

The Way, the Lie and the Life
Episode 15 | 1h 14m 39sVideo has Closed Captions
Fernando kills Cirilo as Lalo gets closer to finding where Paula is buried.
The police save Paula. Lidia appoints Fernando as president of the bank. Fernando kills Cirilo as Lalo gets closer to finding where Paula is buried.
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The Way, the Lie and the Life
Episode 15 | 1h 14m 39sVideo has Closed Captions
The police save Paula. Lidia appoints Fernando as president of the bank. Fernando kills Cirilo as Lalo gets closer to finding where Paula is buried.
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- Han encontrado a Paula García.
- Eso es imposible, Paula García está muerta.
- [mujer] La chica del cumple.
Saluda, Sara.
- Hola.
- No es Paula.
- Nuestra hija está muerta.
- Hola, Beleiy Golub.
Petrov está en la calle.
- ¿A quién busca?
- A mí.
- La chica ya está en el puerto como quería.
- Yo te dije, Marcos, que estaba en peligro y no me quisiste escuchar.
- No digas eso, me importas mucho.
- Madrid quiere la cabeza de Eguía.
- Mi cliente es sospechoso de muchas cosas, pero no de orquestar la fuga de esa chica.
- Aprovechó la única distracción que he tenido en toda mi vida.
- Me cago en la puta.
- ¿Quién te llamó?
- ¿Y yo qué cojones sé?
- Llevaba encima el teléfono al que llamó Irina antes de morir.
- Alguien me lo colocó.
- ¿Sospechas de alguien?
Tú eres gilipollas.
- ¿Señora McMahón?
No se preocupe, yo tengo una idea de dónde puede estar.
- Sí, ya la tengo.
- ¿Sabes quién te ha hecho esto?
No puede quedar así.
Te prometo que no voy a ir a la policía.
- No quiero meterte en líos.
- ¿Qué está ocultando, Garrido?
No la joda más.
Todavía está bajo sospecha.
¿Qué sabe?
- Puede que sea Sánchez.
- "Si cumplís con las condiciones del rescate, no me pasará nada".
- ¿Qué vas a hacer, Lidia?
No tenemos ese dinero Tenemos que negociar.
- Si le pasa algo a Paula, cargaremos de nuevo con otra muerte el resto de nuestras vidas.
- Nosotros no tenemos nada que ver, olvídate de ella.
- Lo encargué especialmente para ti.
Nunca he hecho nada igual por ninguna otra mujer.
- Sabemos perfectamente de que han recibido una llamada solicitando un rescate para liberar Paula.
O voy con usted o le sigo con mi coche.
Usted decide.
- Nos está siguiendo la moto.
¡Acelere!
- Por favor.
Por favor.
¡Lalo!
- ¡Lidia!
¡Dónde está Paula!
¿Dónde está?
- ¡Eguía, ven, mira esto!
- Eso es para llamar a Petrov, ¿no?
- También es el nombre de su barco.
- Puede que cometiera un pequeño error.
El número de barcos que llegaron a la cala y que se fueron, no coinciden.
- Falta uno.
- Justo aquí hay una cala con la suficiente profundidad como para fondear, tiene que ser ahí.
- Prefiero quitarme la vida antes que pasar un minuto junto a ti.
- No tienes valor.
- Sabes que eso no es verdad.
[música de suspenso] - No tienes valor, solo eres una putita cobarde.
- Sabes que eso no es verdad.
- Sabes que eso no es verdad.
[quejido] - No puedes escapar de mí.
- ¿Qué vas a hacer conmigo?
- ¿Tú qué crees?
Puedo hacer lo que quiera, porque eres mía.
[música de suspenso] - ¿Vas a matarme aquí?
- No, cariño.
Nos vamos a fugarnos juntos.
- ¿Fugarnos?
- El yate es para distraer.
La policía nunca buscará por tierra.
[música de suspenso] [música de suspenso] /Me estás ya cabreando.
- ¿Por qué no me matas de una puta vez?
- No te desharás de mí tan fácil, chiquilla.
Ya me conoces.
[gritos] - ¡No!
[disparos] - ¡Policía!
[disparo] - ¡Sal de ahí o le mato!
¡Sal!
[música de suspenso] - ¡Marcos!
¡Marcos!
¡Marcos, Marcos, Marcos!
Marcos, por favor.
- ¡Eguía!
- Por favor, aguanta.
¡Marcos!
[música dramática] ¡Marcos!
- Stop, no se puede pasar.
- ¡No!
- Paula.
[música triste] [música triste] - REPORTERA: Hoy tendrá lugar el funeral de don Enrique McMahón en una ceremonia privada en la más estricta intimidad.
Posteriormente está previsto que acudan al domicilio familiar las máximas autoridades de la comunidad cántabra y del mundo de las finanzas para expresar sus condolencias a los allegados.
- No me apetece nada recibir a todas esas personas aquí en casa.
- Vas a tener tu entierro íntimo, Lidia.
Entiende que quieran despedirse de ese gran hombre que fue tu padre.
¿Está todo preparado para la recesión de después?
- Sí, claro, señor.
Están poniendo a punto el jardín.
Con su permiso, yo voy a continuar la tarea.
- Estás muy guapa.
- Tu primer acto como presidente del banco.
Estarás contento, ¿no?
- ¿Paula no viene al entierro?
- Está en el hospital por lo de Eguía.
- Debería estar a tu lado acompañándote.
- Para eso ya está mi marido que tanto me apoya.
- Y siempre estaré.
- Pues, yo no.
Métetelo en la cabeza.
No sé cómo... cómo tienes la poca vergüenza de venir al entierro después de todo lo que has hecho.
- Lo creas o no, yo apreciaba a tu padre.
Era él el que no me quería a mí.
Además, soy tu marido.
No te voy a dejar sola en un momento así.
- Claro.
¿Qué dirían?
¿No?
Que te quede muy claro, al entierro acudes como presidente del banco, nada más.
¿Ya estás, Toni?
- Sí.
¿Y Paula?
- [Lidia] Paula está en el hospital ahora.
- Aún está en reanimación, ahora solo toca esperar.
Dicen que ha perdido mucha sangre y que la herida se ve limpia.
- Lo sé.
[pitidos electrónicos] Laura, no pude evitarlo.
Lo siento mucho.
- Él solo estaba haciendo su trabajo, pero lo que sí es cierto es que tu caso se está complicando de más de lo que esperaba.
Eres toda una caja de sorpresas.
- Mi vida no ha sido nada fácil.
- Siento mucho haberosla complicado a vosotros también.
- No sientas tanto todo, Paula.
Yo no sé lo que él siente por ti, pero ni siquiera creo que él lo sepa.
Lo que sí sé es que tú no vas a parar hasta tenerlo, y yo no tengo tus armas.
No soy una superviviente como tú.
- Paula, que no me coges el teléfono.
Oye, mamá necesita que vengas al entierro.
- No puedo.
Tengo que quedarme aquí, Toni.
- Tienes que estar ahí, es el abuelo.
- Paula, haz caso a tu hermano.
Yo te tendré informada, de verdad.
Cuando termine el entierro vuelves, total él no se va a mover de aquí.
[sirenas] - ¿Las cosas de Sánchez?
- ¿Cómo está tu compañero?
Ya veo.
No sé qué hacer con todo esto.
Seis años trabajando juntos y no sé si tiene mujer, padres, hermanos.
- Uno nunca termina de conocer a la gente.
- Oye, he sido un hijo de puta con tu compañero y contigo.
- Sí, es verdad, has sido un hijo de la grandísima puta.
Pero en estos momentos lo único que me importa es que Eguía salga.
- Saldrá.
Y si hablas con él, le dices que creo que es un buen policía y que la cagué.
Sospechó desde el principio de nosotros, y con razón.
- Se lo diré.
Tampoco esperes que te mande una felicitación de Navidad, pero se lo diré.
- Bueno, ahora me toca dar explicaciones.
Os habéis cargado a Petrov.
Llevamos mucho tiempo investigando a esa gente, y él era la pieza clave.
Tenemos que empezar la investigación desde el principio.
- Te jodes.
- Lo mismo te digo.
- Aún no se ha despertado.
- Ya, ya, estoy al tanto.
- Saldrá de esta.
Está respondiendo bien a las transfusiones y la herida ha sido limpia.
Eso sí, le han tenido que poner muchos puntos.
- Bueno, pues, no podrá sentarse para cagar durante una temporada.
- Qué burra eres, pero esa es la actitud.
Mientras se reincorpora tu compañero, formarás equipo con Ana.
- Vale.
¿Quieres que vayamos juntas a la ceremonia?
- ¿No te has cambiado todavía?
- ¿Cómo que no?
Pero tú a mí ¿cuándo me has visto con tacones en el curro?
- Perdóname, es que ni me había fijado.
Vamos en mi coche, ven.
- Ana, ¿tú crees que voy bien para una movida de estas o qué?
- Ana, ¿tú crees que voy bien para una movida de estas o qué?
- ¿Vas a salir?
- Voy a un entierro.
- Joder.
- Cuando vuelva, vas a contarme de una vez por qué Cirilo te agredió.
¿O no?
- ¿Por qué?
¿Por qué?
¿Por qué?
Ya te lo he dicho, es un pedazo de animal.
Pero ese hijo de puta no me vuelve a tocar, eso te lo juro por esta.
- Ya.
Oye, si te ha amenazado, lo que sea, no puedes quedarte callada.
Yo te puedo proteger.
- Eso decís todos, pero luego si te he visto no me acuerdo.
- ¿Qué pasó en esa casa?
- ¡Nada!
- ¡Nada, joder!
- Mira, escúchame una cosa, ya sé que tu vida es una mierda, pero con tu actitud solamente consigues que sea todavía peor, y a mí solamente me dejas una opción: pasarme por comisaría y denunciar a ese hijo de puta.
- No.
No, no me hagas eso, por favor.
- Pues, vamos juntos, yo voy contigo, pero esto no puede quedar así.
¡No puede!
Descansa si quieres, luego paso por ti.
[música de suspenso] [gritos] - [Fernando] Ante la muerte de un ser querido, de un familiar, de un amigo, es normal que nos invadan sentimientos de dolor, de rabia, de impotencia.
Enrique era un hombre profundamente creyente, un hombre que creía en la vida, y estoy seguro de que a él le hubiese gustado que en este momento le despidamos con una copa en la mano, emocionados, pero orgullosos de su obra.
Gracias, Enrique, por el legado que nos regalaste.
Fuiste un hombre fiel a tus convicciones, firme en tus decisiones.
Espero que los que vengan sepan respetar lo que para ti era sagrado, que tus buenas obras nos sirvan de ejemplo, y que ese ejemplo sea el faro que guíe nuestras vidas, y que mantenga a nuestra familia unida para siempre.
[música triste] - Hola.
Ya despertó.
Todo parece indicar que ha ido bien.
Hay que esperar un poco, ¿vale?
Cuando quieras puedes pasar a verle.
- Vale, ahora paso.
Gracias, doctor.
- ¿Paula?
- No.
Soy yo, Laura.
- ¿Cómo está?
- Bien.
Ahora le aviso.
¿Y tú cómo te encuentras?
¿Te duele mucho ahora?
- Aún no, pero tiene pinta de que me va a doler mucho más tarde.
Me han dejado un buen recuerdo.
- Marcos, todo esto es muy raro.
Quería ser la primera persona en verte, pero es como... es como si ya no tuviera ese derecho.
Y lo normal en estos casos es, es llegar, cogerte de la mano y decirte lo mucho que te quiero, que, que no puedo vivir sin ti, pero han pasado tantas cosas que, que no me sale.
- Lo entiendo, y lo siento mucho, Laura.
- Lo sé.
[música triste] [música triste] - Lidia.
- Mira, ya está el alcalde rindiéndole pleitesía al nuevo presidente del banco.
- Fernando estaba deseando ejercer.
¿Para qué perder el tiempo?
- También quiere hablar conmigo después.
Está claro que quiere tomar posesión del cargo.
- Hijo de puta, ni siquiera ha esperado que se enfríe el cadáver de su suegro.
- Dígame, ¿qué va a hacer, comisaria, ahora que su protector ya no está entre nosotros?
- Podría hacerle exactamente la misma pregunta.
- El nuevo presidente es amigo, muy amigo.
No sé si usted puede decir lo mismo.
- ¿Nuevo presidente?
¿Y Lidia?
- Luis.
Señor mayor.
Luis Fonseca.
- Sí, Ana, dime.
Ah, genial, perfecto, sí.
Vale, vale, Okay.
Sí, sí la tengo aquí conmigo.
Ahora se lo digo.
Gracias por llamar.
- Comisaria.
Inspectora, ¿cómo sigue Marcos?
- Acaba de despertar de la anestesia.
Parece que todo ha ido bien.
- Me alegro.
Es duro de roer.
¿Podemos hablar?
- Sí.
- ¿A quién se la ha ocurrido montar este circo?
¿Eh?
- ¿Tú a quién crees?
- ¿Quieres que luego te recoja y demos un paseo?
- No puedo, Lalo.
Tengo que estar aquí con todos.
- Lidia, te necesito más que nunca, y necesito que estés centrada.
¿Lo estás?
- Sí.
- Estoy seguro de que Fernando le vendió el prado a Cirilo, y que Cirilo está envuelto en la muerte de Paula.
Los dos están en el ajo, yo lo voy a averiguar, solamente necesito que... - Lalo, por favor, por favor, te lo pido.
Acabo de enterrar a mi padre.
Dame un respiro, por favor.
- El alcalde quiere hablar contigo, Lidia.
¿Qué cojones haces con mi mujer?
- ¿A ti qué te importa?
Disfruta, porque te juro que tu suerte se acaba.
- Te aseguro que ya lo estoy haciendo.
- Pero ¿cómo se te ocurre venir aquí?
Vamos, vamos, estás loco.
- Qué bien que se ha despertado de la anestesia, ¿no?
- Menos mal.
Si esta tarde está más repuesto iré a visitarle.
- ¿Quieres que te espere?
- Sí, sí.
Voy contigo.
¿Y qué tal ha ido aquello?
- Una juerga.
Imagínate, ahí había más millones que en el banco de Inglaterra.
Y Fonseca campando a sus anchas.
- ¿Todavía no tenéis nada para ir contra él?
- Me sé su vida y milagros de memoria, sus empresas, sus negocios.
- Y limpio como una patena.
Me pasé años detrás de él y nada.
No sé cómo lo hace, pero sabe protegerse muy bien.
- Yo sí sé cómo lo hace.
Se rodea de la gente que le conviene.
Sino es que al final lo importante no es hacer negocios, sino con quién lo haces.
- Creo que estás cometiendo el mismo error que cometí yo.
- Explícate.
- A Fonseca no le puedes atacar de frente.
Tienes que dar un rodeo y encontrar su punto débil.
- ¿Y cuál es?
- Ojalá lo supiera, pero créeme, todo el mundo lo tiene.
Y no desesperes, recuerda que somos los buenos.
- ¿Cómo andas, compañero?
Creí que no lo contabas.
- Pues, aquí, en una nube.
Benditas drogas.
- Pues, no te acostumbres.
- ¿Cómo está Paula?
- Preocupada por ti.
Se pasó la noche en el pasillo, no se quiso mover.
Ya estará de camino, la ceremonia ha terminado ya.
Es el fin de una época, Eguía.
Con la muerte de McMahón se entierran los últimos 50 años de este país.
Veremos lo que tarda en desaparecer su obra.
- En manos de Lidia las cosas no deberían de cambiar mucho.
- No, el banco no está en manos de Lidia.
Ya no.
- Fernando es ahora el nuevo presidente.
No me preguntes cómo lo ha conseguido, pero lo que tengo claro es que nada va a seguir igual.
- Pero ¿qué coño les pasa en esta familia?
- Eso lo sabrás tú mejor que yo.
El caso sigue abierto, pero vuelve a ser cosa de los de Madrid.
Aquí por lo menos ya nos vamos a quedar un poco más tranquilos.
Tu placa.
Quiero que vuelvas con nosotros, es lo justo, pero tampoco puedo olvidar lo que te pasó con Paula.
- No le estoy pidiendo el puesto de favor.
- No te lo voy a dar.
Tener ciertas relaciones con una testigo y víctima de un caso es muy grave.
Aunque yo también tengo mi parte contratante en este asunto, por haberlo permitido, de lo cual no me siento orgullosa en absoluto.
De momento te reincorporarás en la comisaría, aunque seguirás bajo investigación.
Yo te apoyaré en todo lo que pueda, pero no te puedo prometer nada.
- Gracias, jefa.
Estoy dispuesto a asumir mis errores.
- Bueno.
Que tengas un buen día.
- Hola, Salvador.
- No, es Marcos.
Marcos Eguía.
- ¿Cómo me has llamado?
- Salvador.
Salvador Eguía.
Mira, es el segundo paciente que tenemos con el mismo apellido en el hospital y no es un apellido muy común.
¿No serán familia?
- No, no, no lo somos.
[música dramática] - No me coges las llamadas.
Yo no sabía ya cómo llamar tu atención.
- ¿De dónde has sacado eso?
- Volví a aquel lugar el día siguiente, Fernando.
El mar es caprichoso.
Lo arrastró hasta las rocas, supongo.
- ¿Tienes algo más?
- Sí.
La he guardado todo este tiempo.
Pensé que no tendría que utilizarla, pero... - Eres un cabrón.
Estoy harto de chantajes.
Quiero que hagas desaparecer todo lo que tienes o vas a cargar con esto.
- Tarde.
Ella ha visto la ropa.
Puri.
Esa puta estaba conmigo esa noche, también vio lo que hiciste, y no es tonta.
Estamos juntos en esta mierda, Fernando, quieras o no.
Y a esa mujer costará lo suyo mantenerla callada.
No creo que eso sea problema para ti.
No sé si me entiendes.
- Perfectamente.
Me hago cargo, pero no hagas más tonterías.
¿Está claro?
- Yo lo tengo muy claro, Fernando, pero no sé si lo tienes tú.
- A ver cómo te suena esto.
- ¿Crespo?
- Sí.
- ¿He encontrado algo de Crespo?
- Parece que se ha separado, y no ha sido una separación fácil.
Tiene un hijo de cinco años al que su ex no le quiere dejar ver.
- No me extraña.
- Bueno, el caso es que anda con una abogada matrimonialista.
¿Vale?
Porque quiere ver a su hijo una vez a la semana en vez de una vez cada 15 días, y resulta que su juicio va a ser pronto.
- ¿Quieres utilizar?
- Quiero presionarle un poco.
Si él me ayuda, yo le ayudo, y si no, pues, lo jodo, ese tío es la mano derecha de Fonseca y sabe toda su mierda.
- ¿Estás pensando en chantajear a ese hombre utilizando a su hijo?
- Andrea, no te metas.
- Pero ¿te has vuelto loca o qué?
De verdad no te reconozco.
No todos los métodos valen, Alicia.
- A ver, Andrea, estamos investigando, valorando... - Ana, cállate.
- Si alguien quiere un café, estaré en la máquina.
- Pero ¿tú te oyes?
- Estoy hablando de resultados, estoy hablando de pillar a este tío y olvidarnos de él de una puñetera vez.
- ¿Me puedes escuchar?
- No, no te puedo escuchar.
Sé perfectamente lo que me hago, cojones ya.
- Muy bien.
Pues, vete a la mierda tú y tus métodos.
- No, vete tú a la mierda, tú y tus métodos de mierda.
¿Qué?
- Lalo, ni vayas a tu mesa, ven acá.
- Iba a escribir la crónica del evento.
- Siéntate, anda.
- Ah, no me jodas.
- Con la muerte de Enrique McMahón, ya se han empezado a producir cambios en las empresas de su grupo.
¿Qué te voy a contar?
Fernando es ahora el presidente.
- Ramiro, que nos conocemos, al grano.
- El periódico es una de las empresas del banco.
- Y Fernando te ha pedido mi cabeza.
- Mira, estas son las cosas que más odio de mi cargo, de esta jodida profesión.
Por un lado tengo un gran periodista al que me piden que sacrifique, y por el otro toda una redacción que tiene que seguir adelante, trabajando.
- Yo no tendría ninguna duda.
- Yo tampoco.
Son muchas las bocas que hay que alimentar.
Hay, bueno, qué cojones.
Tú ya estás acostumbrado a pasar hambre.
- Claro.
Hoy día quien pasa hambre es el periodismo.
La prensa libre e independiente no existe.
No te culpes de nada, Ramiro.
Es algo personal entre ese hijo de puta y yo.
- Pero ahora también es algo personal conmigo.
He puesto mi cargo a su disposición y que se lo meta por el culo.
- No es mala idea.
- ¿Qué te parece si nos montamos algo por nuestra cuenta?
- Tú, yo, un par de becarios.
Les pagamos lo mínimo y ya está.
- ¿Les pagamos lo mínimo?
Estás hecho un cabrón.
Lo sabes, ¿no?
[música suave] [música suave] [golpean puerta] - Adelante.
Coño, Hugh.
Creí que estabas en Glasgow, en Edimburgo, de donde cojones seas.
- Aberdeen.
Vamos, Fernando.
Hemos sido aliados, amigos, todo este tiempo.
Creo que eso merece algo más apoyo por tu parte.
- Claro.
- Puedo hacer un gran servicio por ese banco.
- Mañana es la votación del consejo para aprobar mi cargo.
Asegúrate de que todos votan a favor.
Hay muchos que son fieles a la memoria de mi suegro y a Lidia.
No quiero sorpresas.
Asegúrate y te estaré eternamente agradecido.
- Claro.
Déjalo en mis manos.
- Como cambian las tornas.
¿Eh, Hugh?
- Sí.
[música de suspenso] [música de suspenso] - Paula, voy a esperarte por aquí.
- Vale.
Gracias por acercarme, mamá.
- No me las des.
Me quedo más tranquila si lo hago.
- A ver si soy yo la que no te puede dejar sola.
- Paula, me parece que me va a costar mucho superar todo esto.
- Podrás con esto y con más.
- Voy a separarme de Fernando, Paula.
Y necesito que me ayudes con Toni.
- Te ayudo en lo que quieras.
- Gracias.
Anda, ve a ver a tu ángel de la guarda y otro día, cuando a ti te vaya bien, ya me contarás qué es lo que hay entre ese chico y tú.
Bueno, claro que si no quieres, lo comprendo, porque esas cosas se cuentan a las amigas, ¿no?
- Yo no tengo amigas, mamá.
Te tengo a ti.
- Ven aquí, cariño.
Ven aquí.
- Y sí, sí, le quiero, pero supongo que nos hemos conocido en unas circunstancias que no son las ideales.
- ¿Él lo sabe?
¿Sabe toda la verdad?
- Fue el primero que lo descubrió.
- Y te ha seguido apoyando como el primer día, ¿no?
- He puesto su vida patas arriba.
- Esa es mi especialidad.
- Eh.
No digas esas cosas, Paula.
Te mereces ser feliz, ¿me escuchas?
Así que, por favor, lucha por estar con la persona que quieras.
No cometas el mismo error que yo, cariño.
Y vete, anda.
Vete.
[periodista] El entierro de Enrique McMahón se ha celebrado esta mañana en Santander en la más estricta intimidad.
Sin embargo, la familia ha ofrecido una recepción a algunas de las personalidades más importantes del país.
- Lo que me faltaba, este hijo de puta en mi propia casa.
- ¿No es el tipo de la foto?
La de Cirilo.
- Pues, claro que es él, y me acaba de echar del trabajo.
Bueno, ¿qué?
¿Voy yo solo o vienes conmigo a comisaría?
[periodista] Pese a los continuos rumores que circulaban durante las últimas semanas.
- ¿Me oyes?
- Una vez vi a ese hombre que le daba dinero a Cirilo.
- ¿Por qué le daba dinero?
¿Por qué huiste de esa casa?
¿Qué viste?
¿Está relacionado con ese hombre o no?
- No.
Cirilo es un degenerado, solo es eso.
En el cuarto donde las palomas, vi dentro de un baúl una caja con ropa, ropa de niña.
- ¿Ropa de niña?
- Cirilo se puso hecho una furia.
Me amenazó con matarme si... si se lo contaba a alguien.
Él con las niñas tiene sus vicios.
Es un cerdo.
- ¿Es esa la ropa que viste?
¿Es esa o no?
- Sí.
- ¿Qué?
¿De manitas con la novia?
Que luego se nos acelera el corazón.
- No, soy una amiga.
- Paula.
- Bueno, luego te daremos de comer algo sólido, a ver si lo toleras, y si todo va bien, te irás prontito a casa.
- Gracias.
[quejidos] - Laura me dijo que habías despertado.
- Ya.
- No la he visto por aquí.
- ¿Ha ido a casa o qué?
- Laura y yo no... Vamos, que, que hemos pensado que es mejor no vernos por un tiempo.
- Lo siento.
- Bueno, era de esperar.
¿Tú cómo estás?
- Aún sin poderme creer que esta pesadilla haya podido terminar.
Estoy agotada, Marcos.
Quiero acabar con mi pasado y cerrarlo de una puñetera vez.
- Paula, mi padre está aquí.
- ¿Cómo?
¿Aquí?
Pero ¿no estaba en la cárcel?
- Me llamaron y me dijeron que estaba enfermo.
Pero resulta que está ingresado en este puto hospital.
- Pues, es tu oportunidad, Marcos.
- Oportunidad y una mierda.
Ese hijo de la gran puta mató a mi madre.
No puedo soportar la idea de que esté detrás de estas paredes.
- Hay cosas que hay que cerrar, Marcos, y si no lo haces, acaban regresando.
Tú mismo me lo has dicho muchas veces y ahora lo estoy viendo.
Tu padre está aquí.
Sería absurdo no aprovechar esa oportunidad.
[música de suspenso] - Ahí lo tienes.
¡Eh!
- Ah, si ya decía yo que llevaba muchos días sin ver tu careto.
- Yo también te he echado de menos.
- ¿Qué coño quieres?
- Pues, es que seguimos dándole vueltas a la muerte de Ricardo Vega.
- Ese tiene que estar ya en los huesos.
Yo no sé nada de él, creo que fui lo suficientemente claro en la comisaría.
- A mí lo único que me quedó claro es que mientes más que hablas.
- Pues, nada.
Si quieres me mandáis una citación y yo estaré encantado de acudir de nuevo a la comisaría.
- Genial.
- Hasta luego.
- Dale recuerdos a tu hijo.
- ¿Qué coño sabes de mi hijo?
- Sé que tiene seis años, y que tu ex no quiere que le veas.
También sé que tienes pendiente un juicio.
No sé, no creo que al juez le haga mucha gracia saber que estás metido en tantos chanchullos.
- Mi hijo no tiene nada que ver en todo esto, hija de puta.
- Ni tú tienes nada que ver con la muerte de Ricardo Vega.
No es a ti a quien buscamos.
Dame lo que sea contra tu jefe, lo que sea.
No le protejas, no seas idiota.
- Iros a la mierda las dos.
Yo no sé nada.
- [niño] ¡No!
¡Déjala!
[gritos] [quejidos] [jadeos] [pitidos electrónicos] - Os quiero agradecer vuestras palabras y vuestras condolencias por la muerte de mi padre.
Ha sido toda una vida al frente del banco y sé que vosotros habéis sido su mejor y más importante apoyo.
Como algunos de vosotros ya sabéis, he decidido nombrar a Fernando García como nuevo presidente de este banco.
Creo que, en esta nueva etapa, es la persona más indicada para ponerse al frente de este consejo.
- Tu padre te nombró a ti presidenta, antes de morir.
- Lo sé, como también sé que comprenderéis que, después de todo lo que he vivido durante estos últimos meses, tenga la necesidad de recuperar el tiempo perdido con mi hija y de estar a su lado en estos momentos tan delicados.
Asumiendo la presidencia del banco sería absolutamente imposible hacerlo.
- Que Lidia no sea la presidenta no quiere decir que las cosas vayan a cambiar, eso es algo que puedo asegurar.
Respetaré el legado de mi suegro, que en gloria esté.
- Espero seguir contando con vuestra confianza y que aprobéis el nombramiento de Fernando.
Ahora, si me disculpáis.
Ahora, si me disculpáis.
- Les dejo que piensen el voto con calma.
Gracias a todos, una vez más.
[voces indistintas] - ¿El legado de mi padre?
Pero ¿cómo puedes ser tan sínico?
Mi padre ya no te podía ver sin que le entraran naúseas, y eso mismo es lo que me pasa a mí ahora.
- Pues, aguántate, porque estamos juntos en esto.
En todo.
- No.
No voy a esperar más.
Voy a decirle a Toni que me voy a separar de ti.
- No vas a separarme de Toni.
- Tranquilo.
No voy a manipularle en tu contra.
Yo no soy como tú, Fernando.
Además, Toni ya es mayor para tomar sus propias decisiones.
- Necesitas tiempo.
De acuerdo, tómatelo, pero piensa bien lo que quieres hacer.
- Tú oyes, pero no escuchas, ¿verdad?
Esto no tiene marcha atrás, así que asúmelo.
- Y tú asume que estamos juntos de una forma que no podrás romper jamás.
¿O quieres que se sepa la verdad?
- ¿Qué verdad?
¿Dónde está enterrada Paula?
¿En el prado que le vendiste a Cirilo?
- No digas tonterías, esa fue una venta rápida.
¿Cómo sabes eso?
Por ese periodista, ¿no?
Lidia.
Lidia.
[música de suspenso] - Te has hecho un hombre.
- Han pasado 20 años.
¿Qué esperabas?
- 20 años, joder.
A mí me ha sobrado todo ese tiempo.
Hubiera estado mejor muerto.
- Eso es lo único en lo que estamos de acuerdo.
- Supuse que no vendrías.
¿Qué pasa?
¿Te has compadecido de mí?
- No.
- ¿Entonces por qué has venido?
- Para demostrarme que soy mejor que tú.
- Para eso no hacía falta que vinieras.
Yo tampoco te he llamado para disculparme.
Sé que no hubiera valido para nada.
O quizás sí.
No sé.
- Mataste a mi madre, hijo de puta.
¿En serio pensabas que te iba a perdonar?
¿Mmm?
¿Cuántas veces le pediste perdón a ella?
Cada que le partías la cara o le pateabas el cuerpo.
Ahí te disculpabas, cabrón.
Lo peor de todo es que ella te perdonaba.
¿Sabes cuántas noches he pasado rezando para que te murieras?
- Bueno, tus oraciones han sido escuchadas.
Es mentira eso que dicen de que bicho malo nunca muere.
Eres lo único bueno de toda mi vida.
- Pues, te ha costado mucho darte cuenta.
- Que te quede una cosa clara.
Si eres como eres no es por mí, es gracias a tu madre.
Se ocupó de que fueras una buena persona.
Eres igual que ella.
De mí no tienes nada, ¿me oyes?
Acuérdate siempre.
De mí no tienes nada, nada.
- Me voy con algo bueno de aquí.
Ya no te tengo miedo.
No volveré a soñar con el ruido de tus pasos subiendo las escaleras, con el ruido de la llave en la cerradura de la puerta.
No, ya no.
Ahí te pudres.
[música triste] - Ya vámonos.
[música de suspenso] - Muchas gracias a las dos.
Y a usted por estar presente, señor Sanz.
Paula, cualquier cosa más que puedas recordar sobre tu secuestro será de mucha ayuda.
- Solo quiero que esto termine para siempre.
- Si quieres puedes hablar con Andrea.
- Tengo la sensación de haber vuelto al principio, a los primeros días cuando volví a casa.
Creo que nunca voy a poder llevar una vida normal.
Toda la mierda que arrastro afecta a la gente que quiero.
- Marcos se va a recuperar, es joven y fuerte.
Paula, es normal que te sientas amenazada, que tengas miedo, pero todo esto pasará.
- No.
Parecía que todo se había tranquilizado, y me secuestraron, y ahora Marcos está en el hospital.
- 9Toda la culpa la tengo yo.
- No puedes sentirte culpable por cosas que no dependen de ti.
Lo que ha ocurrido, tu secuestro, tu vida hasta ahora, no es culpa tuya.
- Es como si me mereciera todo lo malo.
- Esta es una etapa dolorosa, pero tienes una gran capacidad para rehacer tu vida.
Confía en ti.
Ya has hecho una buena parte del trabajo, pero con lo ocurrido es normal que tengas una recaída.
Paula, si estás de acuerdo, deberíamos vernos durante un tiempo.
- Sí, ayúdame, por favor.
- Claro que sí.
- Vamos, vamos.
Despierta, dormilón.
¿No te han dicho que no se entra en casas ajenas?
Te puede acabar dando dolor de cabeza.
- Ha sido más certero que doloroso.
- ¿Qué coño hacías aquí?
- Pues, alguien me dijo que por aquí había un balneario, pero está claro que he debido equivocarme.
- En algunos países les cortan las manos a los ladrones.
- Tú tienes muchas cosas escondidas por aquí, vine a ver si encontraba alguna.
- Los carneros cuando nacen les gusta irse por ahí a explorar los montes.
Los hay que se alejan tanto que se pierden y acaban despeñados por curiosos.
- Ya.
Oye.
¿Por qué no dejas de contarme historias de pastorcitos y me dices qué relación tienes con Fernando García?
- Mi hermana trabaja en su casa, nos llevamos bien.
Es un buen tipo, me ha ayudado mucho.
- Ya.
Que estás en deuda con él, ¿no?
Fernando te vendió este terreno a muy buen precio.
- No tengo nada que te pueda interesar.
- Pues, déjame entrar en la casa y echar un vistazo.
Para no tener nada te pones muy nervioso, ¿no?
Suelta el hacha, hombre.
La policía sabe que estoy aquí.
Si en una hora no he vuelto, esto se te va a llenar de agentes.
- El miedo te hace mentir muy mal.
- Tú verás.
- Largo.
Como te vuelva a ver por aquí, te echo de comida a los cerdos.
¿Estamos?
- Estamos.
Estamos.
- Gracias por llamar.
- Has tenido tres llamadas más para darte el pésame.
- Agradezco mucho esas llamadas, Rosario, pero... - Deberías descansar un poco más, Lidia.
- Toni, hola.
- Hola, mamá.
¿Cómo la llevas?
- Llevándolo, ¿y tú?
- Igual.
- Toni, quizás no sea el mejor momento, pero necesito que sepas algo: papá y yo vamos a separarnos.
- Ya yo me lo imaginaba.
¿Y los dos estáis de acuerdo?
- Es algo que tenemos que hacer, cariño.
- Y ahora me toca a mí decidir si papá o tú, ¿no?
- No, cariño.
Bueno, sí, pero quiero decir que no tienes que hacerlo ya.
No es algo que vayamos a hacer mañana.
Hay tiempo para pensarlo todo muy bien, eh.
- ¿Paula lo sabe?
- Sí.
- ¿Y?
- Ella prefiere quedarse conmigo, pero eso no significa que... - Claro.
- Toni.
- Ahora que tienes el gran despacho del banco, te desharás de esta oficinilla, ¿no?
Por lo que puedan decir.
- Es lo bueno de mi nueva posición, tienes que dar pocas explicaciones, nadie te las pide.
Es lo que tiene estar arriba, mi suegro lo sabía muy bien.
- Parece que se retrasa un poco la votación.
Supongo que no habrá ningún problema con el consejo del banco.
- Lidia les ha explicado muy bien lo que tienen que hacer, nadie va a ir en contra de su voluntad.
- Bahía Project es por fin una realidad, ¿no?
Las excavadoras están preparadas para empezar en cualquier momento.
Fernando, sé que ha habido algún momento en que parecía dudar de ti.
- No parecía, Fonseca.
Dudaste, y mucho, como tantos otros que me han menospreciado.
- No era nada personal.
Ya sabes que no se muerde la mano de quien te da de comer.
- Ya.
Tú siempre has estado muy bien alimentado.
[timbre de teléfono] Así va a seguir siendo.
¿Sí?
Un momento, por favor.
Te dejé muy claro que no me volvieras a llamar.
- El periodista ese ha estado husmeando por aquí.
- Tenemos que arreglar esto.
- ¿Qué buscaba?
-[Cirilo] No sé qué coño buscaba.
Seguro esa puta le ha ido con el cuento.
- ¿Te has deshecho de la ropa?
Contéstame, ¿te has deshecho de la ropa?
Tu puto seguro de vida.
Mira a dónde nos ha llevado.
¿Ha encontrado algo el periodista?
- Yo no me voy a quedar a averiguarlo.
- Tienes que mantener la calma, ¿me oyes?
- Eso tú.
Yo me voy lejos de aquí.
Necesito pasta, así que ya sabes lo que tienes que hacer.
O me das ese dinero, mucho, mucho dinero o no sé lo que puedo hacer, no sé.
- Está bien.
Estate tranquilo.
Voy para tu casa y lo arreglamos.
[música de suspenso] - Rosarito, soy yo, tu hermano.
- ¡A que no me pillas!
¡A que no me pillas!
¡Ven aquí!
Por aquí también, ¿juguemos?
Agárrate fuerte.
Miguel.
Miguel, ven aquí.
[música de suspenso] [música de suspenso] [timbre de teléfono] [música de suspenso] - ¿Qué es eso de que te vas?
- ¿Para qué vienes?
- ¿Qué has hecho para tener que irte así de repente?
- Ya me conoces, cuando me da la ventolera no pienso mucho las cosas.
- Cirilo, mírame a la cara.
¿Te has metido en algún lío?
¿No habrás hecho alguna de las tuyas?
- No, no ha pasado nada.
No te preocupes.
- No te creo.
Estás huyendo por algo.
¿Tiene algo que ver con lo que pasó aquella noche?
Porque llevo todos estos años pensando en qué pasó y no sé si tú no tendrías algo que ver con su desaparición.
¿Qué le hiciste a esa pobre criatura?
Mi pobre Paula.
Mi niña.
¿Qué le hiciste?
- ¿Dónde la has encontrado?
- En el acantilado, señor.
En la Punta del Arce.
- Señor, mi hermano ha venido aquí de buena fe.
Quiere ir a la policía, pero tiene antecedentes y yo no quisiera.
- Lo entiendo, Rosario, lo entiendo.
No te preocupes.
Dámela, la llevaré a la policía.
Les diré que la ha encontrado ahí.
- Dásela, Cirilo, el señor sabe lo que tiene que hacer.
Vamos.
Muchas gracias, señor.
Muchas gracias.
Mi niña.
- No digas nada a la señora hasta que no se averigüe algo más.
- Sí, señor.
- ¡No soy ningún mounstruo, Rosarito!
- Por Dios, no me toque.
Suéltame, por favor.
- Suéltame, suéltame.
- No te voy a hacer daño.
Ya no, hermana, ya no soy así.
Te lo dije antes y te lo digo ahora.
Yo sé que he hecho cosas malas en mi vida y que me has apoyado, y perdonado más de lo que merecía, pero te juro por la memoria de nuestra madre que yo no he tocado a esa niña.
Te lo juro.
- Esto es todo lo que tengo de Fonseca.
No, no, no te molestes en mirarlo.
No hay nada de lo que poder acusarle.
- Entiendo.
- Ana me ha comentado que teníais algo contra Crespo, su hombre de confianza.
- Sí, está pendiente de un juicio por el régimen de visitas de su hijo.
Le apreté por ahí.
- Un asunto feo.
- Ya, ya lo sé.
Por eso no lo voy a utilizar, pero si lo hubiera hecho estoy segura de que Crespo hubiera terminado hablando.
Pero tuvo que venir Andrea a decirme que, que no vale todo, y tiene razón.
No lo he hecho, no lo voy a hacer.
- Muy bien.
Ya nos hemos saltado bastantes normas, pero tenemos que tener cuidado.
No será que al final acabemos pareciéndonos a ellos.
- Oye, Fonseca no puede irse de rositas.
La gente se merece saber qué clase de persona es.
- Los tipos como Fonseca acaban siendo necesarios.
Todo el mundo tiene secretos, Fonseca conoce muchos.
Es su manera de sobrevivir.
- ¿Y entonces?
¿Nos jodemos?
¿Le seguimos tratando como si fuera un ciudadano ejemplar?
- Sientate en la puerta de tu casa y verás pasar el cadáver de tu enemigo.
- ¿Y eso qué coño es?
¿Un proverbio chino?
- Un proverbio leches.
[música de suspenso] [música de suspenso] - Esta vez guárdalo en un sitio donde no lo vea.
No la quiero liar otra vez.
- Hacerse mayor implica tomar decisiones, Toni.
Y es lo que hiciste cuando cogiste el dinero y se lo diste a tu madre.
Nunca te lo voy a reprochar.
- ¿Por qué ocultas tantas cosas, papá?
- ¿Quién te ha dicho eso?
¿Tu madre?
- No hace falta que me lo diga mamá.
Tengo ojos en la cara, veo lo que pasa en casa, tus chanchullos, lo que ha pasado con Paula, tu forma de tratar a mamá.
- Es una mala racha, hijo, como cualquier matrimonio, pero pasará.
- Si solo fuera una mala racha, mamá no me habría dicho que os vais a separar, y no tendría que decidir con quién de los dos quedarme.
- ¿Y tú qué piensas hacer?
- Creo que quien tiene que irse de casa eres tú.
- No me digas eso, hijo.
- Es lo que siento.
[llanto] - Todo lo que he hecho en la vida ha sido pensando en tu madre y en ti.
- ¿Y en Paula, no?
Paula también ha estado siempre ahí.
- Claro que siempre ha estado.
[música de suspenso] [música de suspenso] Paula.
Mi niña.
- ¿Cómo está?
- Ahí va. - Voy a tardar un poco en poder comerme eso.
- Ya, pero flores como que no te iba a traer.
- Bueno, yo os dejo.
Luego vengo a verte.
- ¿Cómo estás?
- Aquí, de puta madre.
Pero me temo que tu visita no es de cortesía.
- No, no lo es, no.
Estamos muy cerca de coger a ese hijo de puta de Fernando, porque mientras tú estás aquí de vacaciones, yo estaba haciendo mis deberes.
Y digo mis deberes, porque lo que es mi trabajo ya no me dejan hacerlo.
En fin, te cuento.
Fui a casa de Cirilo, no podía esperar, necesitaba buscar pruebas, lo que fuese, llevo años haciéndolo.
Pero de camino me encontré a una mujer a la que le habían pegado una paliza y me la llevé a casa.
Ya sabes cómo soy.
Adivina quién le pegó la paliza.
Cirilo, y adivina por qué.
- ¿Por qué?
- Porque esa mujer, Puri se llama, había visto en casa de Cirilo la ropa que Paula niña llevaba la noche que desapareció.
- No.
- Sí.
- Pero ¿tú estás seguro de eso?
- Sí, yo estoy seguro y ella también.
Ha reconocido las fotografías del disco duro, el de la investigación, el de laguna, el que me dejaste.
- Joder.
- Marcos, entiendo que tengas dudas, y entiendo que no quieras llegar al fondo de este asunto, pero... - ¿De qué estás hablando?
¿Dudas de qué?
Yo soy el primero que quiere saber qué pasó con esa pobre niña.
- Ya, pero esto desmontaría tu chiringuito, desmontaría a tu Paula.
- Bueno, pues, ya veremos cómo solucionamos ese problema.
- Oye, ¿qué coño haces?
Que te acaban de pegar un tiro, cojones.
- No me jodas, Lalo, aquí no hago nada.
[música de suspenso] [música de suspenso] - Me voy a casa, ¿vienes?
- No, tengo trabajo, iré más tarde.
- Muy bien.
Por mí como si te quedas todo el día.
- No lo he hecho, Andrea.
No he utilizado al niño.
Te he hecho caso.
- ¿Y lo has hecho por mí?
- No, lo he hecho por mí.
Pepito brilla de los cojones que me mandaría a mí a enamorarme de una mujer con tantos principios.
- Bueno, ahora te veo.
Ajá.
- Oye, ¿tú has venido así?
- Sí.
- Espera.
Toma, hace un poco de frío.
- Gracias.
- Entonces ¿ya no vas a hablar con la juez que lleva la custodia del niño?
- No.
Crespo es un cabrón, pero el niño no tiene culpa.
- Creo que haces bien.
Ya pillaremos a Fonseca de otra manera.
- Sí.
No sé cómo, pero lo haremos.
- Pero acepta un consejo, vete a casa con tu chica.
Lo estás deseando, y aquí por muchas horas que pases hoy ya no vas a conseguir nada.
- Tienes razón.
- Ya.
- Gracias.
Hasta luego.
[música suave] [música suave] ¡Andrea!
¡Andrea!
Espérame que voy.
¡Andrea!
¡Andrea!
¡Andrea!
¡Andrea!
¡Andrea!
¡Andrea!
¡Andrea!
¡Una ambulancia, por favor!
Estoy aquí, estoy aquí, tranquila.
[música de suspenso] - Suficiente para que no vuelvas más.
- Me duele, después de tantos años de amistad.
- ¿Amistad?
Eres un hijo de puta.
Lo único que has hecho estos años ha sido chantajearme.
- ¿Hubieras preferido que le contara todo a la policía?
- ¿Qué has hecho con esa mujer?
Con la puta.
- Ya no me preocupa.
Ahora es tu problema.
Para ti será fácil, con tu dinero.
- Dame esa ropa.
- Ya lo decía mi abuelo: "nunca mates a la vaca que te da más leche".
Yo marcho y no voy a volver, pero quién sabe si volveré a necesitarla.
[música dramática] - Lo siento.
- Necesito... Quiero estar sola.
[timbre de teléfono] - ¿Sí?
-[Hugh] Fernando, enhorabuena, el consejo acaba de aprobar tu nombramiento.
Eres el nuevo presidente del banco.
[música dramática] - Se nos escapa Fernando.
- Han encontrado muerto a Cirilo, el hermano de Rosario y quieren hablar con nosotros.
- Cirilo te vio y tiró tanto de la cuerda que al final se rompió.
Dos cadáveres, Fernando.
- ¿Cuántos más?
- Sé que todos sentís mucho lo que le ha pasado a Andrea, pero esto no nos va a impedir hacer bien vuestro trabajo.
- Hemos encontrado ropa, y podría ser la que llevaba Paula García la noche que la secuestraron.
- Tenemos que hablar.
Van a hacer las pruebas de ADN y lo van a comparar con el tuyo.
- ¿Entonces todo va a salir a la luz?
- Hoy han asesinado a mi mujer, y creo que ha sido un error.
Creo que querían matarme a mí.
- Espera, Rosario, dime que no sabías nada.
- Nos dijo que le diéramos la manta a él.
Que él traería a comisaría.
- Hasta que tú no me dijiste que esa ropa era de esa pobre criatura, no lo relacioné.
- ¿Relacionar el qué?
- Joder, es la única forma de saber la verdad.
- ¡Toda la verdad!
Él también sabía que Paula no es Paula, joder.
- ¡Costa!
¡Te voy a matar, hijo de puta!
- El análisis de los restos de sangre encontrados en la casa.
- ¿Quién es?
- Es un plan tan perverso que es casi perfecto, Lidia.
- ¿Por qué hemos encontrado muestras de tu sangre allí, Eguía?
- ¿Cómo?
- Mis huellas están en muchos sitios, y ninguno bueno.
- ¿Recuerdas esto?
- Paula, te ha hecho una pregunta, hija.
Contesta.
- Te quiero, Marcos.
- Y yo te quiero a ti.
Te quiero, Paula.
Hay límites que un policía no puede superar, y si lo haces, tienes que atenerte a las consecuencias.
- ¡Paula está muerta, hija de puta!
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