qué te pasa?
- Necesito ver a mi hermano.
¿Te importa llamarle, tío?
- ¿Quién te has creído que soy?
¿Que soy tu recadero?
Además, ya estuvo anoche.
- Que ya, ya lo sé.
Pero es importante que la llames.
Mariano.
Tío, por favor, tienes que llamar a mi hermano.
- Ahora voy a desayunar.
Y tú deberías tranquilizarte un poco.
- Vale, yo me tranquilizo.
Pero, llama a mi hermano.
- Como sigas armando jaleo, vas a pasar toda la noche aquí encerrado, hombre.
- Escúchame.
!¡Mariano, escúchame!
[gritando] !¡Mariano!
!¡Me cago en tu puta madre!
!¡Cojones!
!¡Mariano!
[bosteza] - ¿Algo interesante?
- El crucigrama cada vez lo pone más difícil.
- Ya.
¿Y si lees los anuncios clasificados?
No, lo digo porque igual hay un trabajo para ti.
- Lo dudo.
[timbre] - Hola, Teresa.
- ¿Dónde está Lucía?
- Pues no lo sé.
No tengo ni idea.
- Vengo a recoger la ropa de mi hijo y de hoy no pasa.
- Bueno, pero, pero, pero ¿a dónde va?
Pero Teresa, que no está Lucía.
¿No lo ve?
- [Teresa] Yo no esperaba esto de Lucía.
Dejar a mi hijo como un mendigo durmiendo en la empresa.
- Bueno, pues sus razones tendrá.
Y ahora, si, si no quiere nada más, yo tengo la... - [Teresa] Un vasito de agua.
Estoy acalorada con el disgusto.
Felicidades.
Estarás contento después de tanto tiempo.
- ¿Felicidades por qué?
- ¿Por qué va a ser?
Porque al fin vais a ser padres.
- Señora, creo, creo que se equivoca.
Yo no puedo tener hijos.
- Entonces... ¿La ecografía era de Lucía?
- No.
No, no, no.
- Lo sabía.
Sabía que Lucía estaba embarazada.
¿No te avergüenza encubrir una cosa así?
Mi hijo tiene todo el derecho a saber esto.
- ¿Lucía está preñada?
- [Lucía] Buenos días.
- [policía] Buenos días.
Ahí está.
- Lucía.
¿Qué haces aquí?
- He venido a declarar.
Me han dicho que así te soltaban antes.
- Gracias.
- De nada.
- Oye, una cosa, una cosa.
Es que... - José, no vamos a hablar aquí ahora.
O sea, no es el momento ni el lugar.
Pero ya hablaremos.
Con la que montaste anoche no tiene nombre.
O sea, es que me asusté de verte así.
- Ya lo sé.
Lo siento.
Pero quédate, por favor.
Quédate un rato más.
Te tengo que pedir un favor.
- ¿Qué?
- ¿Le puedes dar esta nota a Juan?
Y le dices que llame a María.
- ¿A María?
- [José] Sí.
Si no fuera importante, no te lo pediría.
- O sea, es que me parece increíble, José.
O sea, vengo aquí a ayudarte y me metes en tus putos líos nomás llegar.
O sea, es que no, no hay escarmiento contigo.
- Lucía, escúchame, por favor.
Escúchame.
No tengo otra opción.
Es que no tengo otra opción.
- ¿Qué coño significa esto?
-[José] Tú dale... - Dime qué coño significa esto.
- Solo dale la nota a Juan.
¿Vale?
Solo dásela.
Por favor.
- Joder.
- [José] Por favor.
- Si es tan grave, ¿por qué no se lo dices a la policía?
- Porque no puedo.
No puedo.
- No puedes.
- La vida de Lucas y Tomás está en peligro.
¿Vale?
- Joder, José.
- [José] Por favor.
- O sea, este es el último favor que te hago.
- Gracias.
- Gracias y una mierda.
[♪ música de suspenso] - [mujer] Hola, Lucía.
- [Juan] ¿Qué pasa?
¿Sabes algo de José?
- Más de lo que quisiera.
Está en comisaría y me ha dado esto para ti.
- Y, ¿y de qué carga habla?
¿No te ha hecho nada más?
- Me ha dicho que llames a María.
Imagino que te lo explicará ella, ¿no?
¿Me vas a decir qué está pasando, Juan?
- Cosas de trabajo.
- Ya.
Trabajo.
- [Juan] Mjm.
- ¿Tú también me vas a mentir?
- Es mi hermano, Lucía.
Mi hermano pequeño.
- Ya.
- Me necesita.
- Tu hermano no te merece.
Estás cometiendo el mismo error que he cometido yo, Juan.
Creerle.
Pero bueno.
Que te vaya bien.
[portazo] - María.
Soy Juan, el hermano de José.
No, él no puede.
Por eso te llamo yo.
Estoy solo.
¿Que vaya a la finca a buscarte?
Pero... Vale, vale, vale.
Voy, voy.
A ver cómo lo hacemos.
Pero ya voy, ya voy.
[♪ música de intriga] - [João] Quiero saber de dónde sale el envío.
No me importa cómo lo hagas.
Pero sácales a esos conductores toda la información que puedas.
- [Nico] ¿Qué hacemos con ellos después?
- Les sacas la droga y te los cargas.
Y, Nico, te lo pido por favor.
Esta vez asegúrate bien de que no aparezcan los cuerpos.
- Voy a ello.
[claxon] [♪ música de suspenso] - Buenos días.
- ¿Qué haces aquí?
- Traigo un encargo.
- Ábrela.
- No puedo.
Eh, me han dicho que es una sorpresa.
- ¿Quieres hacer el puñetero favor de abrirla?
- Traigo el regalo.
Un váter japonés.
Última generación.
Tiene un mando y todo por si quieres que te salga un chorro cuando has acabado.
Se, se calienta la tapa también.
Por si... Bueno, cuando pa sentarte.
Que se ve que es muy práctico, sobre todo en invierno.
Una maravilla.
[ríe] - ¿Es este tu regalo?
- No, no, este no es mi regalo.
Vamos a ver, Juan.
El inodoro que yo encargué es de color acero.
Y es un diseño de Stark.
No es esta vulgaridad.
No es esto.
Perdóname, mi amor, pero es que el que yo elegí es un modelo carísimo, carísimo y bellísimo que no parece un váter.
- Lo siento.
- [María] No, lo siento no.
Es que lo dejé muy claro.
Y, además, vamos a ir ahora mismo a por él, porque encima es de importación.
Solo hay uno.
Lo que faltaba ya.
Que se lo lleven.
Voy a por mi bolso y nos vamos.
Joder.
[♪ música de suspenso] - Sí.
- No puedo, mamá.
De verdad.
Que no, no puedo más.
- ¿Qué pasa, hija?
¿Qué pasa?
- José ya no vive en casa.
- ¿Qué ha pasado?
- Pues que... ...que tenía un lío con, con otra mujer.
Bueno, tenía o tiene.
No sé.
- Madre mía.
- Así que, pues lo eché de casa.
- Normal.
Yo hubiera hecho lo mismo.
- Pero no... eso no es lo peor, mamá.
- Me estás asustando, Lucía.
[exhala] - Estoy embarazada.
- Ay, niña.
Pero, pero ¿por qué te lo tomas así?
Estar embarazada es una bendición.
- Eh, no.
Ahora no, mamá.
No.
Ahora no porque estoy sola.
Eh, yo no puedo con todo.
Samuel está delicado.
Todavía me necesita.
Me estoy separando.
No, no, no lo voy a tener, ¿eh?
- No sé pa qué me dices nada, Lucía.
Tú ya sabes lo que yo pienso.
- Esta tarde voy a la clínica.
He, he tomado una decisión, mamá.
- ¿No hay nada que yo pueda hacer para convencerte, hija?
Mira que yo te ayudaría en todo.
- Eh, necesito que me ayudes con la decisión que he tomado, mamá.
¿Puedes recoger a Samuel esta tarde en el cole y traerlo a casa?
Por favor.
- Está bien.
Ven aquí.
Pero no le digas nada a tu padre, que ya sabes cómo es.
Para él solo hay un camino recto.
- Gracias, mamá.
- ¿Un váter?
¿Un váter?
- No tenía otra cosa a mano.
Lo siento.
- Bueno, venga, vámonos.
Llama a Tomás.
Dile que se paren donde puedan.
Y que nos esperen ahí.
Venga.
- [Juan] Voy aquí.
Tira.
Tomás.
- A ver, sí, Juan.
Dime.
- [Juan] ¿Te has fijado si os sigue alguien?
- No, de momento vamos solos por la carretera.
- [Juan] Bueno, necesito que nos veamos.
- ¿Qué pasa?
- [Juan] Estáis en peligro.
- No me jodas, Juan.
¿Qué pasa ahora?
¿Qué hacemos?
Oye, ¿dónde está...?
¿Dónde está José?
- [Juan] Calma, calma.
Os vamos a ayudar.
Párate en cuanto puedas y mándame tu localización.
¿Vale?
- Vale.
- ¿Qué pasa?
- Nada, tranquilo.
Tú sigue adelante hasta que yo te indique.
Nos vamos a salir de la carretera, pero no aquí.
[♪ música de acción] Toma, saca la droga de la caleta.
- Pero vamos a ver, papá, ¿qué hay con la droga?
- Es nuestro seguro de vida.
Hazme caso.
Ah, dame las llaves del camión.
- [Lucas] Mierda.
- [Tomás] ¿Qué?
¿Qué pasa?
- [hombre] ¿El otro conductor?
- [Tomás] ¿Qué otro...?
No, no sé de qué... no sé de qué me hablas.
Voy solo.
Pero, pero... [golpe]
Support for PBS provided by:















